historia de vida

La mujer que sorprendió al contar su calvario en la marcha de #NiUnaMenos

"Tuve 3 costillas fisuradas y fui violada en varias ocasiones por el padre de mis hijas", afirmó. Debió esperar 53 días para que la justicia actúe luego de una denuncia.

Por Sección Sociedad

Graciela Antonia Difabio (foto) fue, y es actualmente víctima de violencia de género. Durante más de 18 años ha recibido constantes maltratos físicos y verbales por parte de -hoy- su ex esposo, Ricardo Ángel Aguirre Céliz.

Este miércoles, fue una de las que participó de la masiva marcha en pedido de justicia por las tres mujeres que fueron asesinadas en los últimos días, en casos de femicidios. En diálogo con el periodista Marcelo Torrez, en el programa Sin Verso, por Radio Andina, Graciela decidió relatar de manera cruda, todo su calvario.

Graciela fue repetidamente víctima de agresiones de su ex esposo. Tuvo fisuras en 3 costillas, fue violada en varias ocasiones, fue amenazada día a día, incluso de muerte. "Vos valés menos que una bolsa de basura, te voy a quitar a tus cuatro hijas", fue una de las incontables frases que le propinó Aguirre Céliz.

La Justicia, por otro lado, tardó 53 días en citar a declarar a este hombre, luego de una denuncia que hizo Graciela. Aquel día, contó la víctima, Aguirre Céliz le dijo: "De esta no zafás".

Anteriormente, también le había advertido que algún día la iba a matar, que alegaría Emoción Violenta, y que saldría a los pocos días de la cárcel.

Hoy Graciela puede y tiene el valor de contar su historia: "Doy gracias a dios que del hospital salí caminando y no en un cajón. Podría haber sido sólo un numero de una estadística", acotó.

Leé su historia:

"Buen día a todos y para todas, en especial para mí, que me animé e hice público mi sentimiento de miedo ante un ser nefasto que no tiene respeto por el prójimo ni mucho menos por la madre de sus cuatro hijas. Y a más de 9 años de un divorcio legal a causa de golpizas que él me dio frente a 3 de mis hijas, aún me cree de su propiedad. Gracias a dios y a mis hijas sigo viva. Y no soy una menos o una historia ya olvidada.

Ya no tengo vergüenza de contar parte de mi historia de vida. Yo he sido y soy víctima de violencia de física y psicológica por el padre de mis hijas, desde hace 18 años y medio.

Hoy sigo adelante pero no olvido lo sucedido. Sepan disculparme por mis adjetivos calificativos a mi ex. Su madre era una buena persona y también era víctima de su esposo y de su hijo. Ella se llamaba Rita. Ya en sus últimos años de su vida fue maltratada por su hijo Ricardo Ángel Aguirre Céliz, o sea, el padre de mis hijas.

Yo hago público esto porque es parte de cuidarme, y pedir ayuda. Nunca más un hombre me maltratará, y de ninguna manera.

Esto está dirigido a mis cuatro hijas. Si su madre se animó a denunciar y a hacer público, que su esposo amado y querido intentó matar a su madre, todas las mujeres debemos salir al frente y seguir en la lucha, sin violencia.

Yo no culpo ni a este ni al gobierno ni al actual. El estado no es el culpable de la violencia de género. El Estado no estaba adentro de mi casa cuando me maltrataron, me golpearon o me revolearon cosas.

Fui muy bien contenida en la comisaria de la plaza Godoy Cruz por hombres y mujeres que me auxiliaron y me llevaron al Hospital Central. Estuve en observaciones con tres costillas fisuradas. Una mujer policía cada 5 minutos me ponía un espejo y me decía, denuncialo, así te dejó el padre de tus hijas, hasta cuándo vas a soportar esto. Yo veía mis moretones y mi cara desfigurada. Me pusieron oxigeno, suero y calmantes para los dolores. Así estuve 8 horas.

Le pedía a una amiga mía, Carina Muñoz, que me fuera a retirar al hospital, porque mi familia no sabía nada y vivían en San Rafael. Agradezco también a Cristina Roco, que me alojó durante 4 días hasta que tuve la suficiente fuerza de regresar a mi hogar.

Ricardo Ángel Aguirre Céliz no pensaba que lo había denunciado y se me reía en la cara. Me dijo que me iba a matar, que iba a alegar emoción violenta, y que iba a entrar y salir por la otra puerta.

Pasaron 53 días con él bajo el mismo techo donde yo dormía en la cama matrimonial con una hija agarrada de cada mano mía. Yo me sentía protegida por mis hijas, en vez de yo protegerlas a ellas.

53 días tardo la justicia en citarlo. Jamás voy a olvidar ese sábado cuando un oficial de Justicia llegó con la citación. Jamás voy a olvidar la cara con la que me miró Ricardo Ángel Aguirre Céliz, esa cara de haber dicho: ‘como no te maté'. Se dio media vuelta y me dijo ‘de esta no zafás. Tarde o temprano vas a ser historia'.

Por eso ayer lo hice público y no siento vergüenza. Agradezco a los psicólogos de víctimas de violencia que me contuvieron.

Al principio, los maridos de mis amigas decían ‘qué mala persona, como te hizo esto a vos que sos tan buena'. Esos mismos hombres decían después ‘toda mujer se merece de vez en cuando recibir una trompada; algo habrá hecho'.

¿Saben qué hice? Estaba limpiando y como lo interrumpía me dijo ‘desaparece de mi vista porque no te quiero ver. Andate a la pieza a dormir'. A mí me costó cuatro años hacerle frente.

El sexo masculino se cree fuerte pero en realidad es el más débil, por eso tienen tanto miedo y quieren someternos bajo violencia, degradación, maltrato físico y verbal. A mí me dijo que valía menos que una bolsa de basura y que me iba a quitar mis hijas, por eso tuve que esperar hasta que se hicieran grandes para enfrentarlo del miedo y pánico que tenía.

Más de una vez fui violada por el padre de mis cuatro hijas. Él no entendía que yo no quería tener sexo con él, pero terminaba accediendo para que mis hijas no escucharan los maltratos.

Él me sigue presionando. Hace un par de meses atrás aparecen llamadas de él amenazándome. La ultima vez me dijo ‘sos tan vulnerable que puedo matarte en cualquier momento'.

Esta es la historia de mi vida. Hoy por hoy lo he superado, pero cuando veo estas situaciones de violencia de género es inevitable recordar todo lo que él me hizo a mí.

De la única manera que perdemos con el sexo masculino es con la fuerza física; pero todas juntas y unidas podemos hacer un cambio".

Graciela Antonia Difabio

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