Ni el más ferviente creyente en la igualdad o de la noción de que un libro no puede ser juzgado por su cubierta puede rechazar el poder de las apariencias. Sacamos varias conclusiones sobre los demás en cuestión de segundos la primera vez que los vemos, conclusiones que son difíciles de quitar en el futuro, incluso si notamos evidencia para refutarlo.