La marcha de la economía

Se rompe la "bendición" de los años impares de crecimiento, ¿y 2019?

Por Sección Economía

El PBI cayó 6,2% interanual (i.a.) en el cuarto trimestre de 2018, cerrando el año con una contracción de 2,5%. En términos per cápita, la caída respecto a 2017 alcanza el 3,5% y medido en dólares el PBI retrocedió 16%. De esta forma, en los tres años de Gobierno de cambiemos el nivel de producción nacional sufrió una caída del 2% y en términos per cápita el deterioro alcanzó el 5%, según datos de Appvisor.

En el acumulado de 2018, la contracción de la actividad se debió a una menor demanda interna (-3,2%), dado que el volumen de exportaciones, pese a la sequía, no sufrió modificaciones respecto a 2017. En esta línea, ambos componentes de la demanda interna experimentaron una retracción: la inversión cayó 5,1% y el consumo lo hizo un 2,5%. Cabe destacar que el desplome que marcaron dichos componentes en el último trimestre de 2018, -25% i.a. y 8,8% i.a. respectivamente, significó la caída más profunda desde la crisis de 2009 para ambos.

En este sentido, la producción local no cayó en la misma cuantía que la demanda interna, debido a la mejora en las exportaciones netas. El abaratamiento relativo de los bienes y servicios nacionales tras una devaluación de 100% en el año, ocasionó una caída de las importaciones del 5% y particularmente un derrumbe en el último tramo de 2018 (-26,1% i.a.).

Claramente el 2018 será un año que quedará para el olvido. A comienzos de año una fuerte sequía generó una pérdida de producción de granos y oleaginosas en torno al 18%, afectando la evolución del sector primario, pero también la de todas las actividades conexas al mismo (industria alimenticia, química, transporte, etc.). En este sentido, sin tener en cuenta al sector agropecuario, la caída del PBI sería del 1,5%, es decir, que como mínimo un punto porcentual de la contracción corresponde al efecto de la sequía en la producción primaria.

No obstante, la cuestión climática no fue el único acontecimiento adverso por el que atravesó la economía argentina durante 2018. Una profunda crisis cambiaria, terminó por minar todas las posibilidades de recuperación de la economía luego de atravesar la sequía. En esta línea, la producción de bienes cayó 5,7% en el año, liderada por el sector agropecuario (-15%), pero seguida por la industria que alcanzó una contracción de 4,8%. Por su parte, la producción de servicios marcó una retracción menor (-0,7%), dado que la primera parte de 2018 mostró una muy buena performance ante el boom de crédito hipotecarios, el significativo consumo de bienes durables y el buen desempeño de los salarios reales en aquel entonces.

Secuelas para 2019

El 2018 dejó secuelas que se harán sentir en 2019. El año concluyó con un derrumbe de la actividad del -6,2%, lo cual en términos desestacionalizados significó una contracción del 1,2% respecto al tercer trimestre. Esto representó una aceleración de la caída respecto al trimestre anterior, cuando la actividad se contrajo -0,5%. Esta dinámica dejó un arrastre estadístico negativo de 2,4% para 2019.

De esta forma, las perspectivas para 2019 no son alentadoras. El arrastre negativo que deja el 2018 y las condiciones macroeconómicas predominantes durante este año (ajuste fiscal y monetario) no permitirán una recuperación significativa de la actividad. La incertidumbre electoral condicionará la evolución de la economía, teniendo implicancias significativas sobre el tipo de cambio y, a partir de ello, sobre la inflación y la recomposición del poder adquisitivo de los salarios. En un escenario conservador, la producción local crecería cerca de 3% punta a punta en términos desestacionalizados, pero en el promedio caería como mínimo un 1%. De esta forma, la argentina experimentaría dos años consecutivos de recesión, rompiendo con la "bendición de los años impares". 

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