Desencuentro: 45 chicos esperan ser adoptados en Mendoza
Si bien son casi 600 las parejas que esperan para adoptar un niño, sus expectativas no coinciden con la realidad de los posibles hijos.
Aunque en el imaginario colectivo está instalado que hay una enorme cantidad de parejas que desean adoptar pero existen trabas que les impiden tener un hijo, la realidad muestra otra cosa. En Mendoza hay unos 45 niños que están en condiciones de ser adoptados, pero no hay interesados en sumarlos a sus familias. Cuando los deseos no coinciden con las oportunidades.
Ese concepto de que el sistema no viabiliza las adopciones, es al menos cuestionable. Es que muchas veces las parejas (o personas individuales) que se inscriben para adoptar un chico aspiran a ciertas condiciones, que los chicos que logran el estado de adoptabilidad "no cumplen".
Un ejemplo de esto es que actualmente en toda la provincia hay 45 chicos que esperan ser adoptados, luego de que los jueces de familia declararan el estado -y ya no hay instancias para que los padres o familiares puedan objetar la medida-, pero no hay interesados en ellos.Y si bien hay 570 inscriptos en el Registro Único de Adopciones (RUA), las expectativas sobre los hijos que pretenden, no coinciden con las realidades de los chicos que aguardan ser acogidos en una familia.
Según explicó a SITIO ANDINO la directora de la Defensoría de Derechos de la Dirección de Niñéz, Adolescencia y Familia (DINAF), Rosana Corinaldesi, actualmente hay entre 40 y 45 chicos que alcanzaron el estado de adoptabilidad por parte de la Justicia, pero aún permanecen en los hogares o con familias cuidadoras porque "no es fácil encontrar familias adoptantes que estén dispuestas a recibirlos".
Es que se trata de chicos "más grandecitos" (que generalmente superan los ocho años), algunos casos de niños con HIV, problemas conductuales, problemas psiquiátricos, con discapacidad motriz o mental, grupos de hermanitos, o adolescentes. "A veces no coinciden las expectativas con la realidad", señaló.
"Generalmente en chicos más grande es difícil la situación porque la mayoría de los inscriptos en el RUA buscan bebés y niños de hasta dos años", aseguró Corinaldesi.
Según la especialista esta condición de los aspirantes a adoptar es la más común por "la incertidumbre que genera el pasado de chico", es decir cómo influyen sobre él las experiencias vividas y las condiciones que lo llevaron a ser alejado de sus familias biológicas.
"Más allá de la intencionalidad de adoptar, tiene que haber una capacidad de la familia de sostener al chico hasta la adultez", explicó. Una situación compleja que requiere la creación de vínculos fuertes, que en algunas oportunidades no se crean. "Ha habido casos en las que las familias se han llevado a un chico pero lo han vuelto a traer porque no lograron establecer lazos", relató.
Si bien puede haber quienes cuestionen las aspiraciones de las parejas que se inscriben para adoptar, debe entenderse que no se trata de un acto de solidaridad, sino de incorporar un hijo a la familia -con todas las implicancias-, por lo que deben existir las condiciones adecuadas en el plano emocional para que el vínculo no fracase.
El largo proceso
Que un juez declare el estado de adoptabilidad de un niño no es tarea sencilla. Debe transcurrir un tiempo prudencial para desvincularlo de su familia biológica. Si bien en el caso de los recién nacidos que son abandonados o entregados a una institución por su madre, la situación es más rápida, con los mayorcitos es más complejo justamente por la vinculación a la familia ampliada.
Con los bebés (cuando son sanos) la situación puede resolverse en un máximo de 45 días. En el caso de los chiquitos abandonados, se busca a la familia en 30 días y si en ese tiempo no apareció nadie, se declara el estado de adoptabilidad. "Generalmente no pasan por hogares. En estos casos los jueces los autorizan a irse directamente con los adoptantes", explicó Corinaldesi, aunque en el proceso suelen estar en familias cuidadoras, ante la posibilidad de que en ese lapso aparezca la madre. "A veces los posibles adoptantes se resisten a recibirlos antes del estado de adoptabilidad por el miedo a que luego se los saquen, con todo el sufrimiento que eso trae", señaló.
