Opinión

La disparada disparatada de los precios

Por Marcelo López Álvarez.

Por Marcelo López Álvarez

Mientras el proceso de vacunación en el mundo avanza a pasos temblorosos y se multiplican los problemas con las vacunas de los grandes laboratorios que no están cumpliendo con los contratos acordados, Argentina sigue su camino lento, pero por ahora efectivo, con la vacuna del Centro Gamaleya.

En estas horas un vuelo de Aerolíneas se aproxima a Moscú para embarcar hacia Argentina un nuevo, y más voluminoso, envío de la Sputnik V, que esta semana recibió el espaldarazo de Alemania con un nuevo compromiso de Angela Merkel de trabajar en conjunto con el Centro Nacional de Epidemiologia y Microbiología ruso en el desarrollo continuo de la vacuna.

Mientras el proceso continua y ojalá sin sobresaltos, aunque todo es posible en este particular momento de la ciencia en el Mundo, la realidad local sigue con su foco en la economía, que parece ser el talón de Aquiles del Gobierno Nacional, en medio de un proceso de aumento de los alimentos que complica muchísimo la diaria de los sectores más postergados, la de los deciles mas bajos de ingresos y hasta de parte importante de ese invento aspiracional argentino llamado clase media. (A propósito, quien desee profundizar ese interesante debate sobre la clase media dejamos aquí el link de un interesante envió de la TV Pública, Desiguales conducido por Luli Trujillo y Pablo Caruso donde se debatió brillantemente sobre el tema https://www.youtube.com/watch?v=I7-t918Emg8 )

La disparada disparatada del precio de los alimentos encuentra una serie de explicaciones en el alza de los commodities a nivel mundial pero también en componentes absolutamente especulativos a los cuales los sucesivos Gobiernos no pueden poner en caja.

Por qué un atado de cinco kilos de acelga se le paga al chacarero 80 pesos y después llega casí a ese precio el kilo a la verdulería es uno de los grandes misterios que ningún economista logra explicar. Y aquí no hay presión impositiva ni gastos desmedidos en la cadena. Todos sabemos que nada más en negro en la economía argentina que el sector de las frutas y las verduras para el consumo interno.

Hoy el Gobierno lidia, entonces, con dos problemas el justificado que traen los precios internacionales a un mercado que prefiere la exportación por sobre el mercado interno y el injustificado de una especulación Made in Argentina que es difícil de explicar.

La carne está en boca de todos -pero en la conversación porque cada vez es más difícil llevarse un bocado a la boca- porque llegó a su segundo valor mas alto en los últimos 60 años según un análisis publicado esta semana en el portal Valor Carne que dirige el ejecutivo de Quickfood Marfrig, uno de los mayores frigoríficos del país, Miguel Gorelik.

El análisis refleja que la desmedida suba se explica por la constante internalización en los últimos años de los valores externos que llegaron a duplicarse y los coletazos todavía resultantes de la brutal disminución de las existencias (ganaderas) desde fines de 2009.

En ambos temas el Gobierno, por ahora, sigue apostando al dialogo con los sectores situación que a primera vista aun no da resultado. Esta semana el Ministro Kulfas y su equipo recibieron virtualmente a un sector fundamental que estaba muy enojado con el Ejecutivo, la agrupación de supermercados y autoservicios mayoristas que preside Víctor Fera. El sector estaba bastante disgustado porque consideran que fueron el gran sostén de la mesa de los argentinos los últimos cuatro años en los peores momentos de la crisis y consideran que con sus precios y el espacio que han ganado en la consideración de compra de los consumidores son fundamentales para fijar parámetros. Sin embargo, se quejaban, el Gobierno solo se reúne con los fabricantes y elaboradores grandes y con los supermercados. El sector cree que puede ser fundamental en la idea que tiene el Ejecutivo de ir abandonando paulatinamente el programa de Precios Máximos para consolidar el de Precios Cuidados que funciona como referencia de mercado.

Habrá que ver si en la negociación prima la buena voluntad de las partes o si el Gobierno deberá buscar otras herramientas y dejar para otro momento, en que los espíritus estén mas comprensivos, su pasión por el consenso.

La otra mesa de negociación, la de los agroexportadores donde se sienta el Consejo Agroindustrial Argentino la nueva entidad que se quedó en la práctica con la representación del famoso Campo Argentino, es bastante más complicada y dura.

Si bien hubo un principio de acuerdo con el maíz, las dudas de cómo se comportará el sector con el trigo y con la nueva campaña de maíz a partir de febrero marzo continúan generando dudas. En el caso de la carne las negociaciones se estiran y no se llega a ningún puerto mientras el precio sigue aumentando meteóricamente en los mostradores.

La situación también comienza a generar rispideces para adentro del gabinete nacional. Mientras algunos ya reclaman un aumento de las retenciones a partir de marzo, otros aseguran que el valor actual de los derechos de exportación esta bien y que las políticas deben ser otras.

