River lo aguantó y con el empate pasó a San Lorenzo
En un Monumental con un campo de juego muy húmedo, empataron 0 a 0 y el "Millonario" pasó a Octavos de la Copa por el 1-0 a favor obtenido en la ida. Ahora los de Ramón chocarán con Liga de Loja de Ecuador.
Son otros tiempos. Definitivamente y en todo sentido. No valen ni valdrán las comparaciones históricas. Hoy alcanza con poco. No importan los modos, las formas ni los carteles. La cuestión es ganar, que se traduce en pasar a la siguiente etapa de la Copa Sudamericana, por más que eso implique un empate. River siguió adelante porque tuvo la noche perfecta de Barovero y porque San Lorenzo insinuó más de lo que concretó. El Monumental celebró hasta que se cansó porque subió un escalón en la Copa Sudamericana gracias al 1-0 que consiguió en el Nuevo Gasómetro. Así, tras el 0-0 en el desquite, su próximo rival será Liga de Loja, de Ecuador.
Hubo un arquero que evitó un mal mayor. En Barovero se explicará el resultado. Fue el N° 1 de River el que se lució de principio a fin. ¿Vale confiarse del que protege los palos? Por supuesto, así es el el fútbol. Si once no pueden contra uno...
Ramón Díaz, viejo zorro de estos asuntos, advirtió un partido de Copa. No importó que fuera la Sudamericana en vez de la ilustre Libertadores. Hubo ese clima en el Monumental, que se preparó después de cuatro años para el regreso a la competencia internacional. Se vio un equipo que se defendió como pudo sin importarle el mote de millonarios. Se descubrió un conjunto que atacó casi siempre con dudas, y que, pese a las intermitencias, dejó una mejor impresión. Aunque no por más atrevido, San Lorenzo se insinuó como más inteligente. Es más, River bien pudo haberlo ganado en el final, con el Ciclón expuesto, más aún tras la expulsión de Alvarado.
El asunto para River fue cómo administrar la ventaja que logro por 1-0 en el Nuevo Gasómetro. La cuestión para su adversario se resumió en cómo sobrellevar la tensión del transcurso de los minutos sin boicotear la búsqueda del empate, lo primordial. Cada uno se entregó a su libreto y casi nunca se salteó los renglones.
Será cierto que, a pura presión, River empezó mejor. Tanto que no se dejó llevar por delante por San Lorenzo, como pudo presumirse en un principio. Pero todo cambió. Y fue cuando apareció la figura de Barovero, aquel que llegó con pocas palabras, y que hoy se volvió un gigante en Núñez.
Fue un toque. Apenas un cambio posicional. Pizzi se dio cuenta de que Piatti no rendía tanto si se mantenía estático en el medio campo y lo mandó a rotar por la zona. Ahí descubrió espacios y encontró los mejores pases. Para un lado y para otro. Pero siempre apareció Barovero. Contra Verón, Correa y el mismo Piatti. La fortuna también se alió con él. Como en aquel tiro de Navarro que pegó en el travesaño, en el guardavalla y salió al córner. Detrás de aquel que custodió el arco hubo un equipo que se sacrificó.
Lo más astuto de River apareció cuando Carbonero se animó por el costado derecho y, ya más avanzado el encuentro, cuando aprovechó los huecos que dejó San Lorenzo, sobre todo, con el despliegue de Andrada, que reemplazó a Mora, de floja tarea, igual que Lanzini. También, claro, Barovero se lució ante Kannemann y Cauteruccio cabeceó solo por arriba.
Pasó otra noche de Copa. Lo sustancial, para la mayoría, no estuvo en el juego, sino en el resultado final. Si no quién puede frenar hoy los festejos y la proyección para mañana. Si no quién tiene la respuesta exacta para la decepción que aún se arrastra.