Soledad capitalina: la mitad de los porteños no tiene pareja
Surge de los datos de la última Encuesta Anual de Hogares del Gobierno de la Ciudad. En la población por encima de los 30 años, el porcentaje de solos alcanza el 27,4 por ciento.
El 48% de los porteños no tiene pareja. Los números corresponden al total de la población encuestada sobre la base de su estado civil legal y convivencia en pareja. En la población por encima de los 30 años, el porcentaje de solos alcanza el 27,4 por ciento.
Ente las razones de estos números en la Ciudad, los especialistas sostienen que por más que esten todos apelmazados en esta pequeña superficie, no se conocen y no tienen formas de vinculase los unos con los otros, porque no hay lugares de recreación y remarcan que hasta la arquitectura de los edificios de departamentos, donde vive mucha gente, atenta contra la interacción porque tienen pocos espacios comunes.
Suman además las condiciones laborales en la ciudad, que, generalmente, "propician vínculos más funcionales que humanos y agregan que otro factor importante es la creciente población extranjera o del interior que pierde sus lazos sociales cuando llega a la Ciudad y que tiene dificultades para construir sus lazos.
Sin embargo aclaran que no todos los solos y solas viven la falta de pareja como un padecimiento. En muchas ocasiones esta tendencia puede ser la contracara y la reacción liberadora frente a una idea del amor asfixiante según informa un matutino.
Frente a esta realidad, la gran cantidad de porteños singles se refleja también en el crecimiento de las empresas dedicadas a la búsqueda de pareja, que, en el último año, registraron en la Ciudad de Buenos Aires aumentos sorprendentes en su clientela que alcanza casi al 40 por ciento.
Para la licenciada en psicología social Aída Lejner, quien además coordina grupos de solos y solas, la Ciudad propicia la soltería porque "no ofrece espacios de encuentro real" y explica que "ese estado de soledad que se genera no se puede cubrir con un encuentro virtual". Según ella, a la falta de espacios de encuentro se suma también la desconfianza en los otros que despierta la inseguridad en los habitantes de la urbe.