por Marcelo Torrez

Pérez contra todos: la catarsis de un gobernador que eligió gestionar desde la no política

Solo, junto a un pequeño grupo de fieles, el jefe del Ejecutivo ha decidido hacer frente a un 2014 caldeado y desalmado. Cuando se cree que la política y la búsqueda de acuerdos, Pérez decidió pelearse y abrir frentes en todos lados. Lo que esconde su fuerte embestida contra jueces y fiscales. El enfrentamiento con los referentes del PJ y la lucha con los radicales. Un estilo a todo o nada. Sin alternativas. Sin puentes. Sin plan B. A matar o morir.

Desde que Francisco Pérez decidió morir en la suya, a mediados del año pasado, tras sufrir un duro revés en la interna partidaria y enfrentar las consecuencias de una elección de medio término que se presumía adversa, debió evaluar a qué se exponía combatiendo casi en absoluta soledad a pura intuición.

Si fue así, su plan ya se puso en marcha al cortar lanzas con las corporaciones de las que siempre ha sospechado, aún de la política, y dejar librada su suerte a lo que pueda surgir de un diálogo directo con el pueblo; un pueblo que hoy mira con un cierto dejo de sorpresa a un gobernador que parece decir que lo están acechando, que si no hay respuestas hay que preguntarles a quienes le golpean la puerta de la Casa de Gobierno por puro molestar, no más. La oposición, los productores desestabilizadores y oportunistas, los capangas de su partido que le manejan en su contra la interna y ahora esos atorrantes del Poder Judicial que lo único que hacen es la plancha mientras el delito avanza sin contención.

La endeblez del gobierno está en su propia incapacidad para negociar, para buscar acuerdos y entender los fenómenos que ocurren a su alrededor como puramente políticos. Su método es similar al esquema nacional: pegar, acusar, defenestrar protegido por un cerrado y pequeño grupo de auxiliares del gobierno a los únicos que considera leales.

La furibunda metralla verbal contra la Justicia que Pérez lanzó ayer jueves, contra la provincial y la federal, prueba que el método elegido es el la de la confrontación lisa y llana, sin salidas de emergencia y sin planes alernativos. La narcocriminalidad que acecha al Gran Mendoza y la propia inseguridad extendida en todo el territorio se atacan con política y políticas integrales y con la búsqueda de soluciones que puedan surgir de un acuerdo amplio en el que todos los sectores se sientan comprometidos y responsables.

Pero el gobierno parece decidido a clausurar los pedidos de ayuda. Y tiene razón, Pérez, cuando en la intimidad analiza junto a los exclusivamente suyos que afuera de la Casa de Gobierno existe una hostilidad persistente contra sus movimientos. Sin embargo, el diagnóstico falla al negar la acción política.

La interna partidaria lo mutila de a poco. Las fuerzas más poderosas de un peronismo mendocino que así y todo cotiza en baja, hay que decirlo, lo defenestra porque no buscó acuerdos al momento de rearmar su gabinete. Sin ir más lejos, el fin de semana pasado sus adversarios, entre los que se cuenta al propio vicegobernador Carlos Ciurca, le dedicaron un mitin en el que como pocas veces ha ocurrido antes, se sacudió sin miramientos y hasta con groserías lo que Pérez hace desde la Gobernación. Pocos gobiernos pueden mantenerse en pie, con fortaleza, cuando la propia interna partidaria le critica la designación de sus nuevos ministros y su falta de acción política.

La provincia va para tres meses sin presupuesto. Técnicamente y para el ciudadano de a pie no pasa nada extraordinario. Pero la falta de un acuerdo, político desde ya, extiende una agonía inútil por la simple razón de que quienes se enfrentan y tienen la responsabilidad de resolver el entuerto pujan entre sí para ver quién es el más fuerte de entre todos. Claro que la oposición es uno de esos, pero la responsabilidad mayor es de quien está gobernando. Mientras, todos, protagonizan un espectáculo patético conduciendo a la provincia a niveles de incertidumbre inaceptables.

Con la inseguridad ocurre lo mismo. Pérez ha cuestionado a los jueces y fiscales de la provincia por la falta de resolución de los crímenes más resonantes que ha tenido que sufrir bajo su administración. El último data del martes a la noche cuando dos delincuentes mataron al kioskero Luis Néstor Berardy en Dorrego. Pero la impotencia por las fallas en los sistema de prevención que dependen del Ejecutivo, han llevado al gobernador a fustigar al Poder Judicial, que también está en falta. El gobernador ha hecho catarsis al señalarlos como los culpables de la inacción por la demora en la administración de justicia, una válvula de escape a la bronca que seguramente siente ante la evidente incapacidad de su equipo para frenar la actividad criminal antes de que los hechos se consumen.

Cuál es el camino alternativo de Pérez para buscar un acuerdo con el Judicial y que ambos poderes unan fuerzas para luchar contra el delito. Pareciera que ninguno. Todos los puentes se dinamitan.

A Pérez le informan, desde Seguridad, que el problema de la narcocriminalidad está circunscripto a dos o tres bandas que operan en Mendoza. El ministro del área tiene informes que lo que se conoce como “bandas organizadas” no han llegado a hacer pie. Que lo que existe son “pandillas”, sin mayor logística, sin una gran estructura jerárquica, ni tantos recursos financieros ni económicos como se presume, sin grandes flotas de automóviles y por sobre todo –le aseguran– “sin conexiones ni protecciones políticas de fuste”. Entonces Pérez no entiende cómo siguen asolando. Porque si fuera así, como le dicen, por qué no caen. O falla la investigación y la recolección de datos de inteligencia, o la Justicia hace la plancha. Pérez ha optado por tomar la segunda opción.

