Opinión

Caída libre

Por Marcelo López Álvarez

Por Marcelo López Álvarez

El mundo sigue pendiente de la evolución del virus y de la economía, ninguno trae buenas noticias, el bicho da dura batalla y los rebrotes están a la orden del día en cada rincón del orbe y Latinoamérica con la temporada de invierno se transformó en el centro de mayor contagio.

A pesar del calor el hemisferio norte anota resurrecciones de contagios por doquier y la certeza de que las sociedades deberán acostumbrarse a convivir con el virus hasta que alguna vacuna pruebe su eficacia. Autoridades y científicos rusos que prometen la presentación de una vacuna en pocos días ejemplificaron la búsqueda del remedio como un paso de similar trascendencia al lanzamiento del Sputnik.

Mientras centros científicos, laboratorios y Estados invierten ingentes recursos en investigaciones sobre la enfermedad en busca de la cura definitiva o de procedimientos médicos que aceleren el tratamiento de recuperación de los contagiados, los Gobiernos hacen otro tanto en tratar de salvar las economías y los procesos de consumo y producción.

Pero si no hay aún éxitos contundentes en el combate contra el virus tampoco parece haberlos en la economía. Ya lo hemos expresado anteriormente no importa cual sea el camino que se tome para tratar de controlar la pandemia el resultado es el mismo una fenomenal destrucción de la actividad de los países. La única diferencia esta, nada más y nada menos, que en la cantidad de vidas que se pierden.

En los últimos días se conocieron los datos económicos de la mayoría de los países al cierre del segundo trimestre del año, y tienen una línea conductora indiscutible, todos anotaron registros a la baja superiores a sus principales crisis históricas.

El dato que más difusión tuvo fue el fuerte deterioro de los Estados Unidos cuyo manejo de la pandemia no solo fue desordenado sino también negacionista sumando cientos de miles de fallecidos. Su economía se desplomó un 32,9% internanual en el segundo trimestre lo que supone la mayor debacle económica desde la Segunda Guerra Mundial. El terremoto económico se traslado también a lo político con la sugerencia de Donald Trump de postergar las elecciones presidenciales.

En España la caída de la activad llego al 18.5%, en Portugal el 14,1 y en Francia -tan de moda en estas horas por las declaraciones del expresidente Mauricio Macri que llegaba a un "país que se vive con libertad y responsabilidad"- la caída de la economía anotó 13,8% pero con más de 30 mil muertes por el virus. En tanto nuestro vecino Brasil vio contraer su actividad cerca de los 10 puntos. Los lectores tienen claro que camino tomó cada país y sus resultados en cuanto a salud porque son ampliamente difundidos.

Los resultados se podrán discutir mucho tiempo y quizás en perspectiva histórica se sacaran conclusiones más acertadas de los acontecimientos de estos días, mientras tanto las ambulancias recorren las calles buscando enfermos y compartiendo carriles con otras imaginarias que buscan rescatar las economías.

El mundo corre en el mismo sentido, fuerte presencia del Estado en busca de sostener la actividad económica mientras la OMS advierte que nos preparemos para una larga convivencia con la pandemia. Por lo que se ve a diario en la prensa mundial en casi ningún lado se muestra la increíble discusión que se registra en la Argentina sobre si es pertinente o no que el Estado tenga un papel activísimo en el rescate de la economía, la producción, el trabajo y los ingresos ciudadanos.

Independientemente del resultado (que por ahora no parece favorable a las aspiraciones del gobierno) el debate de fondo que se desató en la comunidad político mediática de nuestro país por el caso Vicentin y ante la sola idea en una declaración publica de una diputada nacional de que el Estado argentino debería tomar participación de las empresas de las cuales salía al rescate imitando el modelo europeo de Alemania, Italia y Holanda, muestran las particularidades de nuestro país, sin hablar de algunas definiciones leídas y escuchadas en los últimos días sobre la renegociación de la deuda que defienden la posición de los acreedores y que están aún más a la derecha del New York Times que este sábado criticó desde sus páginas no la posición argentina sino la del principal acreedor en bonos del país, el ya famoso fondo BlackRock.

En la diaria el Gobierno Argentino postergó en unos días las medidas para comenzar la reactivación, y crece en el gabinete la idea de no hacer un gran anuncio sino ir presentando las medidas de poco como pasó esta semana con el programa de reactivación de la industria informática atada al financiamiento blando para docentes que en menos de un día agoto 25 mil computadoras y motivo el compromiso de las cámaras del sector de poner a trabajar a destajo sus empresas para volver a abrir los créditos en un par de días cuando las empresas puedan garantizar el stock.

