"San Lorenzo está saliendo del infierno, pero sigue al borde de la quiebra"

- ¿Llegaste a llorar por San Lorenzo? 

- Lloré mil veces. De tristeza y de emoción. El día del 7 a 1 contra Boca estuve muerto; para mí, fue el día más triste de mi vida deportiva, porque yo el descenso no lo viví porque tenía un año el 15 de agosto de 1981. El triangular que perdimos contra Boca también estaba muerto. De emoción, mil veces. Cuando ganamos campeonatos, el sentimiento por mi viejo siempre aparece. Y también me agarré a piñas varias veces por San Lorenzo. Sobre todo, de pendejo, cuando me cargaban porque no teníamos cancha. 

- ¿Los días negros cómo los vivís? ¿No se te puede ni hablar? 

- Y, por ejemplo, el día del 7-1 llegué a casa, apagué el teléfono y les pedí a todos que ni se me acercaran. Estaba destruido. Al otro día era un zombi en el trabajo y mirá que yo siempre traté de que lo futbolístico no me afectara en lo laboral y en mi casa, sobre todo ahora que estoy casado. ¿Otro día fatal? Después del 0 a 0 con Independiente del torneo anterior me vi en la B. Son días muy difíciles, de muy mal humor, no hablás con nadie, te vas a dormir sin comer. Son cosas irracionales, no tienen ningún sentido. Si lo tomás del lado racional, es una locura. 

- ¿Tu mujer lo entiende? 

- Lo entiende porque estamos juntos desde hace muchos años, siempre me conoció así. Era de Racing, pero yo la hice de San Lorenzo, hasta es socia (risas). Creía que de grande se me iba a pasar, pero no se me pasa. No sé si es bueno o malo o tal vez un síntoma de inmadurez. No se me pasa. 

- ¿Se puede manejar la pasión con la cordura de ser dirigente? 

- Hay que saber separar, aunque sin dejar de ser hincha. Nunca hay que dejar la pasión. Eso sí, en determinados momentos hay que ser racional y pensar. Ante determinadas calenturas que tenía como hincha, como un insulto, ahora tengo que contar hasta diez. Me levanto de la platea y me vuelvo a sentar, cuando pienso que soy el presidente. No es fácil este trabajo. Después de la derrota contra Boca (3-1 en la Bombonera) nos replanteamos todo. Cambiamos el técnico, el plantel lo habíamos armado nosotros y teníamos 12 puntos en 12 fechas. Fue una derrota muy dura.? Pero en ningún momento nos afectó la parte emocional. 

- ¿Te cambió la vida ser presidente de San Lorenzo? 

- En lo laboral me quité mucho tiempo. Llego [al club] a las dos de la tarde y me voy a las nueve, diez de la noche. Y a la mañana, mucho teléfono. Tengo una estructura buena, pero hay oportunidades de crecimiento que si no estoy yo, no las voy a tener. Pero estar en San Lorenzo es un orgullo y por eso lo absorbo. Y en cuanto a mi pareja...?es complicado. 

- ¿Cuando tu grupo íntimo se enteró de que ibas a ser candidato a presidente, ¿cuántos te preguntaron si estabas loco y cuántos te apoyaron? 

- Bastante repartido. Los que no entienden el fútbol me decían que estaba loco, que siempre me iban a insultar. Que me iban a gritar que era chorro y esas cosas...?La principal opositora de que fuera presidente fue mi vieja. Y los amigos me bancaron. Si vos me preguntás si dudé, y sí, por supuesto.?Tenía miedo de ser presidente, pero alguien se tenía que hacer cargo. Era una responsabilidad muy grande, pero en ese momento no había otra alternativa. El 15 de julio negociábamos con los jugadores y no éramos dirigentes legítimos. El respaldo de Marcelo fue fundamental, yo sin Marcelo no me hubiese animado a estar. La vorágine y la situación nos fueron llevando. 

- ¿Sos amigo de Marcelo? 

- Tengo una muy buena relación, lo quiero mucho, lo admiro, tenemos una historia personal muy parecida por la pérdida de nuestros viejos y nuestro amor por San Lorenzo. Eso nos une mucho. Te diría que sí, que somos amigos. Me enorgullece, no parece que sea uno de los tipos más poderosos de la Argentina. Con él podés conversar de todos los temas, es un enfermo de San Lorenzo. 

- Fue un año que en el que estuvo muy expuesto con los medios. Más que otros años. 

- En San Lorenzo estuvo muy metido y muy contento. A mí me llama la atención, es asombroso que un tipo con tanta exposición esté tan en el día a día y en el presupuesto. Los que dicen que viene a poner plata se equivocan, lo subestiman, Marcelo es mucho más importante que eso, porque tiene capacidad de gestión. Tiene poder para conseguir cosas, de lobby, de que los jugadores le crean y que los sponsors se acerquen. Te doy un ejemplo: hacemos una conferencia de prensa, voy yo y hay prensa, va él y hasta Paparazzi está. Y eso para San Lorenzo es bárbaro. 

- ¿No es contraproducente? ¿No quedás al límite del show? 

- Yo creo que no. Hay que saber capitalizarlo, no llamar al escándalo. Si yo me sacara una foto con una bailarina de Tinelli sería un escándalo, pero como nuestra conducción es seria, no hay problema. 

- El parecido físico con Tinelli, ¿es una casualidad? 

(Risas) - No, nada... Sí, es casualidad. Me lo dijeron varias veces, es verdad. Hasta dicen que soy el hijo que Marcelo tuvo en Bolívar a los 20 años.?No somos hermanos, ni él me tuvo a los 20 años, el estilo es una casualidad. 

¿Después de diciembre de 2013, qué? ¿Agarrás la valija y te vas? 

- Hoy te digo que sería muy complicado seguir, que sería un esfuerzo muy grande. Que tiene gratificación cuando la cosa va bien, que la gente te salude en la calle, pero también te digo que es difícil. Hay que pensarlo muy bien, con la cabeza bien fría saber qué hacer. Que el que venga pueda entregar un cheque y que no sea rechazado. Hay que apostar a la continuidad, no sé, alguien de nuestro grupo. Hoy, al menos, estamos mejor, vamos saliendo, pero la situación sigue siendo crítica. San Lorenzo está saliendo del infierno, pero sigue al borde de la quiebra. 

La charla acaba y Matías arma las valijas: en ojotas, ya debe de estar por las finas arenas de Colombia y Cuba. Un breve descanso de tanta vorágine. O no: no va a liberarse tan fácilmente de San Lorenzo. Ni siquiera, un par de días. "Me llevo la computadora, el celular, todo, voy a estar conectado todo el tiempo con lo que pasa", advierte, decidido. 

- ¿No vas a desenchufarte? ¿Y cómo haces para que no te echen de tu casa? 

(Risas) - Es que no sé si me van a echar de mi casa. A la vuelta te digo.

Fuente: canchallena