Cartas de Otoño

Desamparo

Del escritor Lucio Albirosa. "Se le llenó el pecho de ganas y salió corriendo hacia un encuentro de luces y sombras desconocidas a tan temprana edad...".

DESAMPARO

Se le llenó el pecho de ganas y salió corriendo hacia un encuentro de
luces y sombras desconocidas a tan temprana edad. La tarde enrojecida
de misterio hilvanaba en su cielo un barrilete inocente de carne y
aventura dolida por bautizar. Vestido con trajín usurero de la niñez,
el nuevo duende de la calle dejó atrás la puerta de toda obligación,
cuentas y límites. Las luces de la noche recibieron la vergüenza.
Ermitaño del amor, el niño cruzó a prisa galerías vendedoras de
silencios; las vidrieras ojerosas le mostraron el tango roto de
Discépolo en este siglo veintiuno; la doctrina rebelde de garantías
tejidas vanamente de lunes a viernes en casa de leyes: pero era muy
pequeño para entender tanto.
Siguió andando bajo un solo techo de estrellas con su mirada situada
en el asombro apocalíptico de edificios y duro cemento escupiendo
desprecio en cada torva calle atravesada. Se encontró con la hoz del
peligro; la rabia de los perros vagabundos, pero evitó ser mordido.
Oyó el ritmo deshecho de la juventud en una plaza cualquiera; sus
vicios adictivos y contaminantes, las infusiones de la perdición y un
poco más. Se alejó de allí para seguir gastando las horas sin liturgia
que por obligatoriedad y sentencia sin culpa debía pisotear. Allí
florecían los dolores infames e infantiles que varios visualizaban sin
importancia, allí había muerto, seguramente, el claroscuro de las
preocupaciones sin posteridad.
El niño elevó sus ojitos hacia una terraza donde jugaban al amor la
traición y el deseo impoluto. Cruzó de vereda, saludó inocentemente a
los mercaderes de la trata sin saber de ellos. Preguntó la hora a una
res furtiva rampante de rush bajo el farol que oferta cuerpos por
turnos.
-Las tres y media, pequeño -. Dijo ella y se tocó un instante el corazón.
Agradecido el niño, dio media vuelta y siguió andando, mirando,
descubriendo, indagando lo nuevo, sin abrigo ni algarabía de soles.
Descubrió negocios no entendidos en un bar de pocas luces y polvos
prohibidos, pasó al lado de usureros y trituradores de inocencias, más
un ala de protección besaba su frente como paradoja de absurdo
aislante de males posibles.
El niño había olvidado el abandono de sus padres, la reciente fuga del
instituto de menores con pabellones silentes pintados de gris donde
fue sometido a reglamentos y estricta disciplina sin entender que fue
un habitante más de una jaula social.
Ahora sentía la libertad y solo eso, aunque el mundo se aislaba de él
a prisa y ningún caudillo de amores profesados vendría por él y sus
miserias de anonimato y exclusión. Siguió andando. Pasó por una obra
en construcción, oyó disparos, gritos, luego un silencio; entendió
otra clase de muertes aparte de aquellas producidas por el hambre y
las enfermedades sin remedios en su barrio de origen.
Más adelante, tres cuadras más adelante, vio caérsele la billetera a
un señor que subía a un automóvil; corrió hacia ella, la levantó, se
la entregó en la mano y lo observó detenidamente mientras éste le
agradeció poniendo en sus manitos una propina.
-Se parece al hombre ése que aparece en la tele hablando de leyes, la
ley de..., la ley de no sé qué, pero estoy seguro que era él - se dijo
para adentro y siguió andando.
Saludó a un panadero, a un canillita, a un cartonero que regresaba a
su hogar después de una larga jornada, a una mucama que lo observó
atentamente y, sin quererlo, fue dominado por el sueño. Un gabinete de
gas algo grande, sin cañería por el saqueo de hierros, y abandonado,
le cedió un lugar muy poco llamativo para soñar en la ciudad que
despertaba. Nadie notó que él estaba allí, soñando.
Abrió los ojos pasado el mediodía con su pancita rogando por leche y
pan, salió del gabinete, se quitó las lagañas y observó a una señora
elegante descender de un auto de alta gama y pensó que la misma pudo
haber sido su madre añorada en la otra vida que no recuerda.

Lucio Albirosa
En: "La venganza del olvido", (inédito - 2017) 


DATOS DEL AUTOR

Lucio Albirosa. Nació el 28 de abril de 1982. Poeta, escritor, gestor cultural. Escribe desde pequeño. En el año 2013 fue elegido como uno de los "10 Jóvenes Escritores Argentinos" por la Editorial "Mis Escritos", Bs As. Su trayectoria poética ha sido reconocida por la Honorable Cámara de Diputados de la provincia de Mza y el Municipio de Maipú, Mendoza. Representante provincial en el XIV Encuentro Nacional de Poetas con la Gente (55° Festival Nacional de Folklore, Cosquín 2015) y en el XIV Encuentro Latinoamericano de Escritores "Madre de ciudades", Stgo del Estero, además representó a la Argentina en el "Word Festival of Poetry 2015". Letrista folklórico. Su trayectoria fue reconocida también en Chile en marzo de 2016 por la Comuna de Putaendo, San Felipe, Valparaiso. Ese mismo año obtuvo el 2° Premio del Certamen Internacional de Narrativa "Vientos del desierto", (Editorial Equinoxio); recibió la Mención Especial en Narrativa del Certamen de Poesía y Narrativa "Voces del volcán", Tupungato, Mendoza; fue seleccionado para la Antología Federal del Consejo Federal de Inversiones y Antología de la 6° Convocatoria Internacional de Poesía y Narrativa (Río de palabras), Editorial Mis escritos, Bs.As. Mención de Honor y Mención Especial en el 55° Concurso Internacional de Poesía y Narrativa "Hermanando palabras" del Instituto Cultural Latinoamericano (2017) por su obra "Denuncia en llamas". Coordinador de talleres literarios en contexto de encierro y bibliotecas de zonas urbano marginales. Obras: "El vuelo del régulo", "Cartas para Bárbara", "El grito de las injusticias", "¿Poemas informales?", "Poemas para un tren de olvido", "El canto de las injusticias", "Simplezas recopiladas", "De arrozal y nostalgias" y "La venganza del olvido" -inédito-. Sus poemas integran numerosas antologías nacionales y latinoamericanas. Un compromiso con el proletariado fue siempre su mensaje y bandera de lucha en el plano literario y en su vida. 




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