Federer pasó por Brasil e hizo emocionar al público
El suizo está concretando una cuenta pendiente: visitar Sudamérica; además de jugar al tenis también hizo fútbol con niños de una favela, probó frutas exóticas y se emocionó: "Vi personas llorando por verme".
En cinco intensos y calurosos días, que incluyeron degustación de frutos exóticos y afrodisíacos, tenis ante ídolos brasileños y partidos de fútbol con niños de una favela paulista, el suizo Roger Federer hizo realidad su "sueño" de estar en Brasil.
"Vi personas llorando por verme. Eso pasó otras veces, pero aquí más que en cualquier otro lugar", dijo en medio al torbellino de actividades el tenista de 31 años, que ya conquistó 74 títulos y estuvo en el primer lugar del ranking mundial durante 302 semanas.
Desde el pasado jueves, cuando el máximo ganador de títulos de Grand Slam desembarcó en Sao Paulo para disputar una serie de partidos de exhibición junto a otras grandes figuras del tenis mundial, el número dos del mundo no hizo siquiera una pausa en el país cuyos "fans" describió como "los más cálidos" que nunca encontró.
En un intento por retribuir la "calurosa" acogida, esto dicho tanto metafórica como literalmente ya que las altas temperaturas fueron el marco del pasaje de Federer por Brasil, el suizo firmó autógrafos en toda clase de objetos -pelotas de tenis, camisetas, gorros, libros- y se sacó centenares de fotos con los aficionados, sin perder ni por un momento su característica sonrisa, mezcla de simpatía y timidez.
El jueves, primer día de estadía en suelo brasileño, comenzó afeitándose en público para honrar la marca que patrocina la gira sudamericana, y visitó el popular Mercado Municipal de Sao Paulo, donde probó dos "excentricidades", al menos para él: frutas exóticas afrodisíacas, sobre las que bromeando preguntó si servían "para hacer bebés", y un popular bocadillo hecho a base de pan y mortadela -embutido elaborado con carne de vaca y cerdo, muy económico-.
Por la noche, la alegría de estar en el "gigante sudamericano" no se vio empañada ni por el calor "de sauna" que se respiraba en el Gimnasio de Ibirapoera, ni por el debut con derrota por tres sets ante el brasileño Thomaz Bellucchi, de quien dijo que le ve "potencial para ser Top 10".
Después de "ponerse en el bolsillo" a la "torcida" brasileña, que pagó fortunas para verlo y lo recibió ovacionándolo de pie, algunos portando incluso la bandera de Suiza, Federer se "adueñó" de la prensa.
Durante la conferencia que se atrasó más de media hora, un Federer siempre cálido y vistiendo una chaqueta "verdeamarela" con un inmenso "Brasil" escrito en la espalda, repitió lo que ya había comunicado a través de su cuenta en Facebook: "El sueño se hizo realidad. Para mí fue muy especial jugar aquí, y lucir esta chaqueta es un respeto a Brasil. Soy fan de 'Guga' (Kuerten) y de (el piloto brasileño de Fórmula 1, Ayrton) Senna. Estoy muy feliz de estar aquí".
El viernes, el tenista visitó la favela de Paraisópolis, donde asistió a la final del Campeonato de Fútbol de la CUFA (Central Única de las Favelas) y remató unos penales junto a los niños de la barriada en una chancha de fútbol sala.
Después, y sin mostrar cansancio, enfrentó dos animados "minipartidos" de tenis con "su" ídolo, el brasileño Gustavo "Guga" Kuerten, y con la legendaria "reina" del tenis de Brasil, Maria Esther Bueno.
"Ella venció 19 torneos de Grand Slam (sumando singles y dobles) y todavía juega maravillosamente bien", se asombró Federer tras jugar con Bueno, de 73 años.
Ayer, antes del gran partido de exhibición ante el francés Jo-Wilfried Tsonga, el suizo "se midió" ante la estadounidense Serena Williams, en una improvisada cancha armada en la entrada del famoso Museo de Arte de Sao Paulo (MASP).
Tras el partido de unos diez minutos que paralizó virtualmente el centro de la gran ciudad, Federer jugó con niños "aprendices" de tenis que participan de un programa social, y expresó su deseo de que su estadía los "inspire" a seguir sus pasos. "Quién sabe si, en el futuro, ellos jugarán el circuito representando a Brasil. Definitivamente, ésta es una de las razones de que estemos aquí", afirmó.
Por último, en el clímax de su visita a Brasil, Federer tuvo el "hornor" de conocer a "una leyenda": el "Rei" Pelé, con quien intercambó camisetas autografiadas y a quien demostró inmensa admiración, y cerró con un triunfo "en casa" el choque ante Tsonga, en un Ibirapuera en el que cerca de 10.000 "rogeristas" lo alentaron a lo largo de todo el encuentro: "Olé, olé, olé, olé, Roger, Roger".