Campañas virales

Hackear estereotipos: el verano grita "Hermana, soltá la panza"

¿Y si te dijeras a vos misma que no hay nada malo con tu cuerpo así tal cuál como está? Y si al final te dieras cuenta que hemos estado romantizando ideales que nos devuelven siempre una imagen distorsionada de nosotras mismas? Y si pudiéramos empezar a ser libres de esa dominación cultural? 

Aunque hay de todo en el espacio virtual, este último tiempo las redes sociales también se han convertido en un espacio de resistencia para muchas mujeres que comienzan a cuestionar los modelos de belleza impuestos por la cultura masiva que se reproduce en publicidades y los medios de comunicación tradicionales. Hay indicios de que otra historia comienza a contarse.

Desde el proyecto artivista "Mujeres que no fueron tapa" (Mqnft), se puso en acción una campaña que no para de crecer. Se trata de la iniciativa "Hermana, soltá la panza", que con su correspondiente hashtag, se ha convertido en un puente de confianza para que mujeres de todo tipo se animen -justamente- a soltar con la panza, estereotipos y mandatos. La idea ya es viral en el universo digital y apunta a hackear el verano para poder disfrutarlo con cuerpos reales.

"Ayer fui a una quinta y estuve el 95% comparando mi cuerpo con el de otras. ¿Por qué tengo esta panza, estas piernas? ¿Por qué no me queda así la tanga??? ¿Y saben lo único que me sacaba de la pesadilla? Acordarme de #HermanaSoltaLaPanza. Gracias por salvarme la vida de a poco", reza uno de los posteos compartidos por la campaña.

"A mis pinches 25 años por primera vez pude disfrutar de mi cuerpo en la playa, por primera vez usé un traje de 2 piezas con orgullo sin sentirme culpable por no estar "en forma", sin maltratarme al mirarme al espejo. Me sentí hermosa, me amé, le agradecí a mi cuerpo lo que ha hecho por mi.
Me disfruté!! Para algunxs este tipo de campañas puede parecer estúpida, a mi me acaba de impactar la vida. Gracias",
dice otro de los tantos testimonios que se comparten a diario.

Exigencias, frustraciones, falta de confianza. Todo esto está visibilizando la campaña sobre el impacto que tiene la imposición de un modelo de belleza en el que muy pocas encajan. Es que las mujeres todavía no hemos tomado una dimensión real de lo que la cultura ha hecho sobre la forma en que nos percibimos a nosotras mismas y cómo esto influye en nuestras vidas.

Mostrar la forma en que la cultura masiva reproduce y construye estereotipos de género, desnaturalizarlo y hackearlo para construir otras narrativas que expandan las voces de las mujeres que se construyen por fuera de esos modelos, es el objetivo de "Mujeres que no fueron tapa".

Lala Pasquinelli, fundadora del proyecto, contó en una entrevista a la agencia Télam en el mes de noviembre, que el hashtag #hermanasoltalapanza lo vienen usando desde hace cuatro años cuando llega la temporada estival, pero que esta vez se lanzó como campaña "porque me pareció que todo estaba mucho más opresivo en relación a los cuerpos", expresó.

Cuando hablamos del modelado de los cuerpos no es que estamos hablando exclusivamente de la panza, hablamos de todo lo que implica exigirnos esto de no tener panza" que en el fondo lo que plantea es "que si el cuerpo tiene la forma que tiene, es un cuerpo inadmisible".

En otra entrevista cedida a la misma agencia pero en el 2020, Pasquinelli reflexionó sobre la importancia de analizar críticamente la imagen de la mujer que construyen los medios masivos de comunicación.

Sobre esto dijo: "Los medios tienen un rol muy importante en la construcción de sentidos sobre qué es ser mujer y cómo es el modelo su éxito o visibilidad, que es lo mismo. Y los consumidores de medios y publicidad -que somos todos-, vamos incorporando, a través de imagen y los relatos, ideas sobre cómo lucen esas mujeres, de qué hablan, qué características físicas tienen y qué roles desempeñan en la sociedad.

Hay que tener en cuenta que el género y la identidad se construyen colectivamente. No nos vienen en el ADN las tareas que después se nos van a asignar por ser mujeres, como tener que limpiar el baño o salir corriendo a teñirnos las canas cada vez que crecen. Y es importante ver cómo nos afecta ese modelo a las personas que no encajamos y a quienes se nos impone una mutilación identitaria y hasta física, en ocasiones, para encajar en él", señaló.

Sobre cómo operan estas imágenes en la autoestima de las mujeres, la artivista expresó que la estima, como identidad, se construye colectivamente ya que vivimos en relación, afectamos y estamos afectados por la cultura y por los otros y las otras.

Lala Pasquinelli. Artista, feminista y fundadora del proyecto Mujeres que no fueron tapa. Foto: perfil de Facebook. 

"¿Cómo puedo tener estima por mí misma si vivo en una sociedad que todo el tiempo me está mostrando imágenes de mujeres jóvenes, rubias, blancas, delgadas, heterosexuales, con el pelo lacio y largo, que hablan de la maternidad, del cuidado de su cuerpo y del amor romántico si no encajamos en ese modelo?  

¿Cómo podemos sentir que nuestros cuerpos e identidades está bien si no me encuentro en las representaciones, si por un lado soy invisible y, por otro, recibo una mirada discriminatoria? ¿De qué modo puedo yo estimarme si lo que me devuelve el contexto no es estima, sino desprecio y a veces odio cuando se trata de cuerpos e identidades disidentes y por lo mismo, consideradas erróneas o falladas? Hablar de autoestima implica que el problema lo tenemos que resolver individualmente, es volver a poner en nosotras la responsabilidad y la culpa, y no es así".

Así mismo en esa misma entrevista arrojó luz sobre cuál suele ser el precio que tienen que pagar las mujeres que no se acoplan al modelo que se les impone. Sobre esto dijo:

"Se suele decir "yo me depilo, me tiño o hago dieta porque me gusta". En realidad lo que gusta no es eso sino encajar, porque ¿qué posibilidad de elegir tenemos si, en caso de no encajar, vamos a tener una sanción social? Si yo me dejo los pelos o las canas, por más intencionalidad política que tenga, cuando salga a buscar un trabajo estándar, como un banco, no me van a tomar.

Cuando hay un modelo que nos propone una única forma de ser y habitar nuestros cuerpos y crecemos sin ver cuerpos gordos, con canas, cicatrices o manchas en los medios y la publicidad, es muy difícil que elijamos ser eso que es señalado como lo feo y lo no deseable.

Estos estereotipos y modelos funcionan por recompensa; si encajás, esa obediencia va a ser bien pagada posicionándote mejor en el mercado del deseo, permitiéndote el acceso a un determinado trabajo porque cumplís con el requisito de buena presencia...En cambio, la disidencia tiene un costo que muchas veces implica quedarse afuera de estos circuitos que tienen estas lógicas.

Pero no podemos ser quienes no somos sin que eso tenga un costo muy grande: nos mutila no sólo el cuerpo sino nuestra diversidad humana, la posibilidad de experimentarnos y experimentar la vida en sus múltiples posibilidades. Hay un bisturí psíquico, espiritual o identitario que nos recorta esa posibilidad y eso se paga en angustia y otras reacciones propias de un cuerpo que hay que acallar patologizándolo, como la bulimia y la anorexia. La rebeldía también duele, no es gratuita, pero encajar es mucho más costoso, a la larga".

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La campaña "Hermana, soltá la panza" se puede seguir -y ser parte- en las redes sociales de "Mujeres que no fueron tapa". El proyecto artivista y feminista cuenta con un sitio web con información, acciones, talleres y una tienda. También se puede colaborar para que la iniciativa siga creciendo.

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