Pocas palabras

En una sola acción y casi sin palabras, Cristina reconoció a Hugo Moyano como secretario general de la CGT y lo puso en su lugar. Lo sentó en la primera fila del salón de los patriotas latinoamericanos, junto a sus colegas de la CTA y de la Unión Industrial, a dirigentes políticos del oficialismo y de la oposición y al líder de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló (quien anunció que aspira a sucederlo en junio). Para que nadie pudiera confundir la pacífica respuesta a la agresiva posición británica en el Atlántico Sur con el desembarco militar de 1982, recordó que sin soberanía popular en democracia no es posible la soberanía territorial y desclasificó el informe confeccionado por una comisión interfuerzas integrada por seis oficiales generales, que recomendó destituir y fusilar a los miembros de la Junta Militar. No se trató de un gesto dirigido sólo al frente interno. Junto con el respaldo de la UNASUR y la CELAC, la denuncia de la militarización y nuclearización de la única zona de paz del mundo y el reclamo de negociar la soberanía en las islas Malvinas como ordenó la Asamblea General de las Naciones Unidas hace casi medio siglo, coloca a Gran Bretaña en la situación más incómoda desde la ocupación, en enero de 1833. Clarín tituló que Estados Unidos “admite de hecho una administración británica de las islas”. Lo que en verdad dijo la vocera del Departamento de Estado fue que “reconocemos el gobierno de facto británico en las islas”, que no es lo mismo, y aclaró que no tomaba posición sobre la soberanía. Tampoco es cierto que se haya publicado completo el Informe Rattenbach. Nunca se conoció su núcleo informativo, que es el sumario interno del Ejército realizado por los generales Edgardo Calvi y Luis Alberto Amallo, que comprende las declaraciones de cada uno de los oficiales, suboficiales y soldados que regresaron con vida de las islas. Es por completo coherente que un grupo que llama presos políticos a los militares procesados por crímenes de lesa humanidad haya agredido a puñetazos a un diputado que salía del acto presidencial. La España Negra mostró su persistencia al condenar a Baltasar Garzón en el Tribunal Supremo. Sus homólogos argentinos son por suerte un puñado de marginales.

En soledad

Desde el acto en River en 2010 por el 17 de octubre, en el que dijo que el sindicalismo aspiraba al poder y a que uno de sus dirigentes presidiera el país, pasando por el de la Avenida 9 de Julio en vísperas del 1º de mayo de 2011, con la pretensión de imponer candidatos propios en las listas del Frente para la Victoria, hasta el del 15 de diciembre en Huracán, donde renunció a sus cargos en lo que llamó “cáscara vacía de peronismo” del PJ, sin omitir las alabanzas a Kirchner y Cristina cuando la muerte del ex presidente ni la amenaza de paro y movilización a la Plaza de Mayo cuando la Procuración helvética pidió algunos datos sobre él por una causa contra un empresario de la basura, la trayectoria en zigzag ha sembrado dudas sobre el pulso de Moyano como conductor. Esto culminó con la última serie de frenazos y aceleradas en reportajes, declaraciones y filtraciones intencionales en las que Moyano y su locuaz hijo Pablo vertieron epítetos hirientes sobre el gobierno y sus funcionarios que terminaron por estacionarlos en un callejón tan estrecho, que les cuesta tanto retroceder como avanzar. El principal error de Moyano fue el desafío político a Cristina, terreno en el que ella sobresale y él es un principiante. Pero no fue más perspicaz su intento de repliegue a lo sindical, donde reivindicó a un dirigente tan desprestigiado como Juan José Zanola (cuando quedó en libertad, la Comisión Directiva bancaria lo expulsó, por 19 votos a cero) y en defensa de la caja de Gerónimo Venegas no apoyó el nuevo Estatuto del Peón, que devuelve derechos históricos y consagra nuevos para los trabajadores rurales. A medida que endureció sus posiciones contra Cristina fue cosechando adhesiones que lo alejan cada vez más del rol de aliado estratégico de un proceso de transformación nacional y popular. Los secretarios generales de las dos centrales fantasma que remedan la CGT y la CTA, el gastronómico Luis Barrionuevo de Camaño y el estatal Pablo Micelli, desearían, pero no saben cómo, caotizar la escena en procura de ampliar su menguado espacio. Con ellos no puede construir ni un hipotético sello electoral ni una alianza sindical estable. Quienes conocen el padrón confederal sostienen que Moyano no cuenta con los votos para aspirar a un tercer mandato, pero lo mismo pasa con los interesados en desplazarlo. Una hipótesis declinante es que varios gremios industriales consigan apoyos suficientes para consagrar a Caló. “En unos meses los Gordos se lo tragan, porque no tiene carácter”, dicen cerca de la actual conducción cegetista. Más probable parece que la CGT vuelva a dividirse, más de lo que ya lo está. Moyano atraviesa con Cristina una tensión similar a la de Víctor De Gennaro con Kirchner. Los dos dirigentes emblemáticos de la resistencia al consenso de Washington plantearon la disputa por la conducción a los gobiernos que enarbolaron sus banderas. De Gennaro recaló como diputado de un Frente Antiinflacionario Progresista que propone el ajuste. Dirigentes del círculo íntimo moyanista se han acercado al gobierno, para dejar constancia de su desacuerdo. “Si se va de la CGT, se repliega a Camioneros. ¿Y nosotros, dónde vamos?”, se preguntan.

Para seguir leyendo este artículo, haga clic aquí.

LO QUE SE LEE AHORA
El Gobierno de Milei no le renovará el contrato a 1.400 empleados

Las Más Leídas

Identificaron a las víctimas del trágico accidente vial de Godoy Cruz.
Paso Internacional Los Libertadores: cómo está hoy, miércoles 15 de enero.
Producto de las tormentas, hubo un alud sobre la ruta nacional 7 y se está cortada
Un auto chocó contra un árbol en Godoy Cruz. El accidente vial se produjo alrededor de las 3.30.
Qué dicen las primeras pericias sobre accidente vial en el que murieron los cuatro jóvenes en Godoy Cruz

Te Puede Interesar