José Mourinho no puede con su genio, y llamar la atención es parte de su repertorio cuando se sienta a dirigir en el banco del Real Madrid.
Ayer dio sobradas muestras, al protestar los fallos del árbitro, agredir a los jugadores y hasta a un miembro del cuerpo técnico del Barcelona.
Fue entonces que el mediático entrenador portugués realizó un gesto bochornoso, agitando la mano derecha cerca de su nariz en señal de "mal olor", lo que no es difícil de interpretar como una actitud racista. El mejor jugador del mundo, quien ya había convertido un gol y dado una asistencia, no le respondió.
Por el contrario, Messi habló -una vez más- en la cancha, con la pelota en los pies; tanto que marcó el tercer y decisivo tanto a escasos minutos del final del partido, para darle al Barcelona un nuevo título, esta vez el dela Supercopaespañola.
A "Mou" también le quedaba una carta: con la historia liquidada, aprovechó una gresca entre los jugadores para meterle un dedo en el ojo a Tito Vilanova, el segundo entrenador del equipo rival. Con lo cual se ganó el repudio absoluto de todos.