Desde su asunción en diciembre de 2009, el Káiser pasó de la mesura a búsquedas más ambiciosas; de Rodrigo Rojas -el primero- a Iturbe -el refuerzo que está cerca-, un recorrido por sus 31 incorporaciones.
Entre las promesas electorales que Daniel Passarella realizó a finales de 2009, antes de asumir como presidente de River, hubo varias que pusieron el foco en la política de compras. Una de ellas ilusionaba con "refuerzos de jerarquía". Otra alentaba la esperanza del "regreso de los ídolos del club". Y, la más contundente de todas, daba cuenta del fin de los "jugadores falopa (sic)". No pasó mucho tiempo para que el Káiser mostrara decisiones cargadas de simbolismos, de señales tan importantes como oscilantes. De un mercado de pases a otros pasó de la mesura a búsquedas ambiciosas y cada uno de los períodos que tuvo para reforzar el plantel mostró una diferencia más que evidente en nombres y en números.
Con el regreso de Ramón Díaz como entrenador, la gestión de Passarella tiene en su haber los ciclos de Leonardo Astrada, Angel Cappa, Juan José López, Matías Almeyda y el del riojano que comenzó recientemente. Heredó a Astrada y, en el medio de las acusaciones a la gestión anterior, llevó adelante negociaciones que terminaron con las llegadas de Gustavo Canales, Juan Manuel Díaz, Alexis Ferrero y el paraguayo Rodrigo Rojas -la primera contratación con la rúbrica del Káiser-. Cada uno encierra una historia en si misma, pero el condimento adicional que los agrupa es que ninguno está en el club actualmente.
Después del despido telefónico de Astrada, Passarella contrató en abril de 2010 a Cappa. Con la tesorería comprometida, con una importante deuda por un plantel de 62 profesionales que se depuró a la mitad y con varios reclamos que llegaban al club por parte de los proveedores, el presidente presentó en el Museo de River ocho refuerzos: Juan Pablo Carrizo, Carlos Arano, Jonathan Maidana, el peruano Josepmir Ballón, el paraguayo Adalberto Román, Walter Acevedo, Leandro Caruso y Mariano Pavone. Algunos futbolistas llegaron a préstamo, pero los pases de Román, Acevedo y Maidana se adquirieron en 9 millones de dólares. A pesar del dinero aportado por capitales privados, entre ellos la empresa Full Play, vinculada a Ricardo Cosentino, amigo personal de Passarella, el club necesitaba obtener financiamiento para las compras. Así fue como, durante meses, se anunció la creación de un fondo común de inversión, incluso se mencionó como órgano fiduciario a Bapro Mandatos, de Grupo Banco Provincia. Si hasta se lo bautizó con el nombre de "Futuro Millonario I" y la estimación era conseguir unos 20 millones de dólares para cancelar las deudas contraídas por reforzar el plantel. Jamás se concretó y Julio Grondona, al que tiempo después el Káiser le pediría a gritos la renuncia por el arbitraje de Lousteau en un superclásico, autorizó los documentos con los que la AFA canceló las deudas contraídas por el club de Núñez en ese mercado de pases a cambio de los derechos por futuras ventas.
UN SOLO REFUERZO Y EL DESCENSO
En noviembre, Passarella decretó el final del ciclo de Cappa y el equipo quedó en manos de Juan José López en forma interina. Pero como consecuencia de cuatro partidos en cinco partidos, de salir de la Promoción, el titular de la entidad millonaria tomó dos decisiones que marcaron para siempre la vida de River. Es que con la confirmación de "Jota Jota" como DT, la lectura que se hizo es que el equipo no necesitaba reforzarse y hubo una sola contratación: Fabian Bordagaray, que llegó con un préstamo con el único costo del sueldo. La historia posterior se lo demandó, el 26 de junio de 2011 River descendió a la B Nacional.
El día después del traumático descenso, Passarella buscó dar un golpe de efecto y le ofreció el cargo de entrenador a Matías Almeyda, que rápidamente dio una respuesta positiva. El volante que unos días antes había vivido el descenso desde adentro, ahora era el hacedor de una lista con los nombres elegidos para reforzar una misión que tenía como objetivo devolver rápido a River al fútbol grande de la Argentina. Para la primera parte en la B Nacional llegaron Luciano Vella, Agustín Alayes, Carlos Sánchez, Cristian Ledesma, Martín Aguirre, pero los más rutilantes fueron los desembarcos de Alejandro Domínguez y Fernando Cavenaghi.
Las ventas de Erik Lamela a Roma, la de Roberto Pereyra a Udinese y la de Lucas Ocampos a Monaco aportaron euros y comodidad para moverse en los últimos recesos. En el último verano, la sorpresa llegó con la llegada de dos incorporaciones de jerarquía como las de Leonardo Ponzio, proveniente de Zaragoza, y David Trezeguet, cuya extensa trayectoria se trasladó a un contrato firmado hasta 2014.
El regreso a primera división quedó opacado por las traumáticas salidas de Cavenaghi y del Chori Domínguez. La apuesta dirigencial que acompañó Almeyda fue formar un equipo a partir del liderazgo de Trezeguet y de Ponzio, pero no cumplió con las expectativas y fue despedido dos fechas antes de la finalización de un torneo Inicial que encaró con caras nuevas como las de Marcelo Barovero, Gabriel Mercado, Ariel Rojas, Carlos Luna, Rodrigo Mora y Jonathan Bottinelli. La del defensor fue una contratación con triangulaciones de las características que el propio Passarella criticó con frases de la magnitud "se acabó la joda".
La ingeniería actual tiene asegurada la incorporación de Leonel Vangioni y están muy avanzadas las negociaciones para contratar a Juan Manuel Iturbe (está todo dado para que llegue a préstamo por seis meses a cambio de 400.00 dólares). Ejemplos de una política de compras que impulsó la llegada de Ramón Díaz, el técnico que Passarella convocó para acallar los ánimos con vistas a un 2013 con un marcado tinte electoral. El año que viene está en la cabeza del Káiser, que para junio próximo está pensando en Martín Demichelis y Andrés D'Alessandro como para llegar lo mejor posible a las elecciones de diciembre. Y, como el propio presidente se lo reconoció a sus dirigentes más cercanos, nada es gratis si no se cumplen las promesas de campaña.