El kirchnerismo al igual que el primer peronismo en la década del cuarenta- instituyó al Estado como un poderoso y activo sujeto de inclusión. Este tomo sobre sus espaldas desde 2003, su rol indelegable de árbitro en la contraposición de los intereses de clase inherentes a cualquier sociedad, en la conciencia que sin su intervención era imposible revertir el largo proceso de modelo rentístico liberal que reproducía incesantemente, y sin piedad, una desigualdad inaceptable.