Opinión

¿Hasta cuándo dura?

Por Marcelo López Álvarez

 Una pregunta atraviesa los whatsapp y los papers que pretenden adivinar el futuro de la economía argentina y el rumbo que pretende tomar: ¿Hasta cuándo aguanta?

La política comienza a meter la cola en el andar económico, en realidad nunca dejó de meterla pero sabemos son procesos que se profundizan de alguna manera en años electorales, más que nada por componente psicológicos de sociedades como la argentina, algo acostumbradas ya a cimbronazos de distinta intensidad.

No hay procesos históricos gemelos, aunque pueden existir similitudes entre diversos periodos porque las sociedades son parecidas, pero nunca iguales y también es aplicable a las políticas económicas. Parece haber una necesidad permanente de ciertos sectores de encontrar igualdades con acontecimientos recientes de nuestro país como los de 1995 o 2001. Sin embargo, nada parece similar, los indicadores económicos tienden a ser peores que en aquellos años, sin embargo, lo político y lo social es tan distinto que es obvio que esperar reacciones similares o situaciones similares es tan fantasioso, como pensar que la economía se puede recuperar en 2019.

El viernes el Ministro de Economía de la Nación, Nicolas Dujovne, se presentó ante la prensa para anunciar un supuesto cúmulo de buenas noticias (el grado de cinismo de la presentación queda a consideración de cada lector).

La presentación del Ministro fue otra vez una suma de frases de dudosa credibilidad, como situar el déficit fiscal en el 2,4 %, cuando en realidad llega a casi 6% del PBI por el pago de los intereses de la deuda (que Dujovne adjudicó a gestiones anteriores).

Lo que fue prolijamente cubierto en la conferencia de prensa y hasta insólitamente adjudicado a anteriores gestiones, fue el peso de los intereses de la deuda en 2019 que son los responsables del ajuste que debe encarar el Gobierno este año y que se sitúa por arriba de los 230 mil millones de pesos.

Llamativamente -o no-, de la conferencia de prensa del Ministro no salieron definiciones de cómo el gobierno encarará en el año electoral el desafío de cumplir con las metas estrictas del FMI en un contexto donde la economía ya da señales de agotamiento extremo que redundará en una caída de los ingresos del Estado y sin posibilidad de recurrir a mayor financiamiento externo.

La economía no puede reaccionar en un contexto donde las tasas van encontrando límite a su baja por varias razones: Primero deben mantenerse en niveles en que los inversores no decidan salirse de los pesos para volver a dólares. La masa de Leliq llegó esta semana a los 850 mil millones de pesos, una verdadera bomba neutrónica que, según los cálculos, puede llegar a mitad de año al billón de pesos. De hecho, Dujovne aseveró que la política de fuerte restricción monetaria continuará hasta mediados de año.

Pero tampoco una economía puede recuperarse si la participación de los sectores trabajadores cae mes a mes y de forma sistemática. Está cayó en el tercer trimestre de 2018 cayó 4,7 puntos situándose en el 45,9% del ingreso nacional, dato que no debería asombrar si se tiene en cuenta la pérdida por goleada de los salarios frente a la inflación, y que de octubre de 2017 al mismo mes de 2018 se perdieron poco más de 49 mil empleos en el sector industrial.

El Ministro admitió que la inflación seguirá alta y hasta dio a entender que será política de su equipo mantenerla allí "Evidentemente cuando la inflación es más alta, el crecimiento de la nominalidad de la economía es mayor. Pero eso sólo funciona como mecanismo para mejorar los recursos públicos si uno es muy disciplinado por el lado del gasto. Como nosotros lo fuimos, eso ha permitido tener la mejora que se ha visto", aseguró desde del estrado.

Con la inflación reprimida más alta de los últimos años, la diferencia entre IPC y Mayorista cerró el año en casi 20 puntos, y hay apuestas sobre que la inflación cerrará un poquito por arriba de los 30 puntos lo cual achica también el margen para seguir con la política de baja de tasas que permitan recuperar mínimamente algún proceso productivo.

Ni siquiera las jugadas fuertes del Gobierno, por lo menos mediáticamente, que eran la super cosecha y el boom energético parecen jugar en contra del modelo. La cosecha gruesa se ve seriamente amenazada por las inundaciones y las lluvias, y las entidades agropecuarias ya muestran su preocupación por las pérdidas que rondarían los 2.000 millones de dólares.

Esta semana también el Diario de Río Negro confirmaba algo que adelantamos en la última columna de 2018: la caída de la productividad en Vaca Muerta fundamentalmente por el recorte de subsidios llevado a cabo por el gobierno cosa que motivó la salida de Javier Iguacel del Ministerio de energía a poco de asumir.

Nada hace prever entonces que la recuperación pueda tener algún viso de seriedad y la pregunta del comienzo no se disipa.

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