Detención y muerte de Epstein

La amiga cómplice del "depredador sexual" está cercada

Por Sección Internacionales

 La detención de Ghislaine Maxwell, la amiga cómplice del financista Jeffrey Epstein que se suicidó en prisión, la que de modo siniestro recolectaba menores para los abusos sexuales, está muy cerca de llegar a su fin.

La mujer fue vista en Los Angeles, sorprendida y fotografiada mientras se hallaba en el exterior de un "fast food" mientras comía una clásica hamburguesa con papas fritas.

En la mesa donde se hallaba la mujer se observaba un libro, que narra la historia de la CIA y de los agentes secretos.

"Bien, imagino que esta es la última vez que comeré aquí", fueron sus palabras antes de alejarse del lugar, dijeron testigos.

Y el descubrimiento lo hizo el periódico The New York Post (NYP), que publicó en primera página las imágenes de la "bruja", aquella que las víctimas de Epstein pintaron como la inspiradora del ogro, pero con el deber específico de reclutar, instruir y establecer la paga de las jóvenes menores de edad abusadas y puestas a disposición de los poderosos de turno. Y que, de tanto en tanto, no desdeñaba tomar parte en orgías y festines.

Ghislaine, por consiguiente, está aún en Estados Unidos, luego de que en Nueva York se habían perdido sus rastros desde hace al menos dos años y tras tantas versiones que hablaban de su presencia en Londres, pero sin fijar domicilio para no ser ubicada.

La mujer, de 57 años, consiguió huir de los investigadores que continúan indagando acerca del tráfico de menores y los abusos sexuales y de prostitución infantil de la que era la cabeza visible Epstein.

Días atrás el Daily Mail la daba escondida en Massachusetts, en la residencia con vistas al océano de su nuevo presunto novio, un manager del sector "hi-tech". Una noticia luego desmentida.

En las imágenes publicadas por el NYP, Ghislaine, sobre la que aún no pende sobre su cabeza ninguna acusación, aparece dada de alta, con un suéter azul, sin maquillaje y con un par de anteojos para ver, una figura bien lejana de aquella centellante que frecuentaba el jet-set y que en Manhattan, como en Londres, París o Saint Tropez, no faltaba a ninguna fiesta, siempre junto a su Jeffrey.

En tanto, mientras los agentes federales continúan a evaluando Little St. James, la isla privada del financista en el Caribe, emergen detalles siempre más curiosos e inquietantes sobre el enorme y lúgubre hogar de Epstein en el rico Upper East Side de Manhattan. Y como también el hallazgo de un óleo en tela que representa a Bill Clinton -amigo de vieja data de Epstein- sentado en un sillón con las piernas cruzadas sobre uno de los brazos de la butaca, y que lleva una ropa de mujer azul y un par de botas rosas con tacos: una clara referencia al look de Monica Lewinsky en el día del famoso encuentro con el entonces presidente norteamericano en el Estudio Oval.

El cuadro se hallaba colgado en una de las habitaciones de la lujosa mansión -narra siempre el NYP citando una fuente de la investigación y publicando una foto bizarra, imagen tomada con un teléfono celular por una mujer que frecuentó la 'townhouse' del financista.

La obra es de la artista neoyorquina Petrina Ryan-Kleid y se titula "Parsing Bill" (Analizando a Bill).

"Cualquiera que vea el cuadro no puede sino reír", dice un testigo. Quizás el expresidente, que al menos 27 veces viajó en el jet privado de Epstein, nunca vio aquella imagen colgada en aquella casa.

Además de otras extrañezas del lugar como -se comenta- una figura de un maniquí colgado en una escalera llevando unas ropas mujer.

Muchas sombras

Una semana después de su muerte, el multimillonario Jeffrey Epstein es visto no solo como un depredador sexual con un apetito insaciable, sino también como uno cuyas tendencias eran conocidas en su mundo de adinerados.

Incluso en un país donde numerosos hombres poderosos han sido abatidos por las revelaciones del movimiento #MeToo, las presuntas agresiones sexuales de Epstein sobre jóvenes menores de edad impactaron en la sociedad.

Su suicidio el 10 de agosto en una cárcel federal en Manhattan fue el último episodio este caso, pero no el punto final de su inquietante historia.

De las 2.000 páginas de documentos judiciales publicados el día antes de su muerte, así como nuevas demandas contra su patrimonio y contra quienes supuestamente reclutaron a sus jóvenes víctimas, emerge la imagen sórdida de un hombre que afirmó tener la necesidad "biológica" de mantener relaciones sexuales tres veces al día.

Las demandantes, algunas pobres y menores de edad en el momento de los presuntos abusos a principios de la década del 2000, dicen que las "reclutadoras" de Epstein se acercaron a ellas fuera de sus escuelas o en sus lugares de trabajo.

Estas mujeres supuestamente persuadieron a las menores de que podrían ganar cientos de dólares al dar masajes no sexuales a un hombre al que describían como un poderoso neoyorquino.

Una vez en su residencia de Manhattan, las llevaban a una "sala de masajes" decorada con fotos de mujeres desnudas, donde el financiero abusaba sexualmente de ellas, incluso las violaba, testificaron varias mujeres.

Epstein usó métodos similares para abusar de chicas en su opulenta residencia en Palm Beach, Florida, de acuerdo con los procedimientos legales en ese estado. Supuestamente hizo lo mismo en su isla privada en el Caribe, a donde llevaba a las chicas en un avión llamado "Lolita Express".

También poseía propiedades en Nuevo México y París, aunque no hay informaciones de que cometiera estos delitos en esos lugares.

Pero su libreta de direcciones, publicada en 2015 por el sitio web ya desaparecido Gawker, incluía decenas de nombres vinculados a esos lugares, que figuran en "Masajes".

Mientras las autoridades investigan la muerte de Epstein, quedan pocas dudas sobre el alcance de sus tendencias sexuales.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, adelantó en 2002, cuando era un magnate inmobiliario de Nueva York, la predilección de Epstein por las jóvenes.

Un año después, Vanity Fair informó que era "conocido en la ciudad como un hombre que ama a las mujeres, muchas, principalmente jóvenes".

Pero no fue hasta 2005, después de que la madre de una presunta víctima denunciara un caso a la policía, que se encontraron pruebas que lo vinculaban con el abuso sexual de al menos 30 chicas.

Los abogados del financiero y el entonces fiscal Alex Acosta, nombrado secretario de Trabajo por Trump antes de renunciar en julio, acordaron que Epstein enfrentara una sentencia inusualmente leve por cargos de prostitución estatal. Pasó 13 meses durmiendo en la cárcel pero se le permitía salir todos los días para atender sus negocios.

La condena no modificó su conducta y aparentemente continuó con su obsesión.

En agosto de 2018, le dijo a un periodista del New York Times que hubo momentos en la historia en que el sexo con adolescentes era aceptable, y que criminalizarlo era una aberración.

Epstein podía ser ingenioso y encantador, le apasionaba el piano, era reservado sobre sus negocios, y podía mantener discusiones con científicos ganadores del Premio Nobel, dicen periodistas que lo conocieron.

"Es un iceberg clásico", dijo su amiga Rosa Monckton a Vanity Fair. "Lo que ves no es lo que obtienes".

Opaco en los negocios

La carrera de Epstein comenzó en la década de 1970, cuando consiguió un trabajo como profesor de matemáticas en una prestigiosa escuela privada en Manhattan. Conoció a Alan "Ace" Greenberg, en aquel entonces jefe de la firma de inversión Bear Stearns, mientras daba clases particulares a su hijo.

Así consiguió un trabajo en Bear Stearns, antes de renunciar en 1981 para fundar su propia firma de asesoría financiera.

Según Vanity Fair, fue el influyente financiero Steven Hoffenberg quien introdujo a Epstein, hijo de un empleado de parques de Brooklyn, en los círculos del jet set.

Hoffenberg sería luego sentenciado a 20 años de prisión por defraudar a unos 3.000 inversores en un esquema Ponzi.

Moviéndose en círculos en los que estaban Bill Clinton y el príncipe británico Andrew, Epstein se acercó a Leslie Wexner, un multimillonario cuya compañía era propietaria de las tiendas de lencería Victoria's Secret.

Wexner dice que cortó sus lazos con Epstein hace 10 años, acusándolo de apropiarse indebidamente de "grandes sumas de dinero".

En la década de 1990, Epstein conoció a Ghislaine Maxwell, la hija del fallecido barón de los medios de comunicación británicos Robert Maxwell, con la que tuvo una breve aventura.

Maxwell, de 57 años, es la principal sospechosa de dirigir el reclutamiento de menores para Epstein, pero aún no ha sido acusada. Se desconoce su paradero. Fuente: ANSA y AFP

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