Restringir o no restringir; esa es la cuestión

Por Luis Ábrego.

 Una vez más la pandemia pone a prueba la capacidad política de Rodolfo Suárez de hacer equilibrio entre la salud y la economía para que el manejo de la situación no agrave aún más sus consecuencias. Después de un 2020 dificilísimo en el que el gobernador defendió contra viento y marea su particular estilo de aperturas graduales y cierres localizados que permitieron restablecer "la normalidad" con mayor velocidad que en otros distritos de la abrupta caída derivada de la cuarentena, ahora el desafío es enfrentar los efectos de la temida segunda ola sin que eso eche por tierra lo conseguido.

Impensado tal vez, pero cierto, el 2021 retrotrae las peores pesadillas del año anterior. Y como en un loop vuelve a abrir las mismas discusiones, sobre los mismos temas. Esos asuntos que llevaron gran parte del tiempo de la fase crítica del inicio de la propagación del virus. En aquel momento, el Ejecutivo optó por no aferrarse a ciegas al encierro, pero tampoco, a no sugerir aperturas sin sentido. Así será la tónica de lo viene.

Fue el apogeo del ya famoso "on/off" que permitía, según días, horarios, actividades, sectores, una amplitud o un bloqueo -según se decidiera- para controlar el Coronavirus, preservando el sistema de salud, sin afectar en demasía a la economía. Así, entrando y saliendo, nos acostumbramos al alerta sanitario nocturno, a la circulación por terminación de DNI o la delimitación de horarios y protocolos para actividades laborales, sociales o deportivas.

Sin embargo, muchas de esas decisiones al parecer serán desempolvadas el lunes cuando desde las 10 el gobernador junto a sus ministros Ana María Nadal y Víctor Ibáñez reciban a los 18 intendentes para definir cómo frenar el rebrote de casos que las estadísticas oficiales vienen mostrando en las últimas semanas.

Con preocupación en aumento, el informe del viernes del Ministerio de Salud indicó que el nivel de ocupación de camas en el Gran Mendoza alcanzó el 65,8%, con una fuerte suba de casos del 50% entre esta semana y la anterior. Pero no sólo esto, sino también el lento incremento de la tasa de positividad, la ampliación del rango etáreo de los enfermos (con mayor participación de los jóvenes) y la multiplicidad del lugar de los contagios que ahora son más factibles de producirse que en 2020 cuando casi todo estaba cerrado.

De hecho esta semana, y sin demasiada articulación como la que se vio el año pasado, dos intendentes oficialistas salieron a desmarcarse y pedir medidas de retroceso, tales como la restricción de circulación entre la 1 y las 6: Miguel Ronco (Rivadavia) y Raúl Rufeil (San Martín). A ellos se les sumó la opositora Flor Destéfanis (Santa Rosa) y posteriormente otro radical, Gustavo Soto (Tupungato), en un efecto cascada que la convocatoria a la cumbre post- Semana Santa detuvo a tiempo.

Entre las razones de los jefes comunales para anticiparse a la decisión de Suárez está el factor relajamiento que se advierte en cualquier espacio donde se convoque mucha gente, pero también el crecimiento de las cifras locales de casos, con su consecuente temor (más si se trata de comunidades chicas), que obliga a dar una respuesta más rápida que la que vendría luego de consensuar una estrategia general.

Estas diferencias generaron alguna molestia en el oficialismo, pero primó la compresión de los más enojados sobre la necesidad de aquellos intendentes que se adelantaron a lo que seguramente termine de definirse en la mañana del lunes en Casa de Gobierno.

Principalmente existe consenso, también en el Cuarto Piso, de establecer algunas restricciones horarias para disminuir el volumen de circulación de personas. El sábado en el programa Entre Paréntesis por Radio Andina, el intendente de Capital, Ulpiano Suárez dejó algunas definiciones que pueden servir como base de lo que podría acordarse.

En primer lugar, las decisiones que se tomen no afectarán la actividad económica en general, ni tampoco la comercial o gastronómica. Se establecería un tope horario que permita tanto la salida nocturna, o la cena en los bares y restaurantes, pero que no alargue indefinidamente las reuniones.

Las medidas que se establezcan buscarán ser lo más generales posibles, aunque contemplando alguna excepción que plantee alguno de los jefes comunales. Por ejemplo, serán uniformes para el Gran Mendoza, tomando a todos sus municipios como una sola área metropolitana.

Es difícil que al menos en esta primera etapa se establezca la limitación a la circulación por terminación de DNI como ha propuesto Destéfanis, pero es una medida que podría incorporarse más adelante si fuera necesario. Algo similar podría suceder con la restricción de los eventos deportivos y sociales de más de 150 personas.

Por otra parte, todo lo que se decida quedará supeditado a lo que pueda decidir la Nación. Esto es un reclamo del Gobierno de Mendoza, en tanto y en cuanto, a través de un decreto de necesidad y urgencia puede establecer otras limitaciones u otorgar otras potestades a las provincias como sucedía en 2020.

De hecho desde el oficialismo se quejan que en este lapso de aumento de casos no ha habido ninguna instrucción de la Casa Rosada y mucho menos un decreto que podría complicar o facilitar el margen de maniobra de Mendoza. "El año pasado cerraron el país con 840 casos en todas las provincias y aquí con apenas 12...", se quejan en el Ejecutivo. "Veremos si ahora toman alguna decisión que condicione, pero la idea central es seguir el mismo camino que apunta a cuidar la salud y mantener el empleo", puntualizan desde el entorno del gobernador.

Lo cierto es que todavía no hay una decisión tomada y fuentes oficiales aseguran que cualquiera sea la conclusión de la reunión será con "evidencia de datos" de los indicadores antes mencionados. Y en ese análisis también entrará el impacto del movimiento del fin de semana largo de Semana Santa y su correlación con los casos.

Aún con inconvenientes, pero con un plan de vacunación en marcha, la Provincia, pero también el país y el mundo se encuentran sometidos a la misma disyuntiva del inicio de la pandemia. De la sintonía fina de los gobernantes, pero también de su sentido común y responsabilidad, depende hacer una contribución, o por el contrario, sólo agravar las cosas.

Gobernar en pandemia es en extremo complejo. Pero no muy diferente del esfuerzo por sobrevivir de todos aquellos ciudadanos que no tomamos decisiones, sólo las acatamos confiando en quienes nos representan. En la duda metódica del cierre o la apertura también está en juego la cotidianeidad de todos los mendocinos. De sus trabajos y sus rutinas de subsistencia. De sus vidas y de cómo se administra el virus. No hay mucho margen de error.

Te Puede Interesar