La banda uruguaya volvió presentarse en Mendoza, juntó más de mil quinientas personas en el Bustelo y reafirmó su condición de banda para toda la familia. Padres, madres, adolescentes y niños disfrutaron de casi dos horas de rock, rap y hip hop.
En un tiempo donde los niños se aceleran cada vez más y nosotros quisiéramos saber como estas generaciones hacen tan rápido lo que a nosotros nos costaba casi dos décadas, no es llamativo que el público del Cuarteto de Nos esté integrado en un alto porcentaje por pequeños que no superan los 15 años.
Un fenómeno tan llamativo como interesante y que no es la primera vez que le sucede a esta banda, en 1994 con el disco Otra navidad en las trincheras pasó algo muy similar, una amplitud de audiencia impresionante.
Es conmovedor ver a padres e hijos saltando juntos en una misma canción. Eso generó el Cuarteto anoche en el Bustelo. Acortó brechas generacionales, igualó a niños con adultos y eso en el mundo del arte está bien, es sano y alimenta.
De entrada el video de cuarteto contra cuartetitos atrapó al público, mucho más cuando se presentó la banda y soltó los primeros acordes de El hijo de Hernández. Un arranque a todo vapor con Ya no se que hacer conmigo, Así soy yo y Nada es gratis en la vida, mezclada con uno de los viejos hits, El putón del barrio.
La selección de temas incluyó canciones de los últimos tres discos, Raro, Bipolar y Porfiado, sacando la cara con más rap y hip hop. Una muestra clara del excelente manejo de escenario que tiene la banda, acorde a los 29 años de trayectoria, los uruguayos fueron llevando el show a su ritmo, marcando la cancha, subiendo y bajando los niveles de la noche a gusto y placer.
Tal vez los seguidores más antiguos necesitaban escuchar algo de la primera época de la agrupación montevideana. A decir verdad hasta 2004 era una banda y a partir del disco El Cuarteto de Nos tomó definitivamente el rumbo que hoy le conocemos.
Para cerrar un doble bis con mucha fuerza, donde la gente saltó, disfrutó y bailó. Buen día Benito, Invierno del 92, Me amo y Yendo a la casa de Damián.
Casi una hora cincuenta con canciones que mezclan el canto con el rap, con juegos de palabras que rozan lo obsesivo. Letras sarcásticas y ácidas, pero mucho más verosímiles, serias y reflexivas que en los primeros discos.
Un coktel explosivo de rock, hip-hop y rap, pasó por Mendoza. Esa forma de componer que los hace distintos quedó retumbando en niños y adultos.
El Cuarteto de Nos volvió a convertir un recital en una fiesta, donde uno no sabe muy bien si está en un pelotero, en una matiné o en una oficina. Sabe que todos están en la misma frecuencia, que disfrutan lo mismo, interactúan y comparte, eso está muy bien y nos es tarea fácil de lograr.