entrevista

"El gobierno quiere al PRO como principal competidor"

El diputado radical Ricardo Alfonsín analizó las perspectivas electorales para 2015. Alianzas y propuestas.

Por Sección Política

Una siesta frente al ventilador es el culpable del resfrío veraniego que Ricardo Alfonsín arrastra desde hace algunos días. "Tengo 61 años, estoy hecho un viejo", se ríe el diputado quien, en la última semana, pasó por la Costa Atlántica, participó de algunos encuentros con militantes y volvió a Buenos Aires.

"Es un secreto", bromea sobre el lugar donde pasó sus vacaciones que consistieron, según confía, en "comer, dormir y leer" y fumar algún que otro habano en remplazo de los cigarrillos que dejó de consumir después de terminar la campaña presidencial de 2011. "Hay que desterrar dos ideas que están instaladas en la sociedad: primero que el gobierno es eficiente en lo económico y segundo que se preocupó por la justicia social. Esas cosas no son tan ciertas", asegura Alfonsín en el departamento que otrora albergara la oficina de su padre Raúl y donde hoy funciona una fundación de la UCR.

"El crecimiento no es necesariamente prueba de eficiencia. La Argentina creció, exagerando un poco, gracias a un mundo extremadamente favorable para toda América Latina. ¿Cómo puede ser que después de diez años de crecimiento a tasas chinas estemos produciendo menos petróleo y gas que antes?", se pregunta Alfonsín antes de repetir la misma fórmula para las rutas, las reservas del Banco Central y el transporte.

"En lo social han hecho cosas importantes, pero ninguna es incompatible con lo que podría haberse hecho y no se hizo. Para ser un poco provocador, si sacamos el ingreso a la niñez y la moratoria a los jubilados, las mejorías sociales fueron como en los '90, efecto derrame", sentencia.

–Da la impresión de que a todos los partidos les cuesta encontrar candidatos en la provincia de Buenos Aires para las próximas elecciones. ¿Coincide?
–Eso es más evidente en el PRO. En el kirchnerismo, no tanto. Hay varios candidatos, como Sergio Massa y Martín Sabbatella. Incluso alguno lo querrá poner a Daniel Scioli, pero no me quiero meter en su interna. Nosotros estamos trabajando para que los candidatos sean los más potentes, los que más garantías den pero en el marco de un frente con fuerzas afines para el 2013 y pensando en el 2015. 

–¿A qué se refiere?
–Queremos competir con el oficialismo con un espíritu de superación. Y evitar que los errores del gobierno le hagan daño a la idea progresista de que la política debe comprometerse en el ordenamiento de la sociedad y de la economía y no que se imponga un modelo similar al de los años noventa, donde el Estado intervenía lo menos posible en la economía. Si no, puede terminar pagando los platos no sólo el kirchnerismo, sino la idea de progresismo. Hay muchos interesados en la Argentina en crear una fuerza de centroderecha, liberal, que aún no existe. Incluso pareciera que el gobierno está interesado en eso y por eso procura transformar en el principal opositor al PRO. Creo que hay dos escenarios favorables que imagina el gobierno. 

–¿Cuáles son?
–Uno es que la oposición vaya separada, creo que ese escenario no requiere demasiada explicación. Y el otro es que vayamos todos juntos. Porque las contradicciones políticas y la inconsistencia programático política o ideológica que supondría un frente en el que se unan el agua y el aceite lo haría muy vulnerable desde el punto de vista electoral. Lo que sería aun mejor para el gobierno es que todos fueran con ellos (risas).

–El FAP está conformado por cuatro partidos: el socialismo, Libres del Sur, el GEN y Unidad Popular. Dos de esas fuerzas, el GEN y Unidad Popular, rechazan cualquier tipo de acuerdo con el radicalismo. ¿Cómo cree que puede terminar ese frente?
–Nosotros estamos en conversaciones preliminares, procurando acercar posiciones con dirigentes de las distintas fuerzas que integran el FAP, pero no con la gente de Claudio Lozano y Víctor De Genaro, aun no hemos hablado con ellos. Si lo que se procura es remplazar al oficialismo y crear una fuerza que desde posiciones progresistas remplace al oficialismo y sea competitiva, es difícil de entender que haya resistencias en una construcción de esta naturaleza. Habrá que explicar las razones, probablemente las tendrán. Yo no las comprendo. En esas conversaciones, que son aproximaciones, las cosas no van mal.

–Fue elegido diputado con Margarita Stolbizer en 2009 bajo la bandera del Acuerdo Cívico y luego la política los separó, ¿volverán a estar juntos?
–Nosotros estamos trabajando en esa dirección, habrá que ver si existe la predisposición. El criterio que debería definir la política electoral tiene que ver con poner encima de cualquier consideración partidaria o personal la necesidad de imponernos al oficialismo desde una concepción que sea capaz de reunir valores fundamentales de la república, de la democracia, concepciones socialdemócratas. Tenemos que ser capaces de coincidir en las prioridades y de coincidir en los programas.

–En 2011 se le atribuyó una frase que hablaba de Macri como un "límite", pero usted negó haber dicho eso. ¿Por qué estaría mal hablar de límites en la política?
–Por cuestiones formales nada más. Yo no uso la palabra "límite" porque me parece agresiva. Puedo tener diferencias y no ponerme de acuerdo con muchísima gente, pero no por eso debo procesar las diferencias de manera agresiva e intolerante. A veces se procesan de esa forma para darle una apariencia épica a las diferencias cuando en realidad son disensos que siempre han existido entre las distintas fuerzas políticas en la Argentina. Nunca hablé de Macri porque yo no personalizo. Lo que dije es que para un gobierno nacional debían reunirse fuerzas capaces de tener coincidencias programáticas y que creía que con el PRO no tenía esas coincidencias programáticas y lo sigo sosteniendo. Tal vez escribieron "Macri" porque en ese momento al PRO no se lo conocía porque es una fuerza nueva. Entonces tienen necesidad de personalizarlo.

