La dura ruptura de Alberto Fernández con Cristina Kirchner es una metáfora de muchas cosas. Nadie como el ex jefe de Gabinete participó en la intimidad de las decisiones del matrimonio Kirchner durante cinco largos años. ¿Por qué no se pudo conservar, una vez disuelta la unión política, ni siquiera la relación personal que habían entablado entre ellos? ¿Por qué la simple disidencia es equiparable a la dramática traición en el rígido universo del kirchnerismo?