Una opinión de Juan Suraci

El Tomba vuelve al Gambarte... y el barrio volverá a sonreír

Por Sección Andino Sports

por Juan Suraci, periodista conductor de Dos de punta, que se emite por Radio Andina de lunes a viernes de 18 a 20.

"En estos días he pensado mucho, mucho, pero mucho en aquellos que creyeron, se sumaron, alentaron y colaboraron con el sueño que abrazó la frase "El barrio volverá a sonreír", frase que se hizo bandera y recorrió las calles de Brasil durante el Mundial en manos de holandeses, brasileros, uruguayos, españoles, alemanes... quienes posaban para la foto y preguntaban de qué se trataba. Bueno, el sábado esos mismos y el resto del mundo se van a enterar a través de la pantalla.

Los recuerdo a todos los que confiaron y los abrazo. Y claro está, también a aquellos que bastardearon, denostaron y pusieron piedras en el camino (algunos de ellos periodistas con comentarios desatinados y burlescos). Pero mi memoria falla y, en este caso, me olvidé de sus nombres, por lo cual no los podré abrazar.

Trataré de resumir esta historia que tiene muchos, pero muchos capítulos. Intentaré ser breve. Lo que quede afuera de este texto está guardado en el corazón, en los archivos y en la memoria de la gente.

El Ángel Bermejillo -uno de mis hermanos de la vida- un día me encontró y me dijo: "Vos que andás con la idea de arreglar el Gambarte tenés que juntarte con el Ricardo Schmitt que está con la misma locura". "Meta", le respondí. Y así fue. Una semana más tarde, allá por julio de 2013 tomamos un café con Ricardo y ahí comenzó el sueño. Lo convocamos a Ricardo Mariotti (por aquel entonces Director de Obras Privadas de la Muni de Godoy Cruz). Le planteamos el tema, nos respondió: "Sí, se puede avanzar"; y se sumó. Éramos tres dando los primeros pasos. Inmediatamente incorporamos a otro hermano de la vida, Marcelo Espina y posteriormente a Sergio Goldsack, José Luis Valdemoros y Ricardo Baldini. Semanas después, el grupo se agrandó con un nuevo mosquetero, Fernando Muñoz. Así nació, Pro Estadio.

Fuimos dando los pasos y derrumbando muros. Averiguamos en AFA si había algún impedimento para que Godoy Cruz jugará en su estadio y la respuesta fue contundente: "no". De todas maneras teníamos en claro que en aquel momento el Gambarte no lucía de la mejor manera para jugar fútbol profesional.

Derrumbado ese muro, tuvimos que pelear y mucho para desmitificar muchas mentiras y trabas que algunos fabricaron para imposibilitar la vuelta. Que el supermercado no quería (¿?), que no había estacionamientos, que la orientación del campo de juego, que los vecinos, que el sol, la luna, el valle, los semáforos, el tren y todos los versos que se puedan imaginar.

Mientras tanto apostamos a trabajar para recuperar y mejorar la casa. Y no teníamos otra alternativa que recurrir a la gente. Sabíamos que no nos iban a fallar, que era entre todos. Que en ese grupo de los ocho solo había ganas de trabajar, movilizar, dedicarle horas, amor y pasión. Y no nos equivocamos. La gente siempre estuvo: pedimos ladrillos y ladrillos tuvimos; pedimos cemento y cemento tuvimos; pedimos hierros y los tuvimos. Pero había que hacer obras grandes y entonces comenzamos a organizar eventos.

Arrancamos con un largo recital de rock, seguimos con partidos amistosos (contamos con la generosidad de Gimnasia y Esgrima y San Martín), partidos entre ex jugadores, siempre recibimos la aceptación de propios y extraños, recorrimos barrios con una urna, hicimos remates de indumentarias, pusimos ventas de choris, y mucho más. Todo fue a parar al Feliciano Gambarte. Se sumaron agrupaciones como Pintores Bodegueros y Agrupación por el Barrio, entre tantas. Cientos y cientos de corazones esperanzados ofrecieron sus manos y ahorros. Por eso siempre decíamos "es entre todos".

Arreglamos 75 escalones de la tribuna Sur (la que limpiamos de punta a punta en su interior porque tenía mugre y chatarra de más de 20 años); hicimos baños; ampliamos las dimensiones del campo de juego con un nuevo paredón y alambrado olímpico. Levantamos la pared superior de la popular Este; pusimos rejas nuevas en las plateas del codo y en la cubierta; reemplazamos el techo de la platea; derrumbamos cabinas de transmisión; construimos palcos. Fue conmovedor lo que hizo la gente porque sin ellos hubiese sido imposible avanzar. Hasta logramos que los arreglos del Feliciano Gambarte fueran declarados de interés provincial.