–¿Se va a reponer el radicalismo de la partida de Silvana Giúdici?
–(Risas) Se magnifican algunos problemas que tiene el partido desde la prensa oficialista y desde la prensa no oficialista. Realmente decir que en el partido se debate si hay que cerrar un acuerdo o un frente común, que integre al PRO para que después en internas abiertas dirimamos quién es el candidato sin decir que esta posición es absolutamente minoritaria no es un descripción fiel de lo que ocurre. Es una posición absolutamente minoritaria, hay que ver qué es lo que representa cada uno de los dirigentes.

–Más allá de los reproches públicos que hicieron desde el radicalismo, el PRO continúa intentando captar dirigentes radicales, pero al parecer no logra convencer a personalidades de mucho renombre...
–Si se leyera la situación con cierta profundidad y mirando los diarios, pareciera que el PRO tiene una debilidad muy grande en la provincia de Buenos Aires que no logra resolver. Yo a Macri le dije: "Si vos sos respetuoso de las instituciones, empezá por respetar a los partidos políticos. Si querés tener conversaciones con el radicalismo tenés que empezar por golpear la puerta del Comité Nacional para plantear cuáles son sus posiciones." 

–De todas formas algunos radicales parecen tentados para hacer un acuerdo con el macrismo.
–Si te referís a Gustavo (Posse), él me aseguró que va a acatar lo que diga el partido.

–¿Apostaría su casa a que Posse se queda en el radicalismo? Porque el otro día se fotografió con Jesús Cariglino y Jorge Macri y parecían los tres muy unidos. 

–No tengo por qué creer que no me dijo lo que sentía. "Yo voy a acatar la decisión del partido, yo voy a ser orgánico”, me aseguró. Y en la Convención, la inmensa mayoría no aprobaría una iniciativa de esa naturaleza. Pero no por sectarios. No nos reunimos porque no pensamos igual. Y si querés te doy un ejemplo: ellos votaron a favor de la ley del oficialismo de las ART y nosotros votamos en contra porque creímos que era un retroceso de los derechos de los trabajadores. Ellos están a favor del sistema de AFJP, nosotros en contra. Estuvimos a favor de la estatización de YPF. Muchos de ellos reivindican la década del '90 y nosotros somos muy críticos de ese proceso.

–¿Ve otros dirigentes con añoranzas de los '90?
–A mí me preguntaron después del 8N qué podía cambiar en el gobierno. En el gobierno no sé, pero en el oficialismo pienso que cambió la opinión que tienen sobre Scioli. Es probable que descartada la posibilidad de la re-relección o constatado el hecho de que Cristina Fernández no es la mejor candidata en términos electorales, empiecen a verlo a Scioli, por su imagen e intención de voto, como el más leal, el más comprometido con el modelo y el mejor estadista, es probable que se encolumnen detrás de su candidatura. Eso significaría que en 2015 el actual oficialismo podría competir desde una posición más cercana a la centroderecha. Sostengo que quienes creían que la única expresión de esas posiciones de derecha era el PRO, se podrían llevar la sorpresa de que el oficialismo o muchos de ellos formarán una fuerza que disputara desde esa concepción ideológica.

–¿Qué ventajas tendría el radicalismo si va por su cuenta en las próximas elecciones?
–No lo planteo en términos de ventajas y desventajas. Después de 2001 estalló el sistema de partidos en la Argentina y eso se disimula en el justicialismo porque está en el gobierno. Es muy difícil gobernar en un país sin sistema de partidos. Difícilmente podamos volver al bipartidismo, pero hay que reconstruir el sistema desde el "bifrentismo", por llamarlo de alguna manera o "trifrentismo". Un frente de centro izquierda socialdemócrata, republicano, democrático y un frente de centroderecha, más liberal, también republicano y democrático.

–¿Tendría lugar Elisa Carrió en un posible acuerdo?
–Yo no personalizo, la Coalición Cívica podría sumarse a una fuerza de este tipo.

–¿Qué cree que pasará con la Ley de Medios?
–Lo que diga la justicia.

–¿Piensa que hay corporaciones en la justicia?
–La presidenta dijo que los jueces están influidos, que hay que democratizar la justicia. ¿Piensa que hay corrupción?, ¿por qué no lo dice en esos términos? Puede ser que haya corrupción o influencia de las corporaciones, como también hay en el Poder Ejecutivo, que a veces cede a las presiones como en el caso de la minería y el juego. Pero están los mecanismos institucionales para hacer las denuncias y desplazar a esos jueces, ¿por qué no dejan que funcionen los mecanismos como el juicio político o el Consejo de la Magistratura? Pero si llama democratizar la justicia a la pretensión de que los fallos digan lo que ellos quieren, entonces no estoy de acuerdo. Si cree que las leyes no pueden ser inconstitucionales porque las sancionan los representantes del pueblo está equivocada. Me extraña que un abogado diga estas cosas. Hay que republicanizarla, que sea transparente, que los poderes estén controlados. La única instancia de control que acepta el kirchnerismo, al que le rinden cuentas, es al electorado cada dos años.

Fuente: Tiempo Argentino

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