Edición 2021

La película de Vendimia: saltar a lo desconocido para crear algo nuevo

Por Eugenia Cano

Un salto al vacío supone un acto de fe. Un arriesgarse a lo distinto. La Fiesta Nacional de la Vendimia cumple este año 85 años de historia en el medio de una pandemia y este hecho, que obligó al mundo a salir de sus rutinas, provocó que la propuesta artística de la celebración más importante de Mendoza se lanzara a lo desconocido.

Al calor de la necesidad, por fuera de las gradas del imponente Teatro Griego Frank Romero Day, sin coreografías multitudinarias, ni aplausos en masa, pero con la apuesta a conservar el trabajo de cientos de artistas que cada año le dan vida (esperemos que el pago no se retrase como sucede en cada edición), es que aparece "Historias de Vendimia". Un producto que convocó al sector audiovisual de la provincia para generar una película que tuviera la esencia de la tradición y la identidad del vino. 

El objetivo: que se transmita por canales de televisión y plataformas digitales evitando la posibilidad de contagio que pudiese ocasionar la realización presencial de la fiesta. El resto es conocido por quienes vivimos aquí. Un enorme trabajo de producción colectivo y a contra reloj para cualquier filme. Directoras y directores históricos del Acto Central creando a la par de realizadoras y realizadores audiovisuales. Mil artistas entre bailarines músicos, actores y actrices, más la suma de varios equipos técnicos cinematográficos, que se pusieron en acción para realizar un material que tenía que cumplir con los protocolos sanitarios. Una logística que también marca el carácter singular de la propuesta en el contexto actual y que le terminó dando forma a lo narrativo. Es decir, un relato contado en seis historias distintas.

¿Es la Fiesta de la Vendimia tal como la conocemos? No. ¿Es una publicidad institucional sobre las bondades que puede ofrecer "la tierra del sol y del buen vino"? No, (por suerte). Es algo sin referencias. Un acto de fe artístico. La posibilidad de probar algo que no se había hecho nunca. Un suceso inédito que abre un abanico de posibilidades no exploradas hasta el momento.

En la función para prensa, la bailarina y directora de vendimias, también a cargo de uno de los capítulos del filme, Vilma Rúpolo, supo decir en este sentido: 

"A lo largo de todo el proceso pocas veces supimos lo que iba a pasar y creo que pasó algo maravilloso. Pasó que la Vendimia que la veníamos haciendo siempre igual, por este fenómeno de la pandemia, tuvo que enfrentarse a sí misma, tuvo que incorporar al cine y creo que nos ha hecho crecer a todos". "Esto es una nueva forma de nuestra amada Vendimia".

Las historias, la película

Partiendo de que es un experimento audiovisual, "Historias de Vendimia" se revela en seis historias distintas al estilo de "Relatos Salvajes", pero inspiradas en el mundo del vino y lo que su producción significa para Mendoza.

Cinematográficamente, el material no hace más que dar testimonio del crecimiento y profesionalismo que la industria tiene desde hace años en la provincia. La fotografía, el arte, la música, la dirección de actores, actrices, y todos los recursos propios del lenguaje, se han puesto al servicio para lograr un filme que regala en varios momentos escenas impactantes y hermosas.

La línea argumental, por su parte, recae en la libertad que tuvo cada equipo para contar una historia. Desde esta licencia creativa es que aparecen intenciones artísticas más originales o más jugadas que otras. Por ejemplo, "Inmigrantes", que es uno de los tópicos recurrentes dentro del espectáculo vendimial, encuentra aquí una mirada que no pasa inadvertida. 

El actor y director teatral Alejandro Conte junto a Valentina González, rescatan la época para contar sobre la precarización del trabajo en la cosecha, una problemática que sigue vigente. Además de reflejar la multiculturalidad, la influencia anarquista y las vivencias fundacionales de quienes llegaron a estas tierras con sueños de trabajo y futuro. Es decir, se mete ahí donde otros prefieren mirar para otro lado. La estructura narrativa con su ciclo completo, el trabajo actoral, el desafío de que los personajes protagónicos hablen en italiano, y ese final firmado con justicia poética, hacen de este episodio un cortometraje que perfectamente puede trascender los bordes de la película.  

Sin una resolución argumental tan precisa, pero con un delicado planteo estético, sobresale también entre estas historias de vendimia "Creadores de oasis", el episodio dirigido por Claudio Martínez, Alicia Casares y Gaspar Gómez. Se trata de una pequeña historia que se inspira en el desierto y en la tenacidad de salvar una cosecha frente a las inclemencias del tiempo. Y para quienes vieron el filme "Un paseo por las nubes" (la exitosa película sobre vino y romance, del mexicano Alfonso Arau), sabrán advertir en este episodio la referencia al ritual de los tachos de fuego para contrarrestar los efectos de una helada sobre las uvas. 

"Aconcagua, espíritu de mujer y vino", por otra parte, lleva indudablemente el sello de Vilma Rúpolo y Camila Menéndez. Un episodio trazado por la fuerza femenina que invita a la unión y al respeto por la diversidad, y que hace el guiño del homenaje al Teatro Griego, quizás el único anclaje directo a la fiesta dentro del trayecto de la cinta. 

En este sentido, "Somos Vendimia 2021", el capítulo que propone el tramo final de película, es el que más se agarra de los lugares tradicionales del festejo popular para exaltar en imágenes la celebración, el baile popular y la devoción religiosa a la Virgen María. La marca de este cierre la imprime Walter Neira, Guillermo Troncoso, y la dirección y mirada audiovisual de Ciro Novelli.

Sin ahondar en más detalles para no spoilear -quien más, quién menos-, todos los equipos que hicieron "Historias de Vendimia" incorporaron recursos artísticos y estéticos que utiliza la fiesta, pero amoldados al lenguaje propio del universo audiovisual. Este es el que tuvo más peso y el que termina dándole una forma única a una producción que saltó los límites de un escenario teatral a cielo abierto para recorrer otros sentidos y otros públicos.

¿El cine mendocino llegó para quedarse en la Fiesta Nacional de la Vendimia? Es probable, aunque aún no sabemos de qué modo. Lo que es innegable es la capacidad de trabajo de todo el sector artístico local que encontró la forma de crear y reinventarse en medio de una pandemia. Los pasos dados que no vuelven atrás, o los rostros de tantas figuras que ahora podemos ver en una pantalla, quedan para siempre en un registro que seguirá con el tiempo encontrando espectadores. Las posibilidades son infinitas y hay que seguir apostando a este camino; a la escena cultural más allá del mes de marzo.

Película completa 

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