De esas otras políticas y posibilidades ya hemos hablado en columnas anteriores, pero habrá que seguir con atención a la nueva cúpula de YPF que, según dicen, entre la minuta de ordenes que le dio el Presidente está la de poner en marcha definitivamente la idea de YPF Agro como empresa testigo del sector de los granos tanto en la exportación como para el mercado interno.

Ante la nueva embestida de un sector para aumentar los derechos de exportación vale la pena poner un poquito la lupa en esa carga impositiva.

El profesor y sub coordinador de la carrera de Economía de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, Daniel Novak, publicó un interesantísimo artículo sobre los derechos de exportación y porque "las retenciones en Argentina no son un recurso fiscal extraordinario y transitorio, sino un instrumento fundamental de política económica para equilibrar las consecuencias de la estructura productiva desequilibrada (EPD) que tiene la economía local, gracias a la bendición divina de sus riquezas naturales y al desarrollo tardío de su aparato industrial, derivado de la "ingenua" inserción en la división internacional del trabajo a partir del siglo XIX".

Lo de Estructura Productiva Desequilibrada es un concepto teórico, como bien recuerda Novak, desarrollado por Marcelo Diamand para explicar por qué las retenciones no son transitorias ni un mal necesario para equilibrar temporalmente precios, sino uno de los instrumentos básicos para que se pueda generar pleno empleo y un crecimiento sustentable a largo plazo.

Novak destaca que "la actividad agropecuaria argentina produce en alimentos el equivalente calórico para abastecer directa o indirectamente a alrededor de 400 millones de personas, esto tomando en cuenta tanto la producción de alimentos para consumo humano como para consumo animal, que se transformará también en alimentación humana.

Esto implica que el mercado principal de la producción agraria argentina es el internacional y que el mercado interno es apenas accesorio para esta producción. Llevando esto al extremo se podría decir que, si por algún motivo, el mercado interno no demandara alimentos, la producción agraria se colocaría prácticamente toda en el exterior y, por eso, las condiciones de precios son en estos productos los que fija el mercado internacional"

Y es claro al explicar porque es necesario que el sector aporte a las arcas del Estado por sobre otros sectores "aun cuando produce alimentos por el equivalente calórico para atender a 400 millones de personas, el sector agropecuario argentino no puede brindarle en forma directa o indirecta oportunidades de empleo a los casi 20 millones de personas que integran la población urbana económicamente activa. Para eso es imprescindible que se desarrollen las industria y los servicios que, además de proveer productos elaborados con más valor agregado, son los sectores que están en condiciones de generar no sólo esos empleos sino también los ingresos de quienes los consumirán".

Novak es también terminante en el sentido de que la Industria también debe generar exportaciones y para ello necesita un tipo de cambio superior, por lo que es fácil caer en la tentación de proclamar un super dólar que le garantice exportar a ambos sectores, lo que daría rentabilidad a la industria y super ganancias al agro, pero allí aparecen dos problemas, explica el economista.

"1. Si el precio interno de los productos agrícolas se determina multiplicando el precio internacional por el tipo de cambio, esta solución implica que los alimentos se encarecerán por el dólar alto -ya que, de no ser así, se exportaría toda la producción- y eso reduce el poder adquisitivo salarial.

2. Implicaría convalidar una renta extraordinaria a favor de los productores agrícolas y los exportadores de granos, que no la necesitan para ser rentables, y llevaría a concentrar los ingresos y la riqueza en un grupo social minoritario que podría cambiar la/s 4x4 todos los años y recorrer el mundo, mientras a casi 3 millones de indigentes no les alcanzan sus ingresos para comer, en un país que produce el equivalente calórico para 400 millones de personas".

Después de varias otras consideraciones interesantes Novak concluye que "Lo importante es entender que la EPD argentina no puede funcionar, generar pleno empleo y crecer de manera sustentable con un tipo de cambio efectivo único para todos los sectores, y que las retenciones a las exportaciones son un instrumento básico y permanente para lograr esos objetivos fundamentales".

Ahora bien, justificada ampliamente la existencia de los Derechos de Exportación, no es menos cierto que como se dice, "Las blancas también juegan" y allí entra la política. Con el tipo de cambio actual y las respectivas brechas un aumento de las retenciones solo generaría una tensión cambiaria extra con el sector agroexportador presionando fuertemente para la devaluación y acrecentando las maniobras de elusión que ya también hemos explicado en este espacio más de una vez.

Los caminos entonces parecen ser los alternativos para una intervención ordenada del Estado en el mercado, quizás con cupos como se hace en otros países exportadores, con la potenciación de una empresa estatal como YPF Agro y otros tantos a explorar.

La única certeza es que al Gobierno lo empieza a apremiar el tiempo y que de alguna manera en breve debe solucionar el precio de los alimentos que se esta transformando en un verdadero dolor de cabeza para un proyecto que llegó al poder dispuesto a recuperar el poder adquisitivo de los argentinos.

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