Quizás esta semana haya algunos anuncios puntuales y el lanzamiento del plan de obras con los gobernadores se demore unos días ante la situación de rebrote de los contagios en varias provincias argentinas.

El Presidente confirmó en la mañana del sábado en una entrevista con una radio porteña (cuando no), la continuidad del IFE y el ATP y también -sin demasiados detalles- aseguró que si bien el tema Vicentin esta cerrado y el Estado accionara judicialmente para recuperar sus acreencias seguirán adelante con la idea de que el Estado tenga una empresa importante y testigo en el mercado de granos que se armara a partir de YF Agro.

Más allá de la coyuntura que aprieta, y fuerte, a todos los gobernantes del Mundo, la discusión por lo que viene y como reconstruir el sistema post pandemia sigue en alza. Después de la reunión del G20 en Arabia Saudita hace 15 días ( de la que ya escribimos aquí hace 15 días) el colega Marcelo Justo publicó ayer una interesantísima entrevista con Morris Pearl, director de los Patriotic Millonaires de Estados Unidos, grupo iniciador de la propuesta Millonaires for Humanity, que nuclea mas de 80 ultra super multi millonarios del mundo que proponen pagar mas impuestos y revertir el sistema tributario regresivo que se ha impuesto en el mundo que ellos consideran tuvo punto de partida en la revolución conservadora de los 80 con Margaret Teatcher y Ronald Reagan.

Pearl recuerda que el movimiento no es nuevo, sino que tiene ya 10 años de vigencia pero la pandemia lo dio una relevancia mayor a partir de la profundización de las desigualdades y el fracaso del modelo para responder a la emergencia.

El multimillonario reafirma que "Estamos viendo la concentración de la riqueza más grande de toda la historia. La gente solía decir que Rockefeller o JP Morgan eran ricos, pero eso no es nada comparado con el porcentaje de riqueza que manejan hoy Marck Zuckerberg o Jeff Bezos. Y lo que está bien claro es que esta fórmula no está dando resultado".

A diferencia de lo que se plantea en la Argentina de cobrar un importe excepcional por única vez a patrimonios superiores a los 300 millones de pesos los multimillonarios del mundo promueven un aumento permanente de las cargas impositivas para los mas ricos "No hay ninguna razón que justifique que en términos proporcionales yo esté pagando muchos menos impuestos que el encargado de mi edificio. El resultado es que yo me estoy enriqueciendo cada vez más cada año. Y mis hijos se están enriqueciendo porque yo me estoy enriqueciendo. No hay mérito individual alguno en esto. Y hay una consecuencia muy clara: el encargado de mi edificio es cada vez más pobre. Es lo que ha venido sucediendo en los últimos 40 años asegura y para remarcar aún más la idea "Me parece bien tener un impuesto especial a los más ricos relacionado con la crisis del coronavirus, pero lo que se necesita es un cambio estructural en que los ricos paguen más impuestos de forma permanente como parte de su contribución a que funcionen mejor la salud, la educación y la seguridad y que haya menos desigualdad".

El director de Patriotic Millonaires conoce algo de la realidad latinoamericana y asegura que "Estuve de vacaciones en Argentina hace unos años y me dio la impresión de que mucha gente tenía miedo. Cuando hay miedo la gente puede moverse en cualquier dirección en términos políticos. Y lo que pasa es que, por el poder que tienen, los ricos muchas veces terminan convenciendo a la gente de que lo que se necesita es un sistema más autoritario con más desigualdad y con mayor poder para las élites".

Para Pearl "La realidad es que la actual situación ni siquiera funciona para los ricos. Nosotros queremos un sistema con mayor igualdad. El socialismo no es una mala palabra. Hay muchas cosas en Estados Unidos que son muy populares como la seguridad social o Medicare o la educación pública, y hay alguna gente que dice ¡oh, eso es comunista! Absurdo. Los ricos deberían entenderlo. Es en su propio interés. Es parte de la sociedad en la que viven y de los consumidores que necesitan para sus inversiones".

Nadie duda que la coyuntura es lo urgente, más en estas particulares circunstancias, pero imaginar y debatir el mundo que viene es imperioso porque de ello depende verdaderamente el futuro. Sin ser tremendistas al levantar la vista y ver por dónde pasan y cómo se dan esos debates en el famoso mundo desarrollado no deja de generar una dosis de desencanto sobre la chatura intelectual y de debate en la que se mueve una gran parte de la dirigencia argentina. 

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