Carlos Bianchi, a sus jugadores: "¿Qué pasa? ¿No quieren ganar?"
En el entretiempo de la derrota ante Vélez, el Virrey le bajó un duro mensaje a sus jugadores: "Quiero creer que sí, pero les quiero decir que como están jugando parece que no".
Busca las formas, piensa cada palabra, selecciona las formas y nada. Se aleja del protocolo, rompe con las formalidades, los expone, los cuida, les vuelve a tocar el orgullo e intenta lastimarlos, pero no hay reacción. Se enoja, se distiende, se vuelve a poner enérgico, aunque nadie responde. Apela a la historia, intenta dejar de lado sus pergaminos, vuelve a marcar el terreno desde su experiencia y se extiende el silencio. Carlos Bianchi apela a todo lo que tiene a mano y se queda vacío. El DT más importante de la historia de Boca no sabe cómo convencer a sus jugadores y entiende que ya no le quedan demasiadas cosas por intentar.
No se quiere dar por vencido el Virrey, aunque también sabe que una caída con Olimpo puede quitarle las últimas gotas de energía. Y es tan extraño este proceso que le toca vivir que sabe que aun un triunfo con Olimpo no le aliviará las sensaciones. Es que el domingo próximo irá a Avellaneda, a jugar con Racing, y una derrota en el Cilindro también le podría poner un punto final a este ciclo en el que Bianchi no logra contagiar su mística.
"¿Qué pasa? ¿No quieren ganar? Quiero creer que sí, pero les quiero decir que como están jugando parece que no." Sonó con más fuerza que nunca esa frase en el vestuario visitante del estadio de Vélez, tras los primeros 45 minutos ante el Fortín. Incluso, por encima de las discusiones entre Gago y Sánchez Miño, dos que desde el partido con Atlético de Rafaela se sacan chispas.
Pero a Bianchi estas cuestiones no lo preocupan, porque son diferencias normales, por el momento que vive el equipo. En realidad, lo que el Virrey entendió es que debía ser fuerte con todo su grupo porque ésa era la mejor forma de intentar una reacción de sus jugadores. También les cuestionó su falta de ambición, pero el silencio y las cabezas gachas dominaron la escena. Algunos de los futbolistas no emitieron sonido por vergüenza deportiva; otros, porque se sintieron molestos con esas palabras. Un síntoma conocido de este equipo, que también se había sentido tocado por aquella frase de Bianchi cuando criticó la actitud de todos tras perder con Belgrano por 3-2.
Más que regularidad, nos está faltando la ambición, la viveza, la malicia... Muchas cosas no utilizamos y el rival sí
Por eso también, tras la derrota con Vélez, Bianchi dejó una frase muy contundentey con mensaje directo: "Más que regularidad, nos está faltando la ambición, la viveza, la malicia... Muchas cosas no utilizamos y el rival sí". Sabe el técnico que sus palabras no son del agrado de muchos de sus jugadores, conoce el pulso de su vestuario, por eso en la práctica de ayer estuvo más de 20 minutos charlando con todo el grupo, marcando los errores, tratando de sacar conclusiones acerca de una nueva derrota, la número 20 en este tercer ciclo del Virrey.
Sin embargo, continúan por lo bajo los comentarios de los jugadores. Algunos lo cuestionan porque ensayan cosas que no aplica en el campo, otros porque cuida futbolistas, otros tantos porque saca futbolistas y algunos no salen nunca del equipo... Pero nadie se atreve a decirle nada al entrenador. Sólo murmullos. Incluso, también los dirigentes por lo bajo hablan acerca de este momento crítico de Boca. Ellos tampoco tienen la espalda suficiente para cuestionar al Virrey.
Hasta se volvieron a escuchar algunos cuestionamientos en referencia a la conformación del cuerpo técnico de Bianchi. Y en el centro de la escena aparece el nombre de José María Castro. Muchos se preguntan por qué el Virrey no se apoyó en algunos de sus ex dirigidos que conocen mejor qué significa ser jugador de Boca. Además, alguien que pudiese tener una relación más intensa con el plantel, así como Carlos Ischia lo hacía cuando era colaborador de Bianchi en la etapa más gloriosa de los xeneizes.
Los dirigentes están en silencio, sin mover ni una ficha, ya que saben que lo que sucedió antes del partido con Rafaela, cuando el presidente Daniel Angelici dijo que no le iba a temblar el pulso para decirle a Bianchi que su ciclo debía terminar, derivó en una Bombonera exultante en favor del Virrey en la siguiente jornada ante Estudiantes. Los dirigentes no quieren correr el altísimo costo político que significaría tocar al técnico más ganador de la historia de la entidad de la Ribera.
Todo es desconfianza y desgaste en Boca. Jugadores, dirigentes y hasta el entrenador parecen estar demasiado perdidos sin saber qué hacer. Es que la credibilidad entre todas las partes parece estar desgastada. Aunque Bianchi no quiere que su tercer ciclo termine de esta manera, porque siente que toda su experiencia aún puede imponerse. De todas formas, también el Virrey sabe bien que ya no tiene más por hacer si continúa este nivel colectivo. Por eso ante Olimpo, y quizá frente a Racing, quedaría en jaque la gestión del técnico que todo el mundo xeneize idolatra.