La mirada centrista de Macri que destroza a las Pymes

 En el primer bimestre del 2017, la producción metalúrgica se contrajo un 5 por ciento interanual, producto de una caída del 3,9 por ciento en enero y de un 6,9 por ciento en febrero. Así comienza, sentenciando la situación, el último informe de los periódicos que ofrece el sector metalúrgico argentino a sus asociados.

Ayer mismo, el ministro de Hacienda de la nación, Nicolás Dujovne, utilizó la red social Twitter para anunciarles a los argentinos que se había detenido la caída de un sector importante de la industria nacional. Con datos de la cámara argentina de fabricantes de cemento Portland, el ministro afirmó que en el mes de marzo se alcanzó un récord histórico de la demanda de cemento en el país para al registrarse y certificarse despachos por más de 1 millón de toneladas del producto. La información del ministro la justificó, de acuerdo con su propia interpretación, en una suerte de explosión de la obra pública que según el gobierno de Mauricio Macri ha comenzado a evidenciarse en los primeros meses de este 2017.

Dos caras de una misma moneda. ¿Alguna de estas caras es falsa? No. Se están apoyando en datos reales. El problema acuciante de las Pymes industriales mendocinas es producto de una mirada centrista del gobierno de Mauricio Macri y de su plan económico que hoy no las tiene en cuenta. La falta de respuestas a las economías regionales, por afuera de lo que el propio gobierno puede impulsar para mitigar la crisis que es sólo por medio de la expansión de la obra pública, está llevando a las Pymes a una situación insostenible que no empezó con Macri, pero que sí se profundizó con el cambio de política.

Los pequeños empresarios metalúrgicos mendocinos observan el informe de su cámara nacional con un dramatismo que es apoyado por lo que ocurre adentro de sus galpones y en la inactividad de su capital instalado. Decenas de talleres que hasta dos y tres años atrás empleaban de una o dos decenas de obreros han cerrado por la falta de trabajo. Gran parte de ellos, se calcula que hasta un 80 por ciento, mantenían su actividad dependiendo de la gigante Impsa. Al desplomarse la empresa madre, se llevó consigo a varios de ellos en un espiral que se mantiene por estos días.

La actividad petrolera en desaceleración, al menos hasta que se reactive la promesa de Vaca Muerta, agudizó la situación es estos emprendimientos y el desarrollo minero anunciado se quedó en eso, en sólo verbalizaciones, porque ni siquiera la eliminación de las retenciones produjo que se pusiera en movimiento. Y las únicas pequeñas empresas que lograron mantenerse en pie y que consiguieron, incluso, mejorar sus números, han sido aquellas ligadas a la producción de bienes de capital para abastecer el boom del campo de la Pampa Húmeda, la única economía regional y a gran escala que el gobierno parece haber priorizado con la eliminación de las retenciones y su consabido despegue luego del parate que se impuso durante casi todo el período del gobierno de Cristina Fernández.

Los despachos en aumento del cemento Portland están justificados en los emprendimientos que lanzó el gobierno de infraestructura vial, en el programa de viviendas y en la remodelación de los aeropuertos, como el de Mendoza en donde se invirtieron más de 1000 millones de pesos. La construcción moviliza y dinamiza parte de la economía. Pero no alcanza para todos. Carece de valor agregado y no incluye a la metalmecánica, un sector fuerte en Mendoza que también ha sufrido los efectos del freno en la inversión del sector vitivinícola.

Las Pymes metalúrgicas hoy cuentan con el 48 por ciento de su capacidad instalada ociosa. Máquinas que duermen en los galpones sin empleados que las operen por la falta de trabajo. El sector tuvo un crecimiento, podría decirse casi descomunal, en el primer período del kirchnerismo, durante el gobierno de Néstor Kirchner. Tras la debacle del 2001 y 2002, las Pymes volvieron a crecer gracias a la conjunción de medidas nacionales que las protegieron y por la vista global que se tuvo sobre los países de América Latina a los que se acudió por bienes y productos, en especial los commodities. Fueron años de gloria para el sector hasta mediados del 2009 cuando el país, en default y sin posibilidad de créditos y sin recursos ya, frenó el financiamiento para el desarrollo. Hoy cuentan algunos de los empresarios en pie, con cierto grado de nostalgia, que en el 2007 la capacidad instalada que poseían las Pymes resultaba insuficiente para la demanda que las presionaba. Hoy tienen la mitad de ese capital desactivado.

La apertura económica sin un plan para proteger al sector golpea y hace daño. Una Pyme mendocina que logró un contrato en El Salvador compra acero chino porque los importadores en el país se lo ofrecen un 20 por ciento más caro. Eso explica, además, que los chinos se hayan hecho fuerte en las primeras licitaciones que se ordenaron en el sector de la renovables. Tampoco, es cierto, hubo de parte del gobierno provincial una gestión convincente para torcerle el trazo a la birome de la presidencia cuando dejó de lado las propuestas locales por priorizar precios más que capacidad instalada y producción local.

Este es una de las consecuencias que explican la depresión económica en Mendoza, al menos desde uno de los sectores. Apertura sin contención de los empresarios locales que estaban en pie. Ausencia de medidas de protección como las que existen en Alemania, Italia, Turquía, países competidores de las empresas mendocinas, una presión impositiva asfixiante y la falta de una política de compre local que brilla de no existir.

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