En ese contexto, el de los narcos en el Gran de Mendoza, el gobierno está convencido de que la provincia no ha sido presa, todavía, de ese sistema mafioso que sí se hizo fuerte en el Gran Rosario. Los especialistas de Pérez, y en los que confía, le aseguran que los últimos popes de la narcocriminalidad que actuaron en Mendoza fueron desarticulados: el Rengo Aguilera fuera de combate al igual que el Chirola Pizarro que supo controlar el menudeo de la venta de drogas en Guaymallén; el Gato Araya preso y a punto de ser condenado y toda su banda desarticulada; el Oso Argumendo que cayó en Chile. ¿Y con Jaquelina Vargas, alias La Yaqui? “Es un eslabón más de una red que opera en Córdoba, en Misiones, Entre Ríos y Corrientes”, le dicen.

Entonces, si los que operan en Mendoza no tienen “pilares sólidos”, está claro que Pérez monte en cólera por la falta de resultados en esa lucha. No hay dudas –se ha convencido– de que la falla está en la Justicia.

De ninguna manera se toma un minuto para evaluar que puedan existir falencias en la recolección de datos, en la investigación y en la inteligencia del sistema de seguridad, que es la base que toman “esos inoperantes fiscales de Godoy Cruz, que pareciera que tuvieran miedo para tomar decisiones. Ellos (que) cumplen su trabajo de 8 a 13, se van a almorzar, a dormir la siesta y a la tarde, si tienen tiempo y quieren, revisan los expedientes y los toman como un número. Tienen que reaccionar, esto es una situación terminal”, según dijo ayer jueves en su furioso ataque contra la Justicia.

Si para los hombres que tiene Pérez al mando de la seguridad provincial, uno de los métodos más extendidos por los narcos mendocinos es el tráfico de las sustancias entre las barriadas mendocinas por medio del sistema de recolección de residuos, a través de bolsas con drogas camufladas en los canastos en donde los vecinos depositan la basura, está claro que no entienda por qué la Justicia no actúa. Y decida hacer aflorar su bronca.

El gobierno de Pérez debe replantear su estrategia en muchos aspectos. En primer lugar entender que la mayoría de los conflicto son políticos y se resuelven con política. Los radicales le han dado una mano inesperada esta semana cuando le acercaron un presupuesto alternativo que ha sido producto de la división interna en el partido que gobierna Alfredo Cornejo. Quienes elaboraron ese nuevo proyecto (Enrique Vaquié, César Biffi, Armando Camerucci, Sergio Moralejo, entre los más notables) se enfrentan al dominio de Cornejo a quien le pretenden marcar la cancha. Quien recibió ese trabajo ha sido el vice Carlos Ciurca, un hombre que ha tomado la negociación política como el método para sostenerse. Con lo que todo es político y producto de una negociación en la que se cede para ganar.

Al margen del problema que tienen los radicales hacia adentro, Pérez debería aprovechar lo que le acercan para flexibilizar la discusión en torno al presupuesto y sacar algún rédito político, como lo hará sin dudas Ciurca. Pero Pérez quiere que le aprueben el endeudamiento que solicitó (unos 1.800 millones de pesos) para el 2014 y no se mueve de esa posición. La inflexibilidad extrema atenta contra cualquier negociación.

En cuanto a los radicales, la realidad sigue demostrando que el deporte favorito que los excita es el internismo y el de fagocitarse entre todos. Cornejo, el líder del partido, no quiere cederle a Pérez un solo peso de endeudamiento. Se ve gobernador en el 2015 y pretende que el actual gobernador le entregue una provincia lo menos hipotecada posible. No se moverá de esa posición y hoy tiene en sus manos la mayoría partidaria.

Cornejo ha dicho que entre los dos males que tiene hoy enfrente, elige el mal menor, que es el de la división partidaria. Con lo que los legisladores que le responden, los diputados, rechazarán cualquier nuevo presupuesto que llegue a la Cámara Baja si es que el Senado, con el apoyo de los senadores radicales que lo enfrentan, aprueba una pauta de gasto con más deuda.

El mal mayor, dice, es el de “hipotecar mi imagen y mi credibilidad: Si les dije a los mendocinos que no aceptaría más deuda para la provincia, qué dirán si ahora los radicales le permitimos a Pérez que tome deuda por un capricho y porque no quiere hacer un uso del gasto de manera responsable. De ninguna manera negocio eso”, ha dicho.

Vaquié, Biffi y compañía han tomado otro camino y buscan hacerse fuerte en la interna con Cornejo haciendo ver que con el enfrentamiento a muerte con Pérez la provincia no conseguirá nada bueno. Pero hay más: aseguran que Pérez no quiere que le aprueben el presupuesto 2014 para poder gastar indiscriminadamente sobre la base del presupuesto que tuvo vigencia en el 2013. “Pérez no quiere control y quiere hacer y deshacer sin que nadie le diga nada. Por eso le conviene no tener el nuevo presupuesto. Lo que nosotros hemos elaborado le pondrá fin a un manejo arbitrario de los recursos, que es lo que quiere”, asegura Biffi, el senador que deja su mandato en abril próximo.

Los radicales, en síntesis, deberán resolver sus problemas la semana próxima y lo más probable es que Cornejo demuestre que quien maneja el partido es él y que ha llegado su hora, al imponer su cerrada postura en la discusión por el presupuesto.

En cuanto a Pérez, ya habrá evaluado que lo que tiene por delante será durísimo al persistir en gobernar solo. Todos quienes lo enfrentan hacen política, evalúan costos y beneficios y van detrás de su subsistencia más allá del 2015. Si quiere construir poder para sacar el mejor provecho para cuando llegue el momento de negociar, se expone a un camino tenebroso plagado de sinsabores, como es el rumbo que ha tomado el gobierno de Cristina.

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