"Perdóneme, señor, es que hace mucho que no los veo.". Sergio Martínez, más conocido como Maravilla, se disculpa y se desparrama en el sillón blanco, después de tomarse un tiempo para saludar a su hermano Sebastián, entre otros familiares, y antes de escuchar la primera pregunta, en un lugar reservado del Sheraton, que por unas horas se pareció más a un hotel de Las Vegas que uno de Buenos Aires.
-Sergio, estás otra vez por aquí, en tu tierra, y en la tapa de LA NACION dice que "Maravilla le ganó a Messi". ¿Qué pensás de eso?
Apoya suavemente en el piso el Olimpia de Oro que recibió pocas horas antes, toma el ejemplar de LA NACION Deportiva, relee ese título y sonríe antes de responder.
-Creo que hubo un error, sinceramente lo digo. Anoche lo dejé como al caer. Ahora lo repito. Creo que Messi, hoy, es intratable, invencible. Yo no le puedo ganar. Y estoy orgullosísimo de estar detrás de él. Messi es mejor que yo. Un deportista increíble, de otro planeta. Yo podría ser el mejor de los deportistas seres humanos; Messi es de otro planeta.
Vuelve a tomar el trofeo dorado, pide permiso para quedarse con el diario, y sigue hablando: "Este premio significa un mimo que me da la Argentina, que me dan los argentinos. Significa un agradecimiento a tantos años de andar por el mundo envuelto en una bandera argentina, como lo hice cada vez que fui a Inglaterra, a Irlanda, a Estados Unidos, donde me tocara pelear".
-Y ahora te tocará pelear aquí, justamente.
-Volver a pelar en la Argentina es uno de los sueños, de los grandes sueños. De los que no me dejan dormir. Recuperar el campeonato del mundo de peso mediano, ya lo logré; pelear y ganar en Las Vegas, ya lo logré; pelear y ganar en el Madison, ya lo logré; lo de ser el mejor libra por libra está por verse, es complicado y difícil. Pero volver a la Argentina por la puerta grande, hacer un gran espectáculo para miles de personas, es lo máximo.
Recuerda con precisión de noqueador la última vez que peleó aquí: "Fue el 2 de febrero de 2002, contra Francisco Mora. Gané por puntos, decisión unánime. Fue una pelea difícil. Tenía el pelo negro, las dos anteriores las había hecho con el pelo amarillo y el pelo rojo. Fue en la Federación Argentina de Box".
La pelea que viene, contra Martín Murray, el 27 de abril del año próximo, será, en cambio, en un escenario mucho más grande y ante mucho más público. No está confirmado aún, pero sería en el estadio de Vélez. Aunque, para muchos, desechado el Luna Park porque quedaría chico, el lugar ideal sería el estadio de La Plata, con su techo y su resonancia.
-Sos un hombre acostumbrado a pelear de visitante, ¿la presión a favor te puede jugar en contra?
-Pelee en el Madison lleno, en el estadio de Las Vegas lleno, con 5000 argentinos alentándome. Lo que sienta lo voy a poder comentar el día de la pelea; ahora es sólo una gran alegría, ¿sabes?
-Siempre hablaste de no temerle a nada. Pero, ¿no hay otro tipo de miedo, ahora? Al exitismo, a la confianza que da el triunfalismo.
-Creo que ese es mi enemigo íntimo. Algo a lo que no tengo que tenerle miedo; tengo que tener la decisión de enfrentarlo. Yo mismo soy el rival más difícil. Si no me quiero levantar a las cuatro, no me levanto, y me levanto a las diez. Eso sería el exitismo. Por eso, digo, mi rival más difícil no va a ser Murray; voy a ser yo mismo.
-¿Murray es una escala más en tu carrera?
-Lo defino como un Sergio Martínez en el año 2007, 2008, 2009, donde yo daba la vida por escalar, por ganarme un lugar. Creo que él se encuentra en esa situación y eso lo vuelve muy peligroso. Tendré que trabajar duro para dejarlo en su sitio. Y creo que eso ocurrirá antes del octavo asalto.
Unos minutos antes, en una presentación propia de Las Vegas, se había calzado la camiseta argentina con el N°10, al tiempo que Murray se ponía la camiseta inglesa. Sin embargo, no hubo esta vez una pelea antes de la pelea, como sucedió con Julio César Chávez Jr. No hay animosidad con este rival, por británico que sea, como sí la había con el mexicano, que por estos días ha vuelto a acicatear a Maravilla en un ida y vuelta a través de las redes sociales: "Junior tiene la boca más grande que el cerebro. Está metiendo la pata cada vez que habla. Que espere, que pase su sanción, que limpie su cuerpo. Que limpie lo que ensució y recién ahí vamos a hablar de una revancha. O no".
-Aquella pelea te dejó la gloria y también muchas heridas. En una mano, en la rodilla, en la cabeza.
-.en las costillas.
-¿Y cómo están?
-La mano está bien, perfecta, no tuve inconvenientes para golpear. Las costillas están soldadas. Sólo queda la pierna, porque hace un mes y pico que me operaron tobillo y rodilla y estoy en plena recuperación. Pero en un par de semanas me estaré entrenando normalmente. Sólo necesito un poco de tiempo, porque ya no tengo 20 años,
No los tiene, es cierto. Más cerca de los 40, de todos modos, sigue cumpliendo sueños. Como volver a pelear en la Argentina. Como ganarle a Messi, aunque haya sido sólo por una noche y ni él mismo se lo crea.