"En los chicos grandes es más difícil porque hay tíos o abuelos que intentan mantenerlos con ellos", explicó. Previo a declarar el estado de adoptabilidad, se establece un plazo que puede demorar hasta un año para intentar mantener al chico con sus familiares (progenitores o familia ampliada) y el 90% lo logra. Si bien esto demora todo el proceso, la ley busca priorizar -siempre y cuando se pueda- el vínculo sanguíneo.
Una vez que el juez decide que el chico puede ser adoptado, la familia (nuclear o extendida) tiene tres días para apelar la decisión. Si se hace lugar, el estado vuelve a cero y sino adquiere la adoptabilidad.
En el caso de los chicos que no son adoptados por los inscriptos en el RUA, sus expedientes son derivados por orden de la Justicia a la red de registros de adopción federal, teniendo prioridad los interesados más cercanos geográficamente. Si esta instancia fracasa, se hace una convocatoria pública.
Es que cuando las condiciones de los niños no coinciden con las expectativas, ni siquiera se hace el ofrecimiento.
La larga espera para ser padres
Si bien la cantidad de chicos en condiciones de ser adoptados es amplia, la espera de los adoptantes es larga. Se calcula que tarda unos nueve años porque el 90% de los inscriptos acepta chicos de hasta dos años. Mientras que cuando se aceptan otras condiciones, la espera se reduce considerablemente.
Según explicó el titular del RUA, Gonzalo Valdés, hasta menores de cuatro años la vinculación con los adoptantes no es tan completa, pero cambia rotundamente a partir de los 7. "La adopción ideal no es la misma que la adopción real", explicó.
Por otra parte, Valdes señaló que por año se suman unas 90 familias que esperan su hijo. Además, como el promedio de edad de inscripción es a partir de los 40 años y la demora se extiende casi una década, muchas veces el proyecto de una familia con niños queda trunco. Sin embargo, explicó que "en la adopción no está en juego la espera de los adoptantes, sino que los chicos pasen el menor tiempo posible en los hogares".
"El Registro no se puede hacer cargo de la historia de cada uno. Cuando se inscriben en el RUA la historia de la búsqueda de un hijo comienza de cero", agregó Valdés. Por otra parte, explicó que las prioridades en el orden de las familias en espera es de acuerdo a la fecha de inscripción: "Hay familias que ya tienen hijos biológicos o adoptivos, hay familias uniparentales y homosexuales, pero no se da ninguna prioridad a nadie más que la fecha en que se inscribieron".
Los cambios de la legislación
Desde que surgieron cambios en la ley, como la que autoriza el matrimonio homosexual, se ampliaron las posibilidades de adopción a más familias. Así, parejas compuestas por dos hombres o dos mujeres, y una persona sin pareja también pueden ser adoptantes. De hecho, de las 570 familias inscriptas, 12 son homo y uniparentales, aunque ningún niños ha sido asignado aún a familias de este tipo. "Es que los requisitos que plantearon son los mismos que la mayoría de la gente, las modificaciones son relativamente nuevas y la espera es larga", explicó el titular del RUA.
En cuanto a los cambios en el Código Civil, que prometían agilizar los procesos, tanto desde el RUA como de la DINAF coinciden que es prematuro hacer una evaluación, aunque sí admiten que se han acelerado varios expedientes. De hecho hace un mes quedó firme un fallo de Cámara declarando el estado de adoptabilidad de cuatro hermanos, con los conceptos de la nueva legislación.
Requisitos para adoptar
Si bien existe una cantidad de mitos sobre quién puede estar en el Registro, desde el RUA destacan que para formar parte de la lista de espera los interesados deben recurrir previamente a algunas entrevistas con el equipo interdisciplicario, donde se les explica el proceso. A partir de allí deciden si se inscriben o no, los requisitos y demás.
Por eso, para consultas pueden dirigirse a la calle San Lorenzo al 221, 3º piso, de Ciudad.