Torrez en Andina: "Decisión crucial 2019: dos modelos, dos estilos, pero sólo lugar para uno"

En su columna habitual de todos los días en el programa Sin Verso, que se emite por Radio Andina 90.1 de lunes a viernes de 7 a 10, el periodista analiza la actualidad local y nacional. Aquí la columna completa. 

En las elecciones del año que viene, más que nombres, más allá de los postulantes, de los aspirantes que comenzarán en breve a mostrar sus intenciones, el país se juega en qué modelo económico quiere y prefiere desarrollarse. Y ahí sí la decisión que finalmente se termine imponiendo determinará una vuelta atrás, o un paso hacia delante.

El modelo que hoy representa el oficialismo tiene claramente puntos en contra en términos electorales. En dos años y medio de vigencia, con idas y vueltas, con medidas puestas en juego a prueba y error, no logró mejorarle la calidad de vida al grueso de los ciudadanos, particularmente a la clase media que le permitió en gran medida que pudiera acceder al poder en el 2015.

El país que entregará Mauricio Macri a fines del 2019, de acuerdo con las proyecciones y en términos económicos generales, será peor del que recibió. Recién en el 2019, si en verdad se cumplen los vaticinios del propio oficialismo, basados más que nada en pronósticos cargados de esperanza y expresiones de deseo, la economía argentina podría crecer levemente sin salir del estado de recesión en el que se encuentra. Ese 0,5 por ciento que podrían reflejar los índices de crecimiento, lejos estará de la actividad que Macri encontraba a fines del 2015. La base de sustentación que tendría la confirmación del modelo para el año que viene más que nada -un modelo que gira alrededor de una economía abierta, buscando la competitividad y con un perfil agro exportador-, podría aparecer de la mano de la próxima cosecha en la Pampa Húmeda que, de confirmarse, mejoraría los números de la recaudación básicamente y del impacto que se espera produzca la explotación de gas y de petróleo en Vaca Muerta.

Los últimos datos conocidos dan cuenta que Vaca Muerta está ganando terreno porque la producción del no convencional ha representado en julio el 35,5 por ciento de la producción total del país en el caso del gas y para el petróleo fue del 12,9 por ciento. Y de acuerdo con los informes oficiales del Sector Energético que publica el Indec, para el tercer trimestre del 2018 las empresas han estimado una demanda interna estable y un aumento en las exportaciones de gas. Y para el 28,6 por ciento de las empresas productoras de gas, sus ventas al exterior crecerán. En ese contexto, Mendoza, que comparte la formación con Neuquén, podría incluso tener algunas ventajas en su porción porque los costos de extracción serían mucho más bajos que los de la provincia patagónica.

Pero el modelo no enamora, no encanta, porque lo único que ha mostrado hasta ahora es la cara del ajuste, sobre todo a los sectores medios. Los que han recibido de lleno el impacto de la inflación y el aumento de las tarifas de todos los servicios. Está claro. El desafío de los defensores de un esquema que, promete, ir hacia un país más normal es más que nada hacer que comiencen a verse los resultados de lo que hoy sólo está en predicamentos esperanzados. En eso de que hay que pasar lo peor, para ver más adelante los supuestos beneficios.

La turbulencia del modelo que vino a modificar todo lo que, hasta el 2015 venia establecido, debe competir con fenómenos que se dan vinculados o bien por dos vías. El hastío y el cansancio, la finalización de la paciencia y la necesidad de salir de la incertidumbre que ha provocado hasta el momento. Y, en esa línea también, con los efectos nostálgicos que aparecen, inevitablemente, por aquel estado de bienestar de lo que estaba impuesto hasta la llegada de Mauricio Macri. Aquello, sin embargo, no está garantizado en caso de que apareciese una vez más por la decisión mayoritaria de la ciudadanía. Y para colmo, aquello, lo del pasado reciente, hoy se sabe, tenía dos caras, la más oscura vinculada con la corrupción y el engaño.

Pero a medida que nos acerquemos al momento de la crucial decisión, el panorama pueda ser que se vaya aclarando. Volver a lo conocido, volver a atrás, o seguir navegando, en medio de una tempestad, tras la búsqueda de la tierra prometida.

Los modos, las formas, el estilo de lo viejo conocido, contra el nuevo orden del momento actual. Hoy no se sabe qué se priorizará más: si el radio de la baldosa que cada uno pisa y ocupa, o el escenario general. Pero ambos, en caso de que se vean las caras en menos de un año en una suerte de enfrentamiento -ideológico y político- a todo o nada, de no ofrecer mejoras sustanciales a lo que se conoce de cada uno, no adquieren garantías de nada.

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