Sergio Maravilla Martínez es un hombre que sustenta buena parte de su vida en los sueños, lo que no habla de otra cosa que de una inoxidable seguridad en sí mismo. Pero, a diferencia de quienes hacen lobby para lograr premios, él se los acredita por peso propio e intenta morigerar su estatura de figura para convertir a la estrella en un hombre común. "En la vida, como en el ring, hay que luchar todos los días", avala como un latiguillo alimentado por el convencimiento más férreo.
Con el masivo reconocimiento de sus compatriotas, sumado al título de campeón mundial del CMB, al Olimpia de Oro que le otorgó el Círculo de Periodistas Deportivos y de la futura concreción de una pelea en su país, le cuesta encontrar nuevas motivaciones. "A veces, pienso y veo que tengo nueve cinturones en mi casa. Siento que es mucho lo que logré. ¿Qué más puedo conseguir? Firmé un contrato con HBO por tres peleas más, que serán las últimas de mi carrera, incluida la del 27 de abril en la Argentina, creo que en el estadio de Vélez. A mis sueños deportivos le queda un cartucho, a lo sumo dos. El boxeo está perdiendo protagonismo en mi vida. Me queda poco tiempo para que el boxeador le dé lugar al hombre", declara.
Sabedor de cómo podrían repercutir esas palabras en el mundo de su disciplina, se apura en aclarar que ello no le generará desmotivación alguna en esos enfrentamientos que aún le restan antes de dar las hurras. "Vivo un momento genial, en el cual me es imposible perder la motivación y las ganas de seguir ganando. Eso, hoy es más fuerte que cualquier otro sentimiento".
Parece contradictorio, pero Maravilla se toma su tiempo para ofrecer respuestas espontáneas. Siempre tiene bien en claro lo que desea contestar desde un primer momento, aunque prefiere parar la pelota y utilizar ese segundo de pausa para reflexionar sobre el mejor modo de llegar a su interlocutor. Casi como ejecutando una de sus fabulosas fintas ante el más bravo oponente.
Con la confirmación de esos tres combates que (de no acabar por la vía rápida) le representarán los 36 rounds finales de su vida, el quilmeño empezará a desplegar nuevas facetas, porque -como el siempre suele agregar-, "después de esto, la vida continúa". Entonces se abrirá de par en par la puerta para el incipiente promotor y entusiasta formador de nuevos talentos en España, donde reside. "Hay muy buenos proyectos allí, pero tenían una mala base, no había una formación adecuada. El país creció en todos los deportes, pero no en boxeo. Y estamos trabajando para que de aquí a algunos años surjan algunas figuras", explica.
La entrevista con el campeón develará no sólo su entusiasmo ante lo que se aproxima, sino también su polifuncionalidad "abajo" del cuadrilátero y una excelente memoria para retrotraerse a fechas y circunstancias. "Me preguntan por la presión de ser local en el combate ante Murray y a mí me entusiasma. Siempre rendí mejor así. La presión para mí fue una aliada, con ella respondo mejor que cuando las aguas están calmas", reflexiona sin despegar los pies de la tierra. Y advierte: "A veces también es difícil tener todo el público a tu favor, porque entonces yo tengo la obligación de devolverle todo lo que me da, pero multiplicado por diez. No les puedo fallar. Pero eso esa pelea la tengo que disfrutar, la voy a disfrutar".
