opinión

Crece el contrastes entre los deseos y la realidad

Mientras la Capital Federal cerraba una campaña electoral plagada como siempre de irrelevancias y salpicada de esa agresividad patológica que caracteriza al tratamiento que hace la Argentina de sus problemas políticos, el espectro de una formidable crisis energética se corporizaba con más virulencia que nunca.

Sin embargo, y como es ya su marca registrada, el gobierno de Cristina Kirchner volvió a darle la espalda al problema. Por el contrario, aseguró que en este tema decisivo la Argentina está mejor que nunca y que por delante solo tenemos razones para festejar.

Fue el 30 de junio cuando, desde Buenos Aires, dejaba inaugurado el pequeño tramo internacional del gasoducto Juana Azurduy; de apenas 40 Km., por el que se gastaron unos 40 millones de dólares. Ese tramo conecta yacimientos bolivianos con el Gasoducto del Norte en la zona limítrofe argentino-boliviana y debe permitir aumentar la inyección de gas boliviano en la Argentina.

Divergencias.

Pocos días más tarde, cuando los habituales y previsibles fríos del invierno arreciaron, el panorama de estos años se reiteró con toda su crudeza.

Aún cuando la candidata presidencial Cristina Kirchner hiper ventilaba un panorama espectacular la energía en la Argentina, la realidad mostraba otro escenario, no solo distinto sino inverso. Para el ex secretario de Energía Jorge Lapeña, "Argentina en materia de gas natural está en caída productiva crónica desde 2004 y que ni su gobierno ni el de su marido pudieron revertir esa caída".

Las cifras puras del predicamento argentino atestiguan que lo afirmado por Lapeña es inobjetable, porque las reservas comprobadas de gas natural se han reducido de manera fenomenal entre 2003 y 2011. "O sea que nos hemos consumido un capital fijo" diagnostica Lapeña, que preside el Instituto General Mosconi.

Durante los años kirchneristas, recuerda, "ha caído la inversión de riesgo en exploración y en consecuencia no se ha descubierto ningún nuevo yacimiento que pueda revertir esta situación en el corto plazo".

Si la condición de radical de Lapeña (fue responsable del sector energético en el gobierno de Raúl Alfonsín), pudiese ser causa de frívola pero previsible objeción, conviene leer lo que puntualizó con tonos sombríos otro ex secretario de Energía, pero peronista, Alieto Aldo Guadagni: "Se han evaporado en el país recursos energéticos equivalentes a toda nuestra tierra cultivada".

Tiene gigantescas consecuencias que la Argentina se haya convertido en un país energéticamente dependiente. Los hechos son, en este punto, indesmentibles: mientras Cristina se regocijaba en sus elogios a ella misma, Julio de Vido firmaba en el emirato árabe de Qatar un descomunal contrato directo de importación, que no tiene precedentes. Lapeña y Guadagni no son alarmistas profesionales, ni agoreros de ocasión. Es que a partir de 2007, los cortes de gas a las industrias son sistemáticos. En verano es por el calor que motiva el uso del aire acondicionado, y en invierno, el frío que desencadena el consumo de calefacción.

Según el INDEC, o sea la Casa Rosada, en los cinco primeros meses de 2011, las importaciones de combustible crecieron un 108% respecto del mismo período de 2010, pasando de US$ 1.390 millones a US$ 2.885 millones.

La tendencia se mantiene y agrava. Como intento de explicación, el candidato vicepresidencial Amado Boudou asegura que "es impensado que un país que crece a una tasa promedio del 8%, en los últimos ocho años haya podido resolver los problemas de infraestructura, de generación de energía. Esto ha sido posible por el volumen importantísimo de inversión, tanto pública como privada".

Incoherencias.

Sin embargo, los hechos desnudos pintan otro escenario. Como recuerda Alcadio Oña, "si Boudou se tomase el trabajo de ir a las estadísticas del INDEC, podría ver una película completamente diferente. Entre 2003 y 2011, las importaciones energéticas subieron un impresionante 1.200%".

Su remate es de un sarcasmo letal pero comprensible: "tal vez sea demasiado ambicioso pedirle (a Boudou) que relate la realidad tal cual es, pero, tratándose del ministro de Economía, debería ser un poco más riguroso con las cuentas". Conviene recordar que Boudou es el autor de aquella famoso frase, según la cual "la inflación es un problema de la clase media".

El Gobierno no puede dar cuenta de un hecho central, y es que desde 1998 la producción petrolera cae sin cesar y la de gas viene descendiendo desde 2004.

Con los Kirchner en el timón, el proceso de jibarización de la potencia productiva argentina en hidrocarburos ese acentuó, lo mismo que ha acontecido con la gravísima caída de las reservas de hidrocarburos, que aseguran la producción en el futuro. Entre mayo de 2010 y mayo pasado, el consumo de gasoil creció 127% y 14% el de fuel; la importación de gas licuado aumentó 96% y 34% la de gas boliviano.

Para Guadagni, la Argentina optó en los últimos años por el 'capitalismo de amigos', descripto como un "modelo que necesariamente fracasa porque no alienta inversiones exploratorias que generen rentas genuinas, ya que justamente se inventó para capturar rentas preexistentes".

La historia es conocida y está documentada. El gobierno de Santa Cruz adjudicó catorce áreas de más de siete millones de hectáreas a fines de 2006.

Los beneficiarios fueron dos empresarios amigos del kirchnerismo, una vez que los otros rivales fueron descalificados. Cuando alude al ‘capitalismo de amigos’, Guadagni informa que las provincias adjudicaron hasta hoy 166 áreas para la exploración, a cambio de compromisos de inversiones por US$ 1730 millones.

Sin embargo, más de la mitad de esas áreas (95) quedaron en manos de empresarios amigos sin ninguna experiencia. Resultado: "poco se ha avanzado en exploración porque no se han respetado los compromisos de inversión prometidos".

Así las cosas, la Argentina ya no se autoabastece porque en estos años (una excepción en la historia nacional), por vez primera, mes a mes y sin pausa, caen la producción de petróleo y de gas. Las aseveraciones de este ex secretario, que el Gobierno no puede cuestionar, revelan que la Argentina produce apenas el 75% del petróleo que extraía en 2000, y solo el 85% del gas que se generaba en 2004.

"Tenemos 22% menos de reservas en petróleo y 55% menos en gas" remata Guadagni, antes de documentar que colapsó la exploración, ya que en 2010 se exploró un 75% menos que en el período 1980-2000, a pesar de que el precio internacional es ahora cinco veces mayor. Lo notable de la actualidad argentina es la formidable capacidad del Gobierno por ponerse de espaldas a la realidad global del territorio nacional.

Es un unitarismo de raigambre crudamente electoral: se trata de acordonar el área metropolitana Buenos Aires, como si la Argentina terminara a 50km de la Plaza del Congreso. Acá rigen precios absurdos para los servicios públicos, aquí se mantienen subsidios demenciales para el transporte público, aquí se asegura suministro para el parque automotor.

Ése es el universo conceptual, abroquelado en una realidad recortada y privilegiada. Pero va llegando un ciclo de verificaciones de notable valor.

Hoy y el 31 de julio vota la ciudad de Buenos Aires, el 7 de agosto lo hace Córdoba y el 24 de agosto le toca el turno a Santa Fe. A 34 días de la extravagante "primaria" del 14 de agosto, y a quince semanas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, se va haciendo inminente la hora de la realidad.

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