Opinion

Reforma Laboral ¿Y el Estado que pone?

Por Marcelo López Álvarez

La dinámica de campaña metió en la discusión un tema candente en la Argentina que divide aguas desde hace años y años, la reforma laboral. Llega de la peor manera, a los tirones, confundida entre antagonismos irreductibles y sin clima de análisis ni moderación.

Una vez que pasen las campañas el tema debería seguir sobre la mesa. Quizás el nombre del genérico no sea el mejor, pero el tema de trabajo, inversión, impuestos no debe salir de la agenda y vendría bien trazar algunas líneas de análisis tratando de superar el barro mediático y la cursilería política de estos días.

En este entuerto que hoy se discute tirándose frases hechas y tapas de diarios de movida falta un actor. Imaginemos un banco de tres patas, empresarios, trabajadores, estado. Cada uno tiene participaciones importantes en la discusión, sin embargo, la cosa arranca mal.

El Estado en este caso vía Ejecutivo tira la piedra y esconde la mano. Con sus declaraciones, sumadas a las de empresarios amigos va solo contra el sindicalismo como si no tuviera responsabilidad alguna en el tema. Los sindicatos en tanto responden como tigre que ve que lo quieren encerrar para llevar al zoo. Entonces en banco queda de una pata, la de los laburantes y tambaleando mal.

La discusión parece centrarse solamente en los derechos conquistados por los trabajadores durante décadas y el costo que le provoca al empresario generar empleo. Pero ¿no hay ninguna otra variable? ¿El Estado y su Ejecutivo de turno nada tienen que ver?

Una importantísima parte de la sociedad incluyendo trabajadores, emprendedores, cuentapropistas y hasta pequeños y medianos empresarios no tienen idea de lo que "cobra" el Estado por generar trabajo.

Simplificando al máximo y para que se entienda rápidamente quienes generan empleo y toman trabajadores dentro del marco de las normativas vigentes sueñan con el formulario 931, que mes a mes deben depositar en la AFIP. Un empleador debe contar el último día del mes con el monto equivalente de tres salarios por cada dos trabajadores que emplea. O sea, si tiene dos empleados que cobran 100 pesos el último día del mes debe tener 300 pesos, 100 para cada empleado y 100 para la AFIP que mediante el 931 recauda el 50 por ciento aproximado de cada salario entre lo que se deposita por cuenta del empleador y el empleado.

A esto se debe sumar un número indeterminado de componentes que recauda el fisco y organizaciones según actividades, ramas y varios etcéteras. Esto queda excluido del debate hoy en día, acá no hay opinión hay datos objetivos contantes y sonantes, como también lo es que hay convenios sindicales que han quedado en la prehistoria (no escapemos al debate también el de prensa) y que hay empresarios que preferirían tener sus manufacturas en el siglo XVIII con esclavos incluidos.

La falta de seriedad en el debate lleva a que los límites se corran y nadie gane. Vayamos por ejemplos claros anclados en los últimos días. Uno de los símbolos de estas horas la gran empresa de comercialización por internet y servicios financieros.

La empresa ya firmó un convenio por rama con la Unión de Trabajadores de Carga y Descarga (CCT 1591/2019 E), el especialista Luis Campos, coordinador del Observatorio Social de la CTA, lo desmenuzo en detalle.

Si bien el acuerdo solo aplica a los trabajadores de un centro de almacenamiento y distribución puede ser tomado como ejemplo de lo que se plantea de un lado del mostrador.

Desaparecen la jornada de 8 horas y crea un banco de horas semestral para compensar el tiempo trabajado en exceso desapareciendo las horas extras.

Habilita por igual turnos fijos y/o rotativos y la empresa puede modificar turnos y extensión de la jornada notificando con 48 horas de antelación. El descanso semanal puede recaer en cualquier día y las vacaciones pueden ser otorgadas en cualquier momento del año y fraccionarse en períodos de 7 días corridos

Habilita suspensión de tareas con pago del 50% del salario cuando el predio deje de operar total o parcialmente por emergencias climáticas, conflictos sociales, falta de suministro eléctrico o atrasos en el normal abastecimiento. Además de condicionar seriamente con diversos atajos los derechos de reclamo y movilización.