A pesar de su presente, aún sostiene que 2010 fue su mejor año, porque fue cuando obtuvo la doble corona (OMB y CMB) de los medianos, al batir al durísimo Kelly Pavlik y después protagonizó un fabuloso KO ante Paul Williams en Atlantic City. Época cercana en el tiempo, pero lejana a la hora de evaluar un presente en el que la popularidad podría amagar con hacer tambalear las estructuras de Maravilla. "A veces, mucha gente me critica porque cree que he cambiado. Y no es así. Uno tiene que atender a un montón de periodistas. Antes, como eran menos, me era más sencillo organizarme. Ahora, si los atiendo a todos y no me alcanza el tiempo para saludar a mis familiares, dicen «¿Ves? ya ni saluda a los hermanos», pero si voy a saludar a mis hermanos y no llego a atender a la prensa, se comenta que ya no soy el mismo. Es una situación difícil, fea. Y cuando dicen cosas negativas me duele más por quienes me quieren que por mí" , se resigna. De hecho, sus orígenes viajan permanentemente en su mochila y por ello recuerda con cariño aquellos combates en el microestadio de Argentino de Quilmes, donde se lució en numerosas noches. "Allí, el 22 de octubre de 1999, hice mi último combate antes de mi primera experiencia en el exterior", precisa con asombrosa exactitud.
¿Y el dinero? ¿Qué papel juega hoy en la vida de Maravilla? También lo analiza sin los prejuicios que siempre conlleva hablar del tema: "Las ganancias del último año me han permitido tener un buen colchón de dinero. Eso me aporta también la alegría de poderles echar una mano a quienes están con problemas. Dosificando así las cosas, uno tiene la tranquilidad de que la plata está bien utilizada, porque va a las manos de quien realmente la necesita. ¿Qué puedo sumarme yo? ¿Un coche deportivo, una mansión? No me cambia la vida dormir en una cama de menos euros. Ahora me doy algunos caprichos, como pelear en mi país o entrenarme en Madrid, en lugar de Oxnard, nada más..."
De vuelta a su presente deportivo -la batalla ante Murray- y la rivalidad que lleva adherido el combate por tratarse de un rival inglés, Martínez no sabe cómo puede ser el recibimiento para su oponente. "No deberían mezclarse las cuestiones políticas ni hacerse mención a Malvinas -opina-; es hora de que demos vuelta la página en ese tema. Y no estoy de acuerdo con que se ejecuten los himnos en las peleas por el título. En septiembre, peleamos Chávez y yo, no México con la Argentina".
La entrevista va tocando a su fin. En la planta baja del hotel, la mamá del campeón, Susana, lo espera para ir a almorzar juntos. "Mi madre es la que colecciona todos los recortes de mi campaña, que se incrementaron mucho este año. Yo no guardo nada, pero mamá tiene el mejor archivo sobre mi carrera", se enorgullece. "Ella y mi papá, que está en España, están muy felices con mi presente. Mamá sólo me critica porque no le di nietos (risas)... y mi papá siempre me alienta. Suele repetirme «si vos sos feliz, yo estoy contento», así que eso me deja muy tranquilo".
Y es así como Maravilla se siente: feliz y tranquilo. Su semblante está muy lejos de permitirle mentir.ß
"LA PERFECCIÓN NO EXISTE, PERO MONZÓN LE PEGABA EN EL PALO" Por un malentendido ("una frase sacada de contexto", según Maravilla), se criticó al quilmeño porque supuestamente él había dicho que, de haberlo enfrentado, le habría ganado a Carlos Monzón. "Cuando se me preguntó si yo hubiera batido a Monzón, contesté que yo peleaba para ganar siempre y ante cualquiera iba al frente, a matar o a que me devolvieran en un cajón de madera. No importaba si el rival era Superman, el increíble Hulk, King Kong, Tyson o Monzón. Yo iba a ganarle. Después se dijo que yo había dicho que le ganaba a Monzón. Nada que ver... si yo tenía el poster de Monzón en mi habitación, siempre fue un ídolo para mi. Siempre creí que en el boxeo la perfección no existe, pero él le pegaba en el palo", admite quien presenció en directo la reciente caída de Manny Pacquiao ante Juan Manuel Márquez en Las Vegas. "En ese momento dije ?lo mató'. Fue un golpe increíble, que lo puede recibir cualquiera y me causó una angustia muy grande", reconoció el argentino.