Los hechos de violencia no son una novedad en el fútbol argentino. A las pintadas que aparecieron el martes por la mañana en uno de los paredones de Casa Amarilla amenazando con disparar "balas" en caso de que el público visitante no pueda ingresar a los estadios, ayer por la noche, se sumó un nuevo capítulo en una novela de terror que parece interminable. Uno de los portones de acceso del estadio Rosario Central fue baleado por una moto que pasó como una ráfaga.