Desde la empresa aceptó descontar el 2% del salario a todos los trabajadores comprendidos en el convenio, incluidos los no afiliados al sindicato. También se crea una asignación por fallecimiento y servicio de sepelio con un aporte obligatorio del 1% del salario y acordó realizar un aporte al sindicato del 3 al 1 % de la masa salarial según la cantidad de empleados sindicalizados o no.

No importa quien gane o pierda más en el acuerdo lo cierto es que el Fisco seguirá recibiendo todos los desmedidos aportes, como en la Perinola "Toma todo"

Y aquí vale un punto sobre los sindicatos donde también se cuecen habas al por mayor. La falta de renovación de cupulas sindicales anquilosadas, sindicalistas que viven como multimillonarios y que despiertan sospechas permanentes sobre el manejo de los fondos de sus gremios, obras sociales y "empresas" nacidas de los gremios y su actividad y de cuentas inexpugnables para sus afiliados no son el mejor promedio para sumar a estas mesas de debate.

Pero no es menos cierto también que sin el sistema de obra sociales sindicales el sistema de salud argentino colapsaría al instante. En lo más simple y los más complejo; por ejemplo, la noticia científica que copo los diarios y el mundo, la inédita separación de siameses en La Plata fue cubierta por la obra social sindical a la cual pertenece el papá de las criaturas.

Como se ve la complejidad de la discusión es tal que el camino elegido es el peor.

Veamos ahora desde otra óptica casos de los que estamos llenos también por estos días, con un relato de personajes ficcionados pero que este cronista conoce en nombre real a la perfección.

El pequeño y mediano empresario Goméz lleva adelante la fábrica de golosinas familiares en el sur de la provincia de Buenos Aires. 70 años de alfajores de consumo masivo, golosinas de mediana calidad y en los últimos 20 años había incursionado también en el rubro de los juguitos baratos para quioscos.

Con altos y bajos sobrevivió a la crisis del 2001, la mercadería salía como chifle de sus líneas de producción que modernizo desde fines de los 90 y llegó a trabajar en tres turnos con un párate rotativo para mantenimiento. Ochenta y dos empleados entre fabrica, administrativos y preventistas.

Desde febrero de 2016 fue viendo como cada vez le sobraban más minutos de producción, la venta cayó en picada junto con el consumo y el salario. Empezó a despedir personal a cuenta gotas pagando todo, mientras jineteaba los pagos de AFIP para poder pagar la energía y los insumos que se le multiplicaban por mil. Mientras cada vez vendía menos, cada vez pagaba más, la AFIP le embargo las cuentas y no se puede financiar con tasas del 70 % y descubiertos del 100.

Hace 15 días en depresión tomó la decisión de parar la fábrica y vivir del sueldo de su mujer docente y su hijo ingeniero. No pudo no solo pagar el aguinaldo de diciembre y junio, ni el último sueldo, ni mucho menos indemnización. El sindicato regional ya le hizo dos movilizaciones a la puerta de la casa porque todo el mundo sabe dónde vive.

¿Es justo que un pequeño y mediano empresario que se fundió no por incapacidad propia sino por las políticas económicas y la destrucción del mercado interno puesta en marcha desde el Ejecutivo de turno tenga que perder más de lo que tiene para pagar de su bolsillo el costo de una decisión a la que otro lo llevó? Evidentemente no. Otra vez el Estado ausente y pierden todos laburantes y empresarios, mientras el Fisco seguramente lo perseguirá de por vida, lo dejará embargado y algún día poco o mucho otra vez será el único que cobrará.

El debate es necesario. Actualizarse en beneficio de empresarios y trabajadores es imprescindible, pero no parecen ser los términos en los que se discute en estos días.

Sindicatos, entidades empresarias, sociedad todos deberíamos empezar a exigir que el Estado también ponga su parte y no se transforme en una maquina boba de recaudar e impedir el desarrollo de la economía y la sociedad que lo único que termina es fomentando más marginalidad y menos derechos. ¿Alguien se animará a discutirlo en serio?

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