Amílcar Miranda, récord: jugó 9 Regionales en el nuevo milenio
Podía llamarse Torneo del Interior, Federal C o Torneo Regional Federal Amateur. Pero, en la última década, sea cual fuere el equipo de turno, en la lista de buena fe se podía encontrar en la mayoría de los casos un mismo nombre: Amílcar Miranda. El Pollo suma 7 presentaciones en los últimos 10 años y, si se extiende el conteo al nuevo milenio, son 9 certámenes en total, transformándose así en el alvearense que más campeonatos de la última categoría del Torneo Regional Federal Amateur ha disputado.
A repasar: Bowen (2006 y 2007), Andes (2012 y 2013), Real del Padre (2014, 2015, 2016), Luminares (2018) y el último con Bowen en 2019. Además de ser reconocido por una gran trayectoria y por su habilidad atajando penales, ahora el Pollo suma una etiqueta más. "Siempre recuerdo momentos especiales de esos torneos. Cada uno tiene lo suyo y en todos disfruté y me brindé al máximo para defender la camiseta y llegar lo más lejos posible" comentó Miranda en una entrevista con Tridente Ofensivo.
-Haciendo la cuenta, sumás más veranos de pretemporada que los que fueron libres...
-Y, del 2012 para acá, recién vine a parar el verano pasado. El año en el que no estuve en Regionales, fui parte de Pacífico en la Copa Argentina 2017. A uno le encanta, pero la familia también pasa factura. De todas formas, cero arrepentimiento, porque es lo que uno elige y con lo que uno es feliz.
-¿A nivel personal, pasa más factura perderse cosas de la juventud por el fútbol o ya más de grande estar ausente en momentos de la familia?
-Claramente lo segundo. Una vez que estás casado y tenés hijos, es complicado no estar en el verano con la familia. Y más en el verano. Hoy teniendo 32 años, te pasa factura el cuerpo (risas). Pero tengo las mismas ganas que a los 16 cuando debuté en primera. Tengo un padre que me hizo valorar mucho la responsabilidad que debía tener hacia la institución en la que estaba.
-¿Qué significa para vos haber jugado la mayoría de esos torneos con tu hermano Milton?
-Sí, fueron muchos con él. Los dos de Bowen en 2006 y 2007, los dos con Andes en 2012 y 2013, uno con Real del Padre y el último con Bowen. Gracias a Dios hemos podido compartir muchos momentos juntos en el fútbol.
-Si tuvieras que elegir uno de los 9 procesos. ¿Con cuál te quedás?
-En el que mejor estaba tanto mental como físicamente fue el que tuve la fractura, en 2012. Me tenía mucha confianza y mucha fe. Otro que fue muy bueno fue el primero con Real del Padre, que se llegó a semifinales: fue un grupo bárbaro de jugadores y personas. Y volviendo atrás en el tiempo, el de Bowen de 2017. Ahí tenía 18 años y fui suplente, pero las vivencias que tuvo ese plantel fueron increíbles. Definimos con Huracán Las Heras en Pacífico a cancha llena y eliminamos a Del Bono en San Juan. Y con Atlético Argentino en tercera ronda, hubo fallos arbitrales que nos complicaron mucho, sino estábamos para pasar.
-Real del Padre consiguió jugar tres torneos consecutivos. ¿Los grupos que se forman superan a cualquier situación económica en un club?
-Siempre lo voy a remarcar en todos lados. Un jugador te puede ganar un partido, pero el grupo te gana el campeonato. Desde mi punto de vista, es lo más importante que puede haber. En el 2007 de Bowen, se llegó a donde se llegó por el grupo. En el 2013 de Andes, lo mismo. Y en Real, ni hablar. Incluso en Pacífico por la Copa Argentina, se llegó tan lejos por la calidad de personas. Primero viene el grupo, después los partidos. No podés ser amigo de todos tus compañeros, pero tirando para el mismo lado, se pueden hacer grandes cosas. En aquel momento, la dirigencia de Real del Padre hizo cosas para sacarse el sombrero. Pero el grupo fue vital.
-¿Cerraste tu ciclo en Bowen o te quedó algo pendiente?
-Por ahí hubieron cosas que a uno no le gustan. Junto con Milton nos hemos brindado al máximo y hemos logrado cosas importantes. Charlando en momentos familiares, siempre nos sale la misma frase: nadie es profeta en su tierra. No tengo ningún drama en decirlo: siempre me valoraron más en los otros clubes. A Bowen, uno tenía que ir porque era de Bowen. Esas actitudes a uno lo hacen alejarse. Siempre voy a estar agradecido porque es el club que me formó y no tengo ningún drama en volver a jugar, más allá de que hoy en día estoy viviendo en Alvear. No es cerrar un ciclo porque uno no sabe lo que puede pasar. Yo tengo pensado jugar unos cinco años más, si el cuerpo y las actuaciones acompañan. Nunca le cerraría la puerta a Bowen, pero hoy está difícil.
-Por todo lo que se está generando alrededor del proyecto de Argentino. ¿Son conscientes de que todo el mundo va a esperar mucho de ustedes?
-Totalmente. Sobre todo lo sabemos los más grandes. Vamos a estar en el ojo de todos y por eso nos estamos brindando con todo en los entrenamientos. El profe hizo un gran trabajo durante la cuarentena. Personalmente, hace años no me sentía con esta energía. Queremos lograr cosas importantes con este club, porque no nos hacen faltar nada. La única forma para agradecerles es retribuirlo dando el máximo.
-Guillermo Franco habló de jugar un Federal A como objetivo. ¿Así lo sienten en el grupo?
-Vamos a ir paso por paso. Para cumplir objetivos hay que pasar por determinadas fases. Pero claramente, la meta es la que dijo Guille. Y lo más pronto que se pueda lograr, mejor. Vamos a luchar en cada partido y en cada entrenamiento para lograrlo. Después se puede dar o no, por diferentes factores.
-¿La habilidad para atajar penales se va perfeccionando con el paso del tiempo?
-Siempre me preguntan si es suerte o intuición y yo siempre respondo que es sentirse seguro. Así me pasa a mí, me siento convencido de que el jugador va a patear a ese lado. Después si te hacen el gol, a otra cosa, pero en el momento sentís esa seguridad. Al pateador se lo estudia desde la caminata, cómo se posiciona, sabiendo de antemano cómo le pega y en qué posición juega. También hay que analizar otros factores: si estás en una cancha sin hinchas, uno se relaja y la situación es otra. A cancha llena, es otra. En las prácticas, podés entrenar con tus compañeros, pero no con el rival. Uno lo hace para que el compañero tome confianza. Pero te patean ellos, no el contrincante. Y la situación del momento es otra.