Los dioses de las lesiones le sonríen a Nueva Zelanda, fue el título que escogió Gregor Paul para la columna en la que comentó la serie de bajas que han sufrido los principales equipos en la Copa del Mundo de Rugby.
Los dioses de las lesiones le sonríen a Nueva Zelanda, fue el título que escogió Gregor Paul para la columna en la que comentó la serie de bajas que han sufrido los principales equipos en la Copa del Mundo de Rugby.
Paul es el especialista del diario New Zealand Herald y está en Inglaterra viendo cómo los All Blacks no tienen visitas al hospital luego de dos partidos, mientras que el equipo anfitrión pierde, por ejemplo, a una de sus estrellas: Billy Vunipola, quien se dañó los ligamentos de la rodilla derecha en la derrota ante Gales (25-28) y estará seis semanas inactivo.
El tercera línea era la principal arma de impacto de los dueños de casa y parece irremplazable, pese a que fue llamado como sustituto el veterano Nick Easter (37).
Peor están los galeses, perseguidos por el infortunio de manera increíble, pues lamentaron las bajas de Leigh Halfpenny (fullback, rotura de ligamentos de la rodilla), Rhys Webb (medioscrum, afectado del pie), Jonathan Davies (centro, rotura de ligamentos). Y en pleno torneo se sumaron Cory Allen (centro), Scott Williams (centro) y Hallam Amos (wing) -que sufrieron un desgarro en el bícep femoral, una lesión en la rodilla y una luxación en el hombro, respectivamente-, los dos últimos en el choque ante los ingleses y el primero ante Uruguay.
Como si todo eso fuera poco, para mañana frente a Fiyi, está en duda Liam Williams (wing/fullback). Es, por lejos, el quince que se ha visto más debilitado, tanto antes como durante el campeonato. Y, como se puede ver, sólo se trata de backs, precisamente la línea que ha dado sus máximos momentos de gloria a los Dragones.
Las malas noticias, además, parecen haberse ensañado con el Grupo A, que responde con creces al apelativo de la Muerte. Ayer, por ejemplo, se confirmó que los australianos también perderán titulares por lo que resta del certamen. Y, literalmente, de peso: el octavo Will Skelton, quien es el segundo jugador más pesado en la Copa (140 k y 2,03 m), se dislocó un hombro y no podrá jugar hasta Navidad, mientras que su compañero de línea, el ala Wycliff Palu (115 k y 1,94) se desgarró los isquiotibiales de la pierna izquierda.
Sudáfrica, otro que siempre está en la lucha por la corona, no sólo lamentó su inesperada caída en el debut ante Japón, sino que también el adiós de Jean de Villiers, que ante Samoa sufrió una fractura de mandíbula. El capitán había dicho que se retiraba luego del Mundial y esta grave lesión no hizo más que anticiparlo.
Jean no es solamente nuestro capitán, simboliza también la unidad del grupo y es muy duro perderlo, aseguró el coach Heyneke Meyer. De Villiers, de 34 años, ha capitaneado a los Springboks en 37 ocasiones y es el segundo jugador con más test-matches de su país, con 109. Las lesiones son parte del rugby y he tenido mi cuota. La vida sigue, tengo que asumir todo y seguir adelante, comentó el centro, campeón del mundo en 2007.
Escocia también vio caer un titular: el octavo Grant Gilchrist, quien se fue el lunes debido a un desgarro en los aductores cuando apenas se disputaba el min. 18 del duelo ante Estados Unidos, que terminó en victoria por 39-16 para el Quince del Trébol.
Lloro desconsolado
Otro que es siempre candidato, Francia, sumó un nombre ilustre a la lista de descartados: Yoann Huget, quien se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha en el estreno ante Italia. El multifuncional back (puede ser wing o fullback) llegó precedido de una gran campaña en el Toulouse y con tries anotados, nada menos, que ante Argentina, Sudáfrica, Inglaterra y Escocia.
Pero a los 28 años, quizás, vio pasar su última ocasión de brillar en un Mundial. Por eso, lloró desconsolado apenas salió de la cancha de Twickenham, consciente de la gravedad de su lesión.
De esta manera, entre los ocho mejores equipos en el ranking de la World Rugby sólo Nueva Zelanda e Irlanda mantienen a los mismos 30 jugadores con que llegaron a Inglaterra (Argentina perdió a Mariano Galarza por razones disciplinarias).
El resto ha sufrido al menos una partida prematura, demostrando que los niveles de exigencia física son cada día más fuertes en este deporte. Eso explica también, lo que a muchos parece sorprendente: que la Copa del Mundo se prolongue por 45 días. Plazos diferentes a cualquier otra disciplina, pero también a una exigencia física que no tiene parangón.
Fuente: as.com