La enseñanza más grande del año que se fue: elogio de la lentitud

Por Myriam Ruiz

Suena el despertador por segunda vez y salto de la cama. Son las 6.15 del 2 de enero del nuevo año y me digo que ya he perdido quince minutos de mi "valioso" día. Corro a la ducha; corro mientras bebo un desayuno rapidito juntando las cosas que necesito para el trabajo; corro para llegar a la radio. Todo lo hacemos corriendo hoy en día y, según lo veo en periódicos y entrevistas, todo el mundo está igual: exprimimos los días en una carrera hacia no sé qué meta y, aún así, siguen siendo escasos los minutos de nuestros días.

Inmersos en un mundo obsesionado con la rapidez, nos especializamos en hacer más y más cosas en el menor tiempo posible. Antes marcábamos números, ahora lo hacemos todo con un botón. Solíamos caminar, ahora caminamos rápidamente. Solíamos leer, ahora nos bajamos textos de lectura rápida.

Lo que viene en envase instantáneo nos salva la vida, desde el café hasta los cursos de 10 minutos de meditación. Nos llaman nuestros padres, hijos, amigos y tenemos la caradurez de brindarles apenas una pequeña porción de ese tiempo-que-no-tenemos. Y para qué tanta velocidad, me pregunto. ¿Desde cuándo tener más títulos, hacer más cantidad de cosas, saber todos los idiomas, ser buena o bueno en la disciplina que se te ocurra... te asegura la felicidad? Creo que ni siquiera te asegura la vida.

En este día tan especial, cuando el 2021 apenas lleva unos cuantos latidos luego de expulsar suavemente al 2020 de nuestras vidas, te quiero pedir que frenes. Frenemos un segundo. Frená.

Piénsalo. Nos prometieron que la tecnología trabajaría por nosotros y que seríamos más felices, pero hay estadísticas que demuestran que trabajamos 200 horas más al año que en 1970 y la insatisfacción vital y la velocidad definen nuestro tiempo.

La hiperactividad nos lleva a vivir por inercia... y por eso los años ya no son conjuntos de días sino apenas minutos, o momentos, que vamos quemando en la meta por alcanzar quién sabe qué. Somos esclavos de horarios, agendas, del ruido, del consumo... esclavos de la hipoteca que sacamos para pagarla hasta dentro de 30 años, del crucero que pagamos desde dos años antes para que llegara el 2020 y te tirara por la borda... del modelo nuevo del auto que hay que cambiar cada año, o al menos cada tanto. Y en este país, nos convertimos a nosotros mismos en esclavos del dólar, moneda de una potencia extranjera que nada debería tener que ver con el precio del kilo de milanesa o del aceite de soja... ya que somos productores de toda esa materia prima.

Velocidad. Metas siempre inalcanzables. Relojes cada vez más pequeños en tamaño pero más tiranos en el mandato.

Carl Honoré, el sociólogo que dio luz al ELOGIO DE LA LENTITUD, dice que vivir a las carreras se nos infiltra de tal manera que casi no percibimos cómo afecta a cada aspecto de nuestras vidas -nuestra salud, nuestra dieta, nuestro trabajo, nuestras relaciones, el medio ambiente y nuestra comunidad-.

Honoré cree que la esencia de la velocidad a la que estamos transitando la vida tiene una razón mucho más profunda que el consumismo o la tecnología... y es cómo percibimos el tiempo en sí. "En Oriente, el tiempo es cíclico, lo ven moviéndose en grandes círculos sin apuro, siempre renovando y refrescandosé. Pero en occidente, el tiempo es lineal. Un recurso finito que siempre se está escurriendo", indica.

La Filosofía Slow está ganando adeptos rápidamente en Europa, donde los colegios más exigentes, reconocidos en el mundo, están quitando horas de cursado a niños estresados desde pequeños: que cursan doble horario y además hacen deportes de alto rendimiento, que estudian inglés, teatro, pintura y hasta tecnología en sus ratos libres.

¿Para qué? Los padres están levantando su voz crítica ante esta medida, enojados porque consideran que esto llevará al fracaso a sus hijos... y sin embargo la psicopedagogía ha descubierto que los niños occidentales no necesitan más idiomas, sino pasar tiempo con su familia y amigos. No necesitan cumplir con criterios de exigencia, sino que les falta chispa, ingenio, risas, creatividad.

Honoré -convertido en gurú del movimiento slow- asevera que la velocidad nos hace vivir en burbujas cada vez más aisladas.

Pues bien, si algo tenemos que guardarnos del 2020 que nos mostró un mundo en que las ficciones más fantasiosas de comics como Nippur o El Tony... pueden convertirse en realidad.

Reconecta... conversa con los demás, mira a los ojos a quienes tienes al lado. Respira hondo, sonríe hacia adentro y luego desde adentro hacia afuera... simplemente haz el esfuerzo. Ponte metas menos rígidas y verás que de todos modos cumples tus objetivos... pero que el camino sea consciente, bien caminado, bien masticado.

Yo, por mi parte, te deseo un año de tiempo perdido. Ni siquiera lo tienes que pensar, tienes que sentirlo. 

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