Exclusivo: La ganadora del concurso millonario de Susana Giménez habló con Sitio Andino

Estaba nerviosa pero con la sonrisa a flor de piel. Recibió a Medios Andinos en "su" casa; en realidad, donde vive desde hace 35 años, pero que nos es suya. Tiene un terrenito al lado, pero no ha podido construir. Resulta que ahora le llegará una casa y un millón de pesos. Los ganó en el programa de Susana Giménez, y los sanrafaelinos que la conocen, se encargaron de señalar en las redes sociales que "se lo merece". Se llama Cristina... y le cambió la vida.

"Sí, estoy nerviosa, no pude dormir casi; anoche me acosté como a las cuatro, y esta mañana desde temprano me están escribiendo; pero sé que Dios está de mi lado porque el accidente me dejó muy mal", narra recordando inmediatamente el mayor problema que vivió en estos años: el accidente de tránsito que hace dos años la dejó con su mano izquierda inutilizable y le impidió volver a trabajar.

Tenía para entonces un emprendimiento en marcha, una panadería que le iba a permitir salir del pozo, cree. Pero ese 12 de abril la tiró de la moto y de sus sueños. Parecía que desde entonces todo salía mal, y hasta se aferró a la idea de "ganar algún sorteo, por eso participaba en todo y ya la semana pasada tenía fe que me iba a ganar algo".

En efecto, cuenta que estuvo a punto de ganar el Quini el fin de semana pasado, y el jueves tomó la decisión de gastar "los 200 pesos en enviar mensajes a Susana, se me terminó el crédito, pedí el préstamo amigo, y seguí mandando para tener algo en el teléfono; debo haber mandado más de 10 mensajes".

Es que tenía la corazonada, al punto que anoche "cuando estaba con mi hijo, yo estaba con el teléfono mientras miraba el programa; mi hijo tomaba mate... y cuando Susana hizo el primer llamado y no salió le dije a mi hijo: ahora viene el mío".

Ahí el joven, de 27 años, le preguntó "¿Qué, vos mandaste mensajes?". Y ella le repitió "sí, ahora viene el mío". Y ahí Susana Giménez leyó un papel, dijo al aire "es de San Rafael". Y ahí Cristina se levantó de la silla al grito convencido de "te dije que era el mío", y salió de la humilde casa donde viven, rumbo a un árbol afuera que le permite a veces tener señal de celulares, porque estaba segura de verdad que la iban a llamar.

Y fue así, Susana casi corta la comunicación porque no entraba, pero se dio justo y Cristina pudo atender afuera, en la oscuridad típica de la zona de campo inculto que no tiene ninguna luz de ciudad cercana. Sólo algunos relámpagos de una noche tormentosa que había descargado un poco de agua, algunos minutos antes.

"Yo le decía hola, Susana, pero recién pude hablar abajo del árbol", nos cuenta y se emociona de nuevo.

Le preguntamos si tenía muchas deudas que pagar, y dijo que "sólo las del día a día: la luz, las cuentas". El esfuerzo familiar se redobló cuando a Cristina le quebraron la mano, el marido no viene hasta fin de año, porque trabaja de camionero en Añelo.

El hijo que le trajo suerte, también vio su suerte cambiar esta semana. Llevaba meses sin trabajar, y consiguió uno para empezar el sábado como encargado de seguridad de un local comercial.

De pronto, parece que la vida les sonríe de nuevo: "Ahora me viene re bien, todo esto; cuando trabajábamos los dos, nos dábamos vuelta, pero dos años llevamos así. Me ha costado mucho salir de este accidente, la mano, la clavícula quebrada. La prótesis que quedó mal..."

Las pocas llamadas que logran entrar a su celular hoy, las atiende feliz y les repite a todos el paso a paso de su noche triunfal. "Yo tenía la intuición, y eso que hasta el cargador del celular no me funcionaba". Pero cuando "estaban revolviendo los papelitos, dijo, ahora viene el mío", y era así no más.

Cristina es querida por la gente que la conoce, dicen que es solidaria, que ayuda a quienes puede, lleva a su casa a comer o tomar la merienda a chicos que no tienen nada en sus casas. Sin nada que le sobre, hace que le alcance para dar a los demás. La casa prestada desde hace décadas, se le llueve, pero tiene esa sensación de hogar de mamá, al que no dejan de ir nunca sus 4 hijos.

Antes de irnos, y ya que estamos, le consultamos, y nos aconseja jugar el 40 a la quiniela esta noche en medio de carcajadas de José López y Sergio Fávole, el equipo de Televisión Andina con quienes fuimos a visitarla; se la nota contenta, con otro ánimo para encarar "el año de rehabilitación que me queda, y la otra operación que me tienen que hacer".

"Las cosas de la casa las puedo hacer, todavía, así que feliz", dice, casi sin darse cuenta de que ahora la sonrisa domina su nueva suerte. 

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