Opinión

Es hora de cambiar la ecuación

Por Marcelo López Álvarez.

Por Marcelo López Álvarez

La pandemia sigue siendo el tema excluyente de nuestros días y de nuestras vidas. Cómo en cada crisis se profundiza lo mejor y lo peor de cada sector. Se acumulan las muestras de ignorancia y sabiduría con la misma velocidad de contagio del virus.

Los números mal comunicados casi con unanimidad por los medios llevan una situación aún más caótica a los ciudadanos. Hay una desesperación por contar la pandemia en términos absolutos, una aberración estadística y de seriedad pero que da una idea de como aún en crisis históricas la avaricia vale más que una vida.

Por esa cuestión de números absolutos y cercanía tenemos todo el día posada la mirada sobre Italia y España sin embargo el país de Europa en que peor pesa la pandemia es Bélgica con una cantidad de muertos por millón de habitantes superior a las de los estados más mencionados. Lo mismo pasa con Brasil (más allá de la impresentabilidad de su presidente) sus números de muertes y casos por millón de habitantes están todavía bien lejos de la catástrofe europea o incluso de naciones latinoamericanas como Ecuador o Perú. No hace falta agregar demasiado más sobre algo de lo que ya hemos hablado y escrito en extenso en este espacio y en radio Andina.

También ya hemos dedicado espacio vasto a la no existente dicotomía entre salud y economía que se intentó instalar para limar al gobierno y vuelve con fuerza en estos días.

El Gobierno desde el día uno del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) puso en marcha diversas medidas para intentar sostener ingresos y empleo algunas de ellas, como ya explicamos aquí hace un par de semanas, boicoteadas sistemáticamente por una conjunción peligrosa de exceso de confianza e inocencia de los funcionarios del Estado y avaricia sin fin de un sector privado demasiado poderoso integrado sobre todo por bancos y grandes corporaciones empresarias que parecen querer llevarse puestas a las pequeñas y medianas empresas para aumentar la concentración, algo a lo que propenden los factores de poder en cada crisis. Situación de la que pareció tomar nota el Gobierno que profundiza medidas para PYMES y autónomos que se conocerían en estos días tratando de apurar la ayuda o salvataje de esos grupos que emplean a la mayoría de la fuerza de trabajo de la Argentina.

Ya hemos escrito, también, semanas anteriores sobre el nuevo orden que llegará indefectiblemente cuando la pandemia se retire controlada por alguna vacuna o medicamento. Alguna enseñanza quedará para la humanidad, primero una nueva forma de cuidar nuestra salud ante la fragilidad que mostramos frente a las mutaciones de los virus y bacterias. La pandemia demuestra que el ordenamiento que hoy existe es inviable si se quiere un mundo más desarrollado a partir de la equidad. El virus vino también a mostrar en las sociedades que no hay clase social o diferencias ideológicas o culturales para contraer la enfermedad.

Hasta los liberales más puros (hablamos de liberales y cultores de mercado en serio, no los que divagan por la tv local) debieron aceptar que sin un Estado fuerte y presente es posible afrontar situaciones de crisis. A diferencia de otras crisis mundiales está que mezcla la salud con la economía no discrimina a la hora de llevarse vidas y se cobra la de los banqueros, la de los lobos de Wall Street y la de los millones de ciudadanos del Mundo que suelen verse perjudicados con sus políticas.

En las crisis anteriores de la economía desde la del 30 hasta las del 2008 siempre lo grandes capitales financieros fueron rescatados por los Estados a costa de ajustes y cayendo sobre el colectivo ciudadano creando no sólo un problema de económico sino también otro casi tan grave pero invisibilizado de salud pública con miles y miles de enfermedades de origen psicosomático y suicidios.

Esta vez el orden se invirtió y una crisis sanitaria provocó la crisis económica más grande que se recuerde del capitalismo central y que los grandes centros de información intentan silenciar como antes silenciaban las de salud. 

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