Sentíamos que entre todos estábamos recuperando la casa con obras que iban a quedar para siempre y que iban a servir para que en algún momento se diera el empujón final. Era tal la convicción que hasta patentamos la frase que se viralizó: "El barrio volverá a sonreír".

El proyecto era amplio: cerrar los codos, agrandar la platea, realizar la doble bandeja de la Sur y hacer los nuevos vestuarios, cabinas de transmisión y finalmente la iluminación del estadio. En aquel momento no se pudo por distintas circunstancias.

Hoy aquel sueño comienza a convertirse en realidad. Lo que parecía una utopía en unas horas serán lágrimas y emociones.

El 10 de abril quedará en la memoria de todo el pueblo bodeguero. Muchos podremos gritar con el pecho inflado y mirando a la cara "misión cumplida. El barrio volvió a sonreír".

Pasaron 16 años y esto nos deja muchas enseñanzas. Jamás renunciar a las convicciones ni a las raíces, que los sueños están para cumplirse. Quizá no está listo para que la vuelta sea con público, por ahora. Esa será otra etapa.

Gracias, millones de gracias. Esto es producto de todos. Permítanme llorar de emoción. Godoy Cruz vuelve a su casa. Godoy Cruz vuelve al barrio. Potrero, zanjón, cañaverales bochas y tanque. Todas fotografías de época, de esa zona lindante histórica.

Por Gambarte, Schmitt, los Filippini, Pedro Pitón. Por Tabaquillo García, Frigolé, el Negro Camargo y por el Chalo Pedone. Por Santilli, Godoy, Garín, Cipolla, Entre Ríos, León y Jonás Cortes. Por el Rey Pelé que supo conocer estos pagos junto al Santos de Brasil. Por los del 68 y 89. Por Pascualetto, el Gringo Grugnaletti, el Mula Bittler y el Ciriaco Zapata. Por los dos Gatos, el Negro, el Cachorro, el Ruso, el Hacha, el Manu, el Chino, el Javi, el Popeye, el Buby, el Pablo y toda la banda del 94 que quebró la historia. Por los grandes DT, Montagnoli, Garro, Llop, Cocca, Asad, Da Silva, Méndez y Dabove. Incluso, por aquellos jugadores que llevaron al Tomba a primera y de ahí a la Libertadores y Sudamericana como los Nico, el Tanque, el Mauro, el Ari, el Carlitos, Isra, el Pato, Torri, el Loco, el Mago, Jairo, el Morro y tantos, pero tantos, más.

Por el Trepa, el Trucha, el Tiburón, el Ingenieri, el Murdock, el Miguelito Juncos y otros lindos locos de la popular de ayer. Y por el Leche, Guisasola, el Flaco del Covimet y tantos otros de estos tiempos que miran desde el cielo. Por el Loco, el número uno, Julio Roque Pérez y su eterno amor por el Tomba. Por aquel grito interminable de "Toooooooombaaaaaaa", a segundos de comenzar el partido, que nacía del alma de Carlos Bruno; por el tío que recorría los pasillos de la Sur gritando, "Tomba, Tomba, Tomba", con el diario en la mano haciéndose visera; por el Oso Parigi que pergeñó el famoso tanque. Por los viejos de las bochas y el potrero. Por la primera cancha de Castelli y Las Heras, por Garay y esos soñadores del bar frente a la plaza.

Por gente, la gente que soñó con esta vuelta, principal responsable de este momento. Porque sin las obras que se hicieron entre 2013 y 2016, esto no hubiese sido posible.

El barrio se viste de gala y la catarata de emociones, sensaciones, recuerdos es interminable, como desde el Bar Victoria, pasando por el "No me roben el barrio" de Marcelo López para evitar el Atlético Mendoza, hasta hoy. Porque sin pasado no hay presente ni futuro y eso hay que tenerlo siempre muy en cuenta.

La República Bodeguera está nuevamente en casa -por un tiempo, sí- pero soñando fuerte para que sea definitivamente. Hay mucho camino aún para recorrer y miles de excusas que sortear.

Sí, sí, el Gambarte supo de grandes momentos, del campeón del 68, del propio Godoy Cruz en el Nacional del 74, de ser el anfitrión durante tres Nacionales de Gimnasia y Esgrima y su famoso "toque, Lobo, toque" haciendo campañas historias.

Pero ¿saben qué? Esto es tremendamente conmovedor, distinto, especial. Es la vuelta al barrio, es la vuelta a casa. Como solía decir el recordado Pacha Siragusa: "Un departamento más grande que un país".

Simplemente, gracias. Fue de todos, fue entre todos. Misión cumplida".

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