Entrevistas

Walter Huertas: "Lo que nos hace humanos en realidad es el arte"

Por Eugenia Cano

Para algunos el destino está marcado desde la cuna. "Serás artista o no serás", pareciera ser la frase que mejor resume la vida y obra de Walter Huertas. 

Pintor, músico, docente de arte. Hijo de Feliza Gonzáles quien a los siete años lo ayudaba a llevar el caballete, que era más grande que él, para que asistiera todos los sábados a un curso de acuarela al aire libre; y que se quedaba religiosamente a esperarlo. Y de Primo Huertas, quien le consiguió ese mismo taller porque en aquel entonces trabajaba en la Facultad de Arquitectura de San Juan. Walter lleva la misma sangre del hombre -artista plástico de vocación y profesión- que por problemas económicos un día tuvo que trasladar la familia a un conventillo de Mendoza para empezar de cero, y quien desde una piecita donde pintaba para ganarse el pan, le enseñó todos los misterios del oficio.

Fue ese el entorno en el que se crió y el arte fue para él como el aire que se respira para vivir: "La dueña de la pensión cada tanto le pedía un cuadro a mi viejo y le había dado una piecita en el fondo para pintar. Entonces yo todos los días cuando volvía de la escuela me iba a ver a mi viejo pintar. A partir, más o menos, de los 11 años. No, antes, más o menos a los 10 años, empecé a ayudarlo a mi papá a hacer los fondos. Le hacía los cielos, él me enseñó. Él pintaba a espátula entonces yo aprendía a pintar a espátula. Me enseñó la perspectiva, me enseñó el primer plano, el plano intermedio, el último plano, la línea del horizonte, etc", cuenta.

Aunque apenas tuvo contacto-lo vio dos veces en su vida- su tío, el pintor Segundo Huertas, también fue una influencia para él. "Lo conocí por mi papá y por las obras que vi. Pintaba con un estilo mixto a pincel y espátula óleo. Esas dos improntas son las que tengo yo", referencia.

Y así, en un ambiente diferente al resto del mundo fue formando el perfil del artista que es hoy. El que a los 16 años se fue a vivir a Buenos Aires becado por el Colón y que cursó estudios en el terciario de enseñanza plástica más antiguo del país, el Prilidiano Pueyrredon. "Ahí aprendí toda la impronta del color que yo ya traía porque mi viejo me enseñó toda la mezcla de colores, preparar tonos, preparar bastidores, armar marcos, bueno, un montón de cosas, armar texturas desde chico. Y todo ese bagaje más lo que yo fui aprendiendo lo voy volcando en mis obras y a los alumnos", dice.

Cuando regresó a Mendoza completó sus estudios, ingresó también a la Escuela de Música (estudió música y canto) y para sobrevivir ayudaba a su padre a dar clases de arte para niños. Ya con el título comenzó profesionalmente su trabajo en la docencia. "Trabajé mucho con organizaciones no gubernamentales y di clases sobre todo en barrios marginales", cuenta. "Después en primaria empecé desarrollar un método donde yo hablaba con las maestras y trataba de reforzar la matemática, la geometría y la lengua, a partir del relato artístico".

Como artista plástico Walter Huertas ha transitado distintas etapas: abstracción, figuración, surrealismo simbólico. A la hora de la inspiración es categórico: "La obra de cualquier artista, del género que sea, es inspiración, voluntad y trabajo". Además reconoce que pintar le llena el alma, que es un instante de gran placer donde el tiempo parece detenerse y llenarse de tranquilidad. "Es ese momento y nada más", explica.

Huertas también es aquel que afirma que el arte para él es lo que nos diferencia al ser humano de otras especies. "El arte es la diferenciación del ser humano de los demás seres. Lo que te va haciendo humano el hecho artístico, el comprender el hecho artístico y realizar hechos artísticos u observar hechos artísticos o sentir hechos artísticos", argumenta.

Como un lienzo que late en cada pincelada, así es la historia de Walter Huertas. Toda una vida impregnada de música, bastidores, composiciones, colores y texturas. Compartimos una jugosa entrevista que SITIO ANDINO mantuvo con él en donde cuenta en primera persona los recuerdos de su crianza junto a un pintor profesional y el derrotero biográfico que lo llevó a convertirse en el artista que es hoy:

-¿Cuál es tu primer recuerdo con el arte? (Alguna anécdota que tengas de referencia).

-Cuando tenía más o menos 7 años. Un poquito menos, antes de que cumpliera los 7 años, yo los cumplo el 30 de diciembre, mi padre que trabajaba en la Facultad de Arquitectura de San Juan. Yo nací en San Juan-, cuando vio que yo dibujaba bien y demás. Él no tenía tiempo porque trabajaba en la facultad, me consiguió que me dieran los cursos que daban los sábados de aula libre, de acuarela para pintar del natural. Así que yo me iba y mi mamá me ayudaba a llevar el tablero porque el tablero era más grande que yo, y yo llevaba las acuarelas y la carpetita. Nos íbamos en colectivo al Parque Sarmiento de San Juan, nosotros vivíamos en Desamparados y tomaba las clases. Recuerdo que eran a las 8 de la mañana, 4 horas, hasta las 12. Y mi mamá se quedaba ahí, todos los sábados. Ahí aprendía a pintar acuarela. Además iba yo a piano, me gustaba mucho el piano. Yo estudié además de Artes Plásticas estudié en la Escuela de Música. Estudié canto y música, pero ya a los 7 años hacía eso, por mi vieja y mi viejo que me llevaban. Ese es el recuerdo que tengo.

-¿Cómo influyeron en vos la obra de tu padre y de tu tío, ambos artistas plásticos?

-Más o menos a los 8 años nos tuvimos que venir a Mendoza por problemas económicos de mi padre. Nos vinimos con una mano atrás y otra adelante más o menos, mis padres perdieron todo, un problema económico grave en el que un socio lo estafa a mi papá. Mi papá ya pintaba, siempre pintó, pero además tenía una casa de artículos del hogar. En aquella época, estoy hablando más o menos del año 66, no se podía vivir del arte nada más. Entonces nos vinimos acá con una mano atrás y otra adelante. Mi padre tenía acá un marquero muy conocido, se llamaba García, y lo contrata para pintar y vender los cuadros. Así que nosotros vivíamos en un conventillo en la Calle San Martín, en la Alameda. De esas casas antiguas, puertas altas, tipo chorizo con muchas piezas y la dueña de la pensión cada tanto le pedía un cuadro a mi viejo y le había dado una piecita en el fondo para pintar. Entonces yo todos los días cuando volvía de la escuela me iba a ver a mi viejo pintar. A partir, más o menos, de los 11 años. No, antes..., más o menos a los 10 años, empecé a ayudarlo a mi papá a hacer los fondos. Le hacía los cielos, él me enseñó. Él pintaba a espátula entonces yo aprendía a pintar a espátula. Me enseñó la perspectiva, me enseñó el primer plano, el plano intermedio, el último plano, la línea del horizonte, etc. Y hasta los 14 años más o menos yo le ayudé a pintar muchos cuadros porque él pintaba cuadros en cantidad, que antes se vendían casa por casa. No sólo acá en Mendoza sino en gran parte de la Argentina. Él firmaba con otra firma, distintas firmas. Y bueno, la espátula fue muy fuerte para mí. Esa impronta que me dio.

Y mi tío tenía una técnica mixta. Yo a mi tío nunca lo conocí. Eran mellizos con mi papá. Nunca lo conocí mucho, lo vi dos veces en mi vida nada más, pero su obra como está en Internet y como hay un montón de gente que tenía obra de mi tío, mi tío pintaba mucho en Mar del Plata. Fue muy conocido en Mar del Plata y vivió mucho tiempo en Mar del Plata, después se fue a Chicago y ahí recorrió Estados Unidos, etc. Yo lo conocí por mi papá y por las obras que vi. Pintaba con un estilo mixto a pincel y espátula, óleo. Esas dos improntas son las que yo tengo. Cuando empecé a crecer fui a Buenos Aires. A los 16 años me fui a Buenos Aires porque fui becado para estudiar en el Colón y en tercer año comencé varios cursos y estudio en la Prilidiano Pueyrredon. Ahí aprendí toda la impronta del color que yo ya traía porque mi viejo me enseñó toda la mezcla de colores, preparar tonos, preparar bastidores, armar marcos, bueno, un montón de cosas, armar texturas desde chico. Y todo ese bagaje más lo que yo fui aprendiendo lo voy volcando en mis obras y a los alumnos.

-¿Qué temáticas te inspiran a la hora de comenzar una nueva composición pictórica?

-La obra de cualquier artista, del género que sea, es inspiración, voluntad y trabajo. Yo tuve la suerte de nacer con un pintor profesional, digamos, con un artista plástico profesional. Cuando el viene a Mendoza se dedica al arte y vive del arte nada más. Él tenía cerca de 40 años, 41 años, y a partir de ahí se dedica solamente a eso. Mi padre murió con 85 años cumplidos y se dedicó al arte pura y exclusivamente. Ya se dedicaba al arte desde los 20 años. Con ese bagaje de ver cómo se paraba frente a la obra y que tenía que pintar sí o sí, lloviera, tronara, o se hubiera muerto alguien, estuviera resfriado o pasara lo que pasara, él tenía una inspiración que ese método yo lo tomo. A veces hago bocetos de algún sueño, de todo lo que tiene que ver cuando quiero pintar surrealismo, pero últimamente que ya he dejado el abstracto, así puro, para pasar a una especie de abstracto simbólico, y ahora estoy entrando de nuevo a un surrealismo simbólico también, yo no dibujo. Yo no dibujo las obras, no boceto, voy pintando directamente y me ayuda mucho el hecho del bagaje colorista. Y algo que aprendí puntualmente estudiando a Dalí, es que Dalí decía que cuando miraba la tela y la veía en blanco, en realidad lo que veía era como una pantalla de televisión o de cine y veía el cuadro hecho ahí, sobre la tela. Yo trato de imaginar más o menos el cuadro y después ver el diálogo que después empieza a dar esa obra y a partir de ahí la voy realizando. Yo aparte también pinto figurativo por una cuestión profesional, hago retratos y otro tipo de cuadros, sobre todo paisajismo porque me ayuda a comer, digamos, y al vivir diario.

-¿Qué lugar ocupa la abstracción y cuánto el trazo realista dentro de tu trabajo?

-Creo que antes te contesté el tema de la abstracción y el tema figurativo. La abstracción es un momento que ya pasé. Hice arte abstracto mucho tiempo, pero siempre durante toda mi vida hice mucho paisajismo, mucho figurativo, porque es lo que se vende, pero a mí me divierte, me llena el alma, me regocija y es un momento de gran placer el pintar. Y sobre todo una tranquilidad, es como que es la obra en ese momento y nada más. Soy yo adentro de la obra y el mundo como que no existe. Soy yo adentro de la obra sea abstracta o figurativa el que la está haciendo. Ya me he volcado más a un surrealismo figurativo de tono simbólico. Y sigo pintando por supuesto a pedido y a veces y también por una cuestión de que tengo ganas, saco fotos generalmente o hago algún boceto, y después sobre eso trabajo el tema del paisaje. Pinto mucho paisaje, de montaña, de planicie, casonas, mar, mar con barco. Y lo pinto con espátula, con pincel, con acrílico o con técnicas mixtas

-Como docente de arte desde hace muchos años, ¿qué te interesa transmitir a tus alumnos?

Empecé a dar clases muy de joven. Le ayudé a mi padre cuando volví de Buenos Aires, a los 22 años. Ya a los 23 lo ayudaba muy fuertemente a dar clases para los niños. Yo me vuelvo de Buenos Aires no puedo completar mis estudios. Cuando la junta militar cierra el Prilidiano Pueyrredón hicimos una manifestación y nos detuvieron en aquella época, tuve amenazas de muerte, etc; un montón de cosas y me tuve que volver a Mendoza y completé mis estudios acá. Acá después también seguí la escuela de música. Ahí para sobrevivir le ayudaba a mi viejo a dar clases a niños. Ya después con el título trabajé mucho con organizaciones no gubernamentales y di clases sobre todo en barrios marginales porque la gente no quería ir a esos lugares, hace 30 años atrás, es decir, el docente no quería ir y yo iba porque había trabajado mucho y había hecho cursos sobre el tema de la violencia. También había trabajado el tema de gente que tiene algún tipo de problemática, que tiene que ver con la temática de especiales. Después en primaria empecé desarrollar un método donde yo hablaba con las maestras y trataba de reforzar la matemática, la geometría y la lengua, a partir del relato artístico.

-¿Cuál es la dinámica de los talleres que estás ofreciendo actualmente?

-En realidad es un curso de tres meses, más o menos, se trata básicamente de técnica mixta, de acrílico y óleo con base de espátula y pincel, trabajando la abstracción y lo figurativo. Hay dos días, que son los lunes y martes, que están dedicados a los que recién comienzan. Y miércoles y jueves a los que ya están avanzados y alumnos de arte. De eso se va a tratar.

-¿Qué es el arte para Walter Huertas?

-¿Qué es el arte? El arte tiene muchas definiciones, pero para mí el arte fue como pasando por etapas. Como yo desde niño estuve viviendo al lado de un tipo que era artista. Para mí artista es aquel que vive del arte profesionalmente y que su vida se la dedica al arte. Eso para mí es un artista. Que se juega profesionalmente, económicamente, vivencialmente por el arte, sea la rama que sea. Eso para mí es un artista. Si no hace eso es alguien que hace algo referido al arte, algo que le gusta de vez en cuando en sus tiempos libres. Como desde niño convivía con el arte, para mí el arte es algo permanente, de todo los días. Cuando tocaba el piano, tocaba, dibujaba, lo veía a mi papá. Entonces era como vivir en el arte. Después desarrollaba mis tareas normales, iba a la escuela y demás, entonces el arte era algo para mí muy normal, como que todo el mundo hacía eso. Después fui descubriendo que no. Que la gente hacía otras cosas, que los chicos hacían otras cosas, que estaba el deporte, que se preocupaban por el tema del dinero, que querían comprar juguetitos. Yo me conformaba con pintar, dibujar, tocar el piano. Después cuando llegamos acá y fui parte del Coro de Niños Cantores de Mendoza, gracias a Dios por mi voz -qué se yo- fui solista de ese coro, tuve varias cosas muy lindas, una de esas fue que viajamos a Japón. Hicimos una gira grande, muy larga y muy extensa por Sudamérica hasta llegar a Estados Unidos y después Japón. Sudamérica la recorrimos en colectivo. Entonces a partir de ahí el arte comienza a dar un giro en mi vida y empieza a ser el motivo por el cual yo voy a dirigir mi vida. Entonces ahí veo que el arte era diferenciador o que el arte diferenciaba al ser humano del resto de los seres que habitan este planeta. Me di cuenta que era el arte lo que te hacía diferente a los demás seres. Que los que nos hace humanos en realidad es el arte. Si no existiera el arte no seríamos humanos porque técnica tienen todos los seres acá. Técnica tiene un pájaro cuando pesca en el agua, el águila cuando mira y observa, las hormigas. Todos tienen técnicas. "Techne" como dicen los griegos o Aristóteles sobre todo que hablaba de la "Techne", lo práctico. Y el arte no es lo práctico, el arte es otra cosa para mí. El arte es la diferenciación del ser humano de los demás seres. Es lo que te va haciendo humano el hecho artístico, el comprender el hecho artístico y realizar hechos artísticos u observar hechos artísticos o sentir hechos artísticos. A partir de ese momento, que yo empiezo a concebir el arte de esa manera, donde se cruza la política y el tema del dar permanentemente, ayudar. El arte tiene que transcurrir por ahí. El arte no puede transcurrir por un lado económico solamente o pensarlo solo así porque sino ahí se convierte en algo útil solamente. El arte es algo más. Por algo ayuda a quien, por ejemplo, ha tenido un problema cerebral o a alguien que ya trae un problema motriz, o sufre un accidente. Es algo más grande, mucho más profundo. Podría hablar horas de esto, pero básicamente es eso: lo que nos diferencia de los demás seres humanos. Lo que nos hace humanos. Cuanto más nos alejemos del hecho artístico y del arte menos humanos vamos a ser y más homotechne u homo técnico. Y en realidad el homo técnico es un ser que se parece a los demás seres y no lo digo de modo peyorativo, pero no seríamos humanos sin el arte.

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