Opinión

Retroceder un poquito, rendirse jamás

Por Marcelo López Álvarez.

Por Marcelo López Álvarez

La gestión de Mauricio Macri, apremiada por los tiempos políticos, la necesidad imperiosa de "paz" a pocos días de la cumbre del G20 y la economía, que entra sin pedir permiso en un parate cada vez más similar a la crisis de fines de los 90 principios del 2000, tomó dos medidas fuera de su libreto.

Claro que salirse del libreto tiene sus costos, no solo en imagen entre los propios sino ante todos, porque cuando no se siente lo que se pone en práctica, se hace tan mal que nadie queda contento. Por un lado, decretar (se espera que finalmente esta semana esté firmado) un bono obligatorio para los trabajadores de la actividad privada, por más que se deje negociar monto y forma, no parece una medida salida de la matriz ideológica de este gobierno. Por eso seguramente resulta tan mal pactada, decidida, e instrumentada si finalmente se lo hace. La necesidad de desactivar el fuego amigo de lo que sobrevive de una CGT cada vez más desprestigiada, y de simular que se intenta reactivar de alguna manera la economía, evidentemente son solo simulaciones y medidas sin contexto ni efectividad.

La resolución del BCRA poniendo encajes a los fondos especulativos

Por otro lado, pasó casi desapercibida la decisión del equipo económico puesta en marcha por el Banco Central, de colocar encajes a los capitales especulativos que volvieron a entrar en masa en los últimos días para el carry trade de beneficios suculentos incomparables con cualquier plaza financiera del mundo. Al igual que en el caso del famoso bono, es una medida que sale del libreto de Cambiemos y se aplica por una necesidad extraordinaria de gestionar las divisas e intentar que ante algún acontecimiento interno o externo el efecto "Puerta Doce" no genere una nueva corrida sobre el dólar, en un momento donde por las condiciones impuestas por el FMI, impedirían controlar el mercado.

Las restricciones impuestas sin embargo parecen más un gesto que una realidad. Los montos de retención que determinó el Central no parecen arruinar el negocio del carry trade ni mucho menos, y parecen más un mensaje diciendo quédense tranquilos, sigan viniendo a hacer negocios que se los garantizamos por un tiempo.

Las aspirinas intentan reemplazar la medicación de fondo que necesita hoy la economía argentina y que tiene que ver con los números que muestran que la decadencia es mayúscula y no se detiene. La economía no tiene el secreto de la fórmula de la Coca-Cola, sino que es más bien fácil de entender, excepto cuando los operadores de la comunicación económica confunden con el solo objetivo de fomentar los negocios sectoriales de los factores del poder.

En la historia económica no hay registros de alguna economía pujante y exitosa que no esté basada en el consumo y el crecimiento de la producción interna. En cualquier país que se tome como ejemplo, el motor de crecimiento es el mercado interno, nunca la exportación que tiene por objetivo generar recursos para volcarlos al comercio internacional de un determinado país y que a su vez mejore la capacidad del mercado interno.

El Gobierno de la alianza PRO-UCR sostiene desde el primer día que la economía es una especie de magia que nadie puede entender, excepto ellos que tienen un manual explicativo escrito en otros escritorios que garantiza el éxito. Claro, les faltó leer la letra chica que dice que busca el éxito de quienes lo escribieron, no de quienes lo aplican.

Los datos que se conocen semana tras semana reafirman esta hipótesis. Los únicos que ganan son los acreedores que se garantizan el cobro del festival de bonos, bonitos y bonones, y quienes se mueven en el marcado financiero mundial como peces en el agua.

Para los consumidores, trabajadores, empresarios PyMEs, ciudadanos en general, solo queda garantizar con la pérdida de su calidad de vida y futuro, el triunfo de los centros de poder.

Mientras nadie duda que la inflación de septiembre será nuevamente altísima, rondando el 6%, la retracción del consumo -según fue medido por el IMC (Indicador Mensual de Consumo) del Instituto de Trabajo y Economía- cayó 6,2 puntos, la mayor caída desde enero de 2015, en línea con la caída de la industria aceptada por el INDEC en 11,4%, la más alta desde el 2002.

El informe del ITE recopila algunos datos además que son claramente representativos: "La venta de autos nacionales en octubre cayó a la mitad de la registrada el mismo mes de 2017, mientras que el IVA Neto subió un 6,2%."

"Por su parte, de acuerdo con CAME, las ventas minoristas se desplomaron un 9,4%, con caídas de dos dígitos en bienes no esenciales como juguetes, muebles, artículos deportivos y electrodomésticos."

"Finalmente, el crédito real en pesos cayó un -9,1% anual, con fuertes bajas respecto de septiembre en todas las líneas: adelantos (-9,7%), documentos (-8,7%), hipotecarios (-4,3%), personales (-4,9%), prendarios (-5,9%) y tarjetas (-4,6%)".

La radiografía ni necesita ser revisada por un médico especialista para observar claramente que la fractura de la economía argentina es de una gravedad que no se soluciona con un simple yeso.

Las economías regionales, de por sí siempre más castigadas, sufren crisis de magnitud incalculable. Tomemos como ejemplo nuestra propia vitivinicultura, el viernes el Instituto Nacional de Vitivinicultura, dio a conocer los números del mercado interno de septiembre. La caída ya ha llegado a valores muy preocupantes 14% interanual. El propio INV ya acepta un stock técnico al 1 de junio de 2019 (fecha tradicional de liberación de los vinos) de 9 meses un número que crecerá sin dudas en los próximos meses si se toma en cuenta que el consumo externo e interno de septiembre fue de un poco menos de 1 millón de hectolitros y al 1 de octubre la existencia en bodegas suma casi 17 millones de hectolitros, cuando la cosecha 2019 ya está a la vuelta de la esquina. O sea, lo que hay hoy en existencia hoy alcanzaría para atender 17 meses de un consumo como el de septiembre.

El panorama general de la economía para los próximos meses no parece ser mejor y los pequeños retrocesos del gobierno más bien parecen destinados a garantizar el éxito de unos pocos, que a cambiar el rumbo.

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