Opinión

Columna política del domingo: ¿Qué festejamos?

Por Marcelo López Álvarez

Si siguiéramos nuestras viejas tradiciones, así como tenemos el Año Nuevo Chino, el Judío o el Musulmán, este fin de semana tendríamos el año nuevo mendocino. Los tiempos han cambiado bastante pero aún la Vendimia sigue siendo una especie de quiebre arranque de lo nuevo para Mendoza.

Una nueva Vendimia con toda su significancia, político, social y cultural se apodera de las calles y del sentimiento de miles y miles de mendocinos que desde sus departamentos renuevan esperanzas que la cosecha les depare un año mas o menos vivible o por lo menos que el destino les traiga a la Reina.

Este nuevo tiempo de cosecha no traerá demasiado bienestar a los productores, ni tampoco tranquilidad política e institucional en el sector. Está claro que la batalla que se libra en estos días entre las entidades institucionales de la vitivinicultura ha generado muchísimo ruido en la industria madre. No es el principal problema que atraviesa la industria, pero si uno que puede complicar la construcción de políticas activas que se necesitan para salir del profundo pozo en el cual ha caído.

¿Cuál es la realidad del sector que hoy celebramos por su aporte fundamental al desarrollo de cultural, social y económico de la provincia? Precisamente todo lo contrario a ese esplendor que lo hizo el emblema de una provincia y una región.

El balance 2019 para el sector es definitivamente muy malo dos informes conocidos en estos días provenientes de organismos tan disimiles como la Fundación Mediterranea y CONINAGRO, no hacen más que ratificar lo que parece ser una situación terminal o por lo menos de complejísima resolución para la industria vitivinícola.

El IERAL destaca que las bodegas tuvieron una caída en facturación, pero no regular, les fue mejor a las dedicadas a la exportación y mal para los que venden en el mercado interno a pesar de que en 2019 repuntó la venta respecto a 2018.

El Instituto remarca que "Para los productores, la situación como un todo fue muy mala, peor a la del año anterior, puesto que sus ingresos, netos de inflación, cayeron casi un 50%. Como la cosecha fue similar a la del año anterior, la clave fue los precios bajos de la uva, que cayeron en un contexto de inflación"

El IERAL cree que en el mejor de los escenarios el año que comienza con esta Vendimia, el "mercado interno podría mejorar levemente" en tanto que "el mercado externo, la situación es algo extraña. El dólar oficial está caro, pero posiblemente se lo utilice para combatir la inflación" por lo que una mayor brecha podría desalentar la exportación. Acá vale aclarar que es un análisis muy sesgado ideológicamente al pensamiento de los economistas de la Fundación.

El trabajo también destaca que la baja de la cosecha podría llegar a equilibrar las cantidades elaboradas con la venta de vino, pero con stocks que continuarían altos tirando a la baja los precios , que es la cruda y triste realidad de lo que está ocurriendo.

En tanto el informe de competitividad de CONINAGRO presentado el viernes destaca que a pesar que hubo un alza del 4% anual en el flujo de exportaciones y las empresas agregaron valor a los productos hasta en un 30%, la competitividad de la industria vitivinícola se deterioró un 17% interanual en 2019.

La entidad destaca que "la actividad vitivinícola también fue afectada negativamente por el entorno macroeconómico e institucional (-18% anual). Dentro de este apartado, el principal causante corresponde al menor acceso al financiamiento: los préstamos otorgados al sector medidos en dólares se contrajeron 35% en 2019, como consecuencia de la devaluación y el incremento en las tasas de interés.

Pero como siempre el más castigado es el productor que vio como en 2019 "el precio percibido por el productor de vino y mosto se desplomó 45% en términos reales, mientras que al mismo tiempo se incrementaron los costos de producción. En este sentido, frente a la devaluación y a la escalada inflacionaria, el precio de los insumos medidos en dólares saltó 27% y el costo del combustible y de la energía eléctrica concluyeron el 2019 con incrementos del 9% y 8%, respectivamente. La buena noticia dentro de esta dimensión es que el consumo interno de los productos del sector aumentó 5% el año pasado".

Pero no solo eso, la participación del complejo de la uva en las exportaciones de la Argentina, según los números oficiales del INDEC perdió 3,8% respecto a 2018 alcanzando apenas el 1,6% de las exportaciones de la Argentina.

Este es solo un resumen crudo, con datos duros de la situación de la industria que mayor incidencia social y cultural tiene en Mendoza. Desayunos, agasajos, pases de factura velados y la política que mete la cola no cambiaran una realidad que como planteo la Cámara de Tunuyán, también está semana, o el mismo gobernador en el desayuno de la CoViAr necesita repensar el modelo y plantear a mediano y largo plazo cómo recupera su capacidad de crear riqueza y trabajo, en vez de pobreza y exclusión. 

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