Suarez espera festejar tras una campaña con freno de mano

Por Luis Ábrego.

El Frente Cambia Mendoza (FCM) se encamina a ratificar en las urnas la ventaja que todos los encuestadores le atribuyen en las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO). Lo hace, además, con la principal incertidumbre de campaña absolutamente despejada; eso, después de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificara en forma unánime que la precandidatura de Rodolfo Suárez como senador nacional suplente está ajustada a derecho y no tendrá más objeciones legales.

La victoria de Suarez no fue sólo en el plano judicial, pues de hecho significa también la virtual derogación de un ahora obsoleto artículo de la Constitución Provincial, el 115, que le impedía a los gobernadores ser candidatos al Senado de la Nación hasta un año después de la finalización de su mandato. Este precedente, y más allá de la interpretación que la Corte hizo de la supremacía de la Constitución Nacional sobre las exigencias de Mendoza, abren las puertas para recuperar en la Legislatura el debate de la necesaria actualización de la Carta Magna local, tal como insiste -esporádicamente- el Ejecutivo.

El fallo del máximo tribunal fue leído con efusividad sobre el cierre de la campaña del oficialismo, tal vez como el anticipo del resultado de un comicio de gran importancia para el Ejecutivo. Y si bien dos fallos anteriores (el del juzgado con competencia electoral y el de la Cámara Nacional Electoral) habían alentado el optimismo, la incertidumbre reinaba en el Cuarto Piso de Casa de Gobierno.

Es que la presencia del gobernador en la boleta del FCM fue la estrategia justificada para que la ciudadanía se exprese por la ratificación o no del "Modelo Mendoza" que los radicales y sus aliados dicen encarnar y que -aseguran- quedó expuesto en relación a los dilemas que se plantearon en la pandemia, fundamentalmente en la falsa dicotomía entre economía y salud con la que la Nación encaró, al principio la cuarentena en 2020 y que, ya en 2021, tuvo un correlato con la reapertura o no de las escuelas.

Un buen resultado electoral para el Gobierno no sólo será entonces una respuesta de continuidad al rumbo que desde 2015 la provincia tomó con la asunción de Alfredo Cornejo (también candidato ahora a senador nacional), sino que además lo fortalecerá a Suarez en dos naturales ámbitos de controversia y polémicas: su vínculo con el gobierno nacional y la consecución de objetivos legislativos más ambiciosos, ya que algunas de sus iniciativas de fondo como la reforma de la Constitución o los cambios en la de ley de Educación aún esperan mejores aires.

Pese a ello, se trató de una campaña con el freno de mano puesto, en el que todos los frentes y partidos midieron sus palabras y sus gestos, tal vez para no invadir a una ciudadanía mayormente afectada por el impacto de la inflación o la falta de expectativas económicas, en la que el rosario de inciertas propuestas electorales podía operar como un irritante argumento a favor del ya comprobado descrédito de la política. Una sociedad malhumorada y empobrecida no es una buena platea para la disputa de poder.

De hecho, la campaña giró casi exclusivamente en torno de la controversia sobre la inclusión o no del gobernador en la boleta de Cambia Mendoza, lo que le quitó a un Suarez con un alto porcentaje de aprobación de gestión el protagonismo que tal vez sus asesores desearon para este turno pero que no se pudo ejecutar hasta que llegó la confirmación y el cierre de la disputa por parte de la Corte. En la generales seguramente no será así.

Ese rol imaginado para el gobernador en campaña apenas se pudo ejecutar el último día, justamente cuando él mismo confirmó el fin de la controversia judicial a su participación, y de yapa, una recomposición salarial para el sector público en línea con el reclamo de reapertura de paritarias para contener la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores estatales.

Salvo esa escalada de último momento, ambos frentes mayoritarios parecen haber regulado sus esfuerzos para recalcular a partir del lunes en base al resultado de las Paso y proyectar una nueva campaña hacia las generales del 14 de noviembre. Incluso, hasta bajando las expectativas de sus posibles perfomances para que en caso de superar los resultados previstos poder comunicar un éxito mayor al esperado. Así lo indica la extrema cautela del oficialismo pese a su favoritismo y en especial del Frente de Todos (FdT) que estableció un módico objetivo de 30 puntos, que de no alcanzarlo sería catastrófico.

En busca de esa meta, la misma campaña del FdT sufrió correcciones a lo largo de este tiempo, pues pasó de plantear que "la vida es un carnaval" a admitir "que las cosas no estaban bien" en clara alusión a la responsabilidad que en este tiempo le toca a Alberto Fernández. Su apuesta a los "buenos acuerdos" que favorezcan a la provincia fue también objetada por el propio Cornejo cuando le pidió a Anabel Fernández Sagasti un laudo presidencial a favor de la concreción de Portezuelo del Viento.

Por su parte, CM no se movió de su libreto: asociar a sus candidatos con la mendocinidad y al "cuidado" de ese modelo de libertades y responsabilidades en la que participan tanto el Estado como los individuos. Una exégesis comunicacional de lo que fue su manejo de la pandemia.

Las incógnitas a develar están dadas por el grado de participación en una elección donde salvo CM y el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) -pero también las colectoras departamentales del FdT- no habrá mayor disputa interna. Asimismo, sobre el impacto del voto en blanco, al que muchos le auguran un rol protagónico en esta ocasión.

En la misma línea, si alguna de las autopercibidas como "tercera fuerza" podrá efectivamente despegarse de un apretado lote de frentes y partidos que para los encuestadores iguala al menos a tres de ellas (FIT, el Frente Vamos Mendocinos -FVM- y el Partido Verde -PV-) en diferencias entre sí que no superarían el margen de error, por lo que se los encuadra bajo el rótulo del "empate técnico". Sí, se dirimirá también si estos espacios y el resto de los participantes superan el porcentaje que exige la ley para competir en las generales (1,5% para los cargos nacionales y 3% para los provinciales).

Con las cartas tiradas, sólo habrá que esperar el escrutinio de votos que habilitará nuevos y más precisos análisis para lo que vendrá. Un horizonte cercano que tampoco augura mayores mejoras en el plano socioeconómico y donde la posibilidad de afinar la mira de las percepciones supondrá algunos ajustes, pero difícilmente modifique la foto de lo que los mendocinos indiquen en esta elección.

Te Puede Interesar