El futuro de Europa

Brexit: del paso en falso a cómo sigue el divorcio

Por Sección Economía

A pesar de acercarnos cada vez más a la fecha de salida del Reino Unido de la Unión Europea según surge de la aplicación del artículo 50 del Tratado de Lisboa (29/03), una salida ordenada en el marco del acuerdo que había logrado el Gobierno de Theresa May con los negociadores de la UE sufrió un duro revés este martes, cuando el Parlamento británico rechazó dicho acuerdo por una abultada mayoría (432 a 202).

A su vez, el liderazgo de la Premier británica Theresa May fue cuestionado al recibir una moción de censura (que se votará en la jornada de hoy) impulsada por el líder laborista Jeremy Corbyn con el objeto de desalojarla de Downing Street y realizar una nueva elección y elegir un nuevo Premier, advierte un informe de la consultora ABECEB.

La abultada suma de rechazos a la propuesta de May se debe a que cosechó críticas de ambos lados de la grieta. Muchos leavers (o sea aquello que quieren abandonar la UE y recuperar la soberanía británica) argumentan que el acuerdo dejaba al Reino Unido demasiado atado con las normas de la UE por lo que un "no acuerdo" era un mejor escenario que aprobar un "acuerdo malo" según su postura. Los remainers, en cambio, sostienen que el trato dejaría al Reino Unido (RU) en una peor posición que la actual y lo conveniente sería llamar a un nuevo referéndum con miras a revertir la decisión de salir del bloque. 

¿Qué contemplaba el acuerdo rechazado? En pocas palabras, incluía un "período de transición" hasta el final de 2020 (pudiendo extenderse de común acuerdo) durante el cual se mantendrían muchas de las condiciones existentes. En particular, sin ser miembro, el Reino Unido todavía tendría que cumplir con las normas de la UE, pero sin poder opinar formalmente sobre las reglas que tendría que seguir. El mantenimiento de las condiciones favorecía una transición más ordenada, dando certidumbre a empresas e inversores. 

Sin embargo, los cuestionamientos afloraron porque el RU no recuperaría la soberanía y tendría las manos atadas durante dicho período (hasta enero de 2020) para implementar, por ejemplo, nuevos acuerdos comerciales con terceros países/regiones. A la vez el acuerdo, establecía un mecanismo para calcular el monto total que el Reino Unido debía aportar a la UE por alrededor de 40.000 millones. Con todo, se mantenía la libertad de movimiento y establecimiento de las personas dentro de la UE y el Reino Unido durante el período de transición. Finalmente, otro aspecto importante del acuerdo era la previsión de un mecanismo de "backstop" para garantizar una frontera abierta entre Irlanda del Norte (perteneciente al Reino Unido) y la República de Irlanda (miembro de la UE).

¿Qué asoma en el horizonte y que habrá que monitorear? En lo inmediato, la clave pasa por la votación relacionada a la moción de censura. De prosperar se abre un plazo de 14 días para formar un nuevo Gobierno y si ninguna figura cosecha los apoyos parlamentarios necesarios se convocaría a elecciones generales para 25 días después. Es decir que los británicos irían a las urnas a mediados de febrero. 

Si no prospera, que parece ser hoy por hoy el escenario más factible, por cuanto lo que generó el rechazo no es la figura de May sino el acuerdo, la Premier tiene un período de tres días para lograr el consenso o presentar un plan alternativo ante la UE (que debería darle el visto bueno). La realidad es que los plazos lucen muy exiguos por lo que lo más probable es que el RU logre un "paragüas" de extensión o prórroga que le permita reformular y renegociar algunos puntos del acuerdo y someterlo a una nueva votación. No obstante ello, en principio el plazo no podría extenderse más allá del 30 de junio cuando asumen los nuevos Parlamentarios Europeos, que surjan de la elección del 26 de mayo de la cual hasta hoy en día no participaría el RU (porque ya estaría fuera del bloque).

Si bien los plazos son apremiantes y las opciones son acotadas, lo cual suma incertidumbre, la impresión de ABECEB es que la voluntad para llegar a un divorcio armonioso está presente en las autoridades de ambas partes, por lo que creemos que hay chances de que se logre alcanzar fórmulas políticas y jurídicas que eviten un evento de salida disruptivo con consecuencias negativas que golpeen a Europa y a la economía global.

En este sentido, téngase en cuenta que, dado el alto grado de integración económica entre las partes (ausencia de barreras arancelarias y no arancelarias, flujos de inversión y libre movimiento de personas), un Hard Brexit implicaría un escenario de ruptura con el statu quo actual que se traduciría en cifras muy negativas, según surgen de diferentes estimaciones. Así, por ejemplo, la OCDE estimó que una salida desordenada podría llevar a una caída acumulada del PBI de 7.5% para el RU en 10 años (a razón de 0.75% por año). Esto se explica, entre otras cosas, tanto por la caída que podrían sufrir las exportaciones británicas a la UE (que actualmente representan alrededor de 7.5% del PBI), como por la reducción de los flujos de inversión directa desde Europa que alcanzan los ?985 mil millones casi 8.3% del PBI del RU.

En suma, la Unión Europea y el Reino Unido representan un cuarto del PBI mundial, por ende, cualquier empeoramiento de las perspectivas económicas para ellos representa un riesgo para una economía global en desaceleración. De momento, los movimientos bursátiles invitan a pensar que lo que sucedió era un riesgo descontado, lo cual no debería generar ondas expansivas que tengan impactos significativos en los mercados globales. No obstante, la sensibilidad del tema lo coloca como una variable a monitorear de